TAREA PÚBLICA
(Diciembre, mes del amor, debe ser muy importante para superar esclavitudes, perdonar y lograr armonía interior).
Por: CARLOS OROZCO GALEANA
Estamos próximos a celebrar el final de un año más con el ánimo, al menos en teoría, de mejorar en todos los aspectos y fortalecernos de cara a los retos por venir. Los tiempos actuales exigen sacrificios permanentes, claridad en los propósitos y proyectos y una buena dosis de responsabilidad en todos los frentes de la vida. La vida es lucha permanente.
Este año, al igual que en otros anteriores, la humanidad fue sacudida por un flagelo mortal que nos hirió profundamente. El covid 19 se llevó millones de vidas, aunque gracias a la ciencia se pudo controlar hace algunos meses y se logró una notable disminución de decesos, lo que no quiere decir que no sigamos expuestos a la reaparición de virus igual o más potentes que ése.
De igual modo, los sistemas escolares durante aquel episodio, sufrieron deterioro y aquellos países más rezagados se atrasaron más porque millones de alumnos en América Latina y el resto del mundo dejaron sus estudios y los conocimientos impartidos fueron insuficientes y de calidad inferior. Se demostró que la modalidad presencial es básica en la formación educativa. Por ello se habla que, en el caso de México, nuestro sistema retrocedió unos 20 años en el contexto de países de la OCDE.
Estos dos comentarios tendrían que complementarse, en el mundo americano, con algunos cambios políticos como en Brasil, donde vuelve al poder Lula da Silva tras librar acusaciones de corrupción del régimen de Jair Bolsonaro. Nuestra región también registró un alivio singular con la derrota del partido republicano en Estados Unidos en las elecciones intermedias que anunciaba con arrasar a sus rivales demócratas. Seguro que con ese revés nos salvamos de la presencia de Donald Trump en las elecciones presidenciales próximas en USA y del riesgo que eso entrañaría con su eventual victoria, por lo que la humanidad respira al anticiparse que no habrá una segunda vuelta para un personaje peligroso e intimidante de la democracia y la paz como él.
Pero al margen de los hechos referidos y otros más que son parte de la vida, como los económicos, conviene en este tiempo hacer un alto y mirar a nuestro interior para explorar nuestra condición de seres humanos y como personas. Seguro hallaremos cosas increíbles si hacemos tal ejercicio en forma correcta. Es bueno saber en qué hemos acertado y en qué hemos fallado. Si nuestro comportamiento fue favorecedor al interior de nuestras familias y hacia nuestra comunidad, o si de plano, nos valió un cacahuate sobre lo que afuera pasó y nos encerramos en la cuatro paredes del egoísmo que, ya saben ustedes, a veces es el mismo satanás.
Si, amigos y amigas lectores, vale la pena hacer una reflexión introspectiva conveniente y puntual que nos permita superarnos como personas y sumarnos positivamente a ese engranaje que se llama sociedad a fin de generar condiciones empáticas que nos acerquen al prójimo de tal modo que esa suma nos haga fuertes y más decididos a transitar por la ruta del bien hacer. En pocas palabras, ver siempre el vaso medio lleno a verlo medio vacío, ser optimistas ante todo.
Ha sido un desconsuelo permanente la gran violencia que se vive, el gran desprecio por la vida de otros. Es inmensa la pérdida de vidas humanas debido a que las buenas costumbres y los valores de que antes gozábamos y que se aprendieron en las familias, se esfumaron y dieron paso a la barbarie, a la ley del talión entre bandas criminales, al ajusticiamiento de inocentes ( las víctimas colaterales). Y todo eso en medio del desconcierto de gobiernos que aun con todas sus inversiones en seguridad, han fracasado en proteger a la población y están sumidos en la competencia contra adversarios.
Y en la política, también se identifican fracasos este año. Simplemente quienes se dedican a ella perdieron el rumbo y no actuaron en el sentido más favorecedor para los mexicanos. Quizás no haya en el mundo más pérdidas de tiempo que con sus iguales en las cámaras de otros países. Simplemente, el intento de aniquilación del árbitro electoral lleva meses sin haber cuartel de ningún bando. Se presentan argumentos de orden económico llamándolos ajustes, fundados eso sí, pero se esconden propósitos de la reforma que los opositores y críticos independientes se encargan de debatir y cuestionar a fondo.
Y en esas ya nos agarró el fin de año, en espera de que el siguiente sea mejor. De nosotros depende, es claro. Si sabemos cuáles son nuestros deberes, ya habremos avanzado algo. Y más lograremos si nos centramos en rectificar comportamientos inapropiados que agudizaron nuestras pequeñas crisis.
En otras palabras, podemos optar por reconciliarnos con la vida, con el prójimo y con nosotros mismos. Diciembre tiene que ser el mes del amor porque debe ser triste vivir en las tinieblas o en las esclavitudes sin tener armonía interior. Reconciliarse es volver la mirada a Dios, ver con ojos de amor y piedad a aquellas personas que nos han dañado con sus actos perversos, a las que tenemos que perdonar. No es sencillo, pero lo peor es no intentarlo.
Gracias, amigos lectores por acompañar estas lecturas a lo largo de las 96 colaboraciones de este año. Gracias. Si Dios quiere, nos encontremos en la segunda semana de enero (16) . Feliz Navidad y próspero Año 2023. Dios los bendiga.