Planeación Metropolitana para el siglo XXI; Conferencia Magistral: Claude Bataillon, Universidad de Tolouse:

Ordenamiento del territorio, desarrollo local y medio ambiente.

En esta excepcional conferencia, tanto por su calidad científica como por su didáctica de exposición, el geógrafo de renombre mundial y autor del imprescindible libro: “Las Regiones Geográficas en México”, Claude Bataillon, -conocedor profundo además de todo el occidente mexicano y sus enormes problemas políticos, humano-sociales y de deficitaria planeación gubernamental de sus zonas urbanas y metropolitanas-, dio inicio a su ponencia sólidamente crítica del estado actual del desarrollo urbano, la política hidráulica y la ecológica regional y de nuestro país, haciendo una breve referencia a lo que acontecía en su patria natal, Francia, en la década de los años sesenta del siglo XIX, en torno a la ciudad Luz, en la cual, mientras el genial poeta Charles Baudelaire escribía una de sus obras fundamentales, titulada el Spleen de París, Eugéne Haussmann, prefecto o alcalde de la capital gala, armado de un mandato imperial de Napoleón III, abría una vasta red de bulevares en el corazón de la vieja ciudad medieval, imaginando nuevas calles y amplias avenidas como las arterias de un nuevo sistema circulatorio urbano, que con el paso del tiempo se convirtió en paradigma de la modernidad urbanística de importantes ciudades de todo el mundo, hasta bien entrado el siglo XX, incluyendo a la ciudad de México en el periodo del porfiriato, época en que se construyó el Paseo de la Reforma y toda su parafernalia vigente hasta la actualidad, siguiendo las pautas implantadas en París, por George Eugenio Haussmann.

Fue así que los nuevos bulevares permitirían que el ya en ese entonces, intenso tráfico de la ciudad, circulara de un extremo a otro de la urbe pasando por el centro de la capital francesa, proyecto que para esas fechas aparecía ante los ojos del ciudadano común, como una empresa fantasiosa y quijotesca.

Además, el proyecto Haussmann, posibilitó el reacomodo y demolición de numerosos barrios miserables, abriendo un pulmón arbolado en medio de una oscuridad y congestión asfixiantes. Lo que facilitó la expansión del comercio local y las actividades financieras a todos los niveles, contribuyendo de este modo a sufragar los enormes costos de demolición y reordenamiento urbano, las indemnizaciones y las nuevas construcciones implicadas.

De paso, semejante proyecto en tanto iniciativa del Estado francés, de índole pre keyneseana, terminó apaciguando a las masas parisinas generando empleos para decenas de miles de trabajadores, en ciertos momentos hasta una cuarta parte de la mano de obra de la ciudad, en obras públicas, planificadas visionariamente a largo plazo, que a su vez produjeron decenas de miles de puestos de trabajo en el sector privado en general.

Conforme avanzaba el proyecto se crearon corredores anchos y largos por los que podrían cruzar las tropas y la artillería previendo una fluida capacidad de desplazamiento en contra de futuras barricadas e insurrecciones urbanas, tan típicas de tan especial ciudad.

Los bulevares en ese sentido eran sólo una parte de un sistema mucho mayor de una muy ambiciosa planificación urbana, que incluía mercados centrales, puentes, alcantarillado, abastecimiento de agua, drenajes, así como la construcción de impresionantes monumentos y edificios tales como la Opera, y demás palacios destinados a fomentar la alta cultura entre la población, sin olvidar una muy bien pensada red de parques.

Este proyecto terminó propiciando las relaciones democráticas entre la población y entre ésta y sus gobernantes, -tal y como lo soñó el no menos genial arquitecto, Oscar Niemayer, al construir Brasilia en los años sesenta del siglo anterior-, al facilitar la comunicación física y vehicular entre todos sus sectores y barrios, abriendo la ciudad por primera vez en su historia, a todos sus habitantes, independientemente de su religión, sexo, clase social o ideología y afiliación política.

Es decir, que ya para 1860 y años posteriores, la ciudad de París vivió una profunda reorganización de su entorno urbano y social, que implicó la configuración de diversos municipios aledaños que pasaron formar parte física, política y administrativamente de la ciudad Luz. A través de una visionaria política de estado del Estado francés.

En otras palabras, lo que quiero decir, -sostiene Bataillon-, es el hecho de que los regímenes urbanos y los regímenes demográficos van de la mano, de tal modo que actualmente podemos poner como ejemplo a las ciudades ubicadas al sur del Sahara, que están creciendo mucho, a diferencia de otras más al norte del continente africano como son el Cairo o Argelia.

La pregunta fundamental es entonces, ¿cómo éstas y otras ciudades manejan sus territorios?

Cuando el uso y administración pública del territorio es hoy uno de los problemas más serios que tenemos en un país como México, en el que desde el eje neo volcánico en el centro de esta gran nación considerando el decurso del río Lerma, se atestigua una política hidrológica desfasada y desorganizada, amplia zona en que desde la época de la Nueva España la siembra del azúcar y los deshechos volcánicos configuraban una problemática específica, hasta llegar a nuestros días, en medio de zonas y múltiples puntos de reserva de aguas profundas y poco profundas, éstas últimas prácticamente a flor de tierra fácilmente utilizables que adquieren la forma de lagos o lagunas o bien de aguas subterráneas, que exigen en este momento un mayor control público, y que a lo largo del río Lerma conllevan además de los deshechos provenientes de la agricultura de temporal, contaminantes industriales y agroquímicos, en un río que como el Lerma en tanto sistema hidráulico de vastas proporciones, fue cortado por los ingenieros del DF, lo que no quita la posibilidad de hacer embalses que como en lo que atañe a este río, a Chapala y a la ZMG, permitirían volver a bombear las aguas ya purificadas, para un uso limpio en Guadalajara y sus áreas conurbadas.

Y si bien descontaminar el agua cuesta mucho, resulta una tarea imprescindible en toda política urbana contemporánea, considerando el gran desperdicio de tuberías que se padece en México, mientras en Francia, la optimización de una adecuada política hidráulica, que va de la mano de una política ecológica, la extensión en las tuberías para uso humano se ha triplicado en los últimos diez años.

El agua como un recurso escaso y caro, y no infinito y barato, como lo tematizan los políticos y gobernantes demagogos y populistas de este lado del Atlántico, exige una política eficiente y racional orientada para el reciclaje de las aguas contaminadas, como sucede en el vínculo Bajío-ZMG.

En México, por otra parte, lo que tenemos es un uso excesivo de distinto tipo de tuberías, pues las hay para el agua, la luz, el teléfono, el gas, etcétera. Esto podría obviamente optimizarse.

El abastecimiento del agua en el caso de la cuenca del río Lerma, nos remite en consecuencia a un problema hidráulico macro regional, en donde no se pueden minimizar las asimetrías sociales existentes en su largo decurso.

Buenos Aires a principios del siglo XX fue un caso en el que un inadecuado manejo gubernamental y político de tales asimetrías sociales, redundó en nefastos efectos en lo que respecta al uso social del vital líquido, pues mientras las zonas más ricas tenían acceso a sistemas modernos de alcantarillado y drenaje, las zonas proletarias y marginales por el contrario, de tal modo que los pobres de la ciudad al construir rústicos sistemas de drenaje terminaron por contaminar los mantos freáticos de la ciudad en general, ante el descuido de sucesivos gobiernos de la gran ciudad capital argentina.

Es así que la limpieza de las aguas de uso urbano se convierte en una tarea primordial de los gobiernos metropolitanos, sin olvidar que muchos de los rellenos sanitarios aún en uso en América Latina, México y el occidente de este país, son altamente contaminantes de los mantos acuíferos subterráneos.

Por otra parte, el uso excesivo de las bolsas de plástico y tiraderos de basura por doquier, en medio de agudos procesos de cambio climático como los que está padeciendo gran parte del sureste mexicano, y sus ciudades, se ha convertido en un  serio problema de salud pública y de prevención de desastres, pues tales bolsas y basura ha taponeado a la mayoría de los sistemas de drenaje de Tabasco a Veracruz en un contexto de lluvias torrenciales prolongadas, lo que nos habla de una total ausencia de prevención por parte de los gobiernos locales no obstante experiencias previas tanto en el sureste mexicano como el estadounidense, en Nueva Orleans o Florida.

Los sistemas de recolección de basura no pueden verse ni asumirse como separados de las tareas gubernamentales de limpieza de las aguas, y ante la alta contaminación generada por los rellenos sanitarios en uso.

La formación de una cultura ciudadana al respecto, resulta estratégica en cualquier política de planeación urbanística o metropolitana, pero también, problemas en el uso del agua como los existentes entre Guanajuato y Jalisco, deben y pueden resolverse de manera común, racional y democrática.

Por ende, en el caso de México y conforme han pasado los años, tal y como se ven las cosas, apunta Bataillon, las políticas urbanas dependientes de los tres niveles de gobierno, se caracterizan por una enorme rigidez administrativa***, situación que podemos constatar con los caóticos procesos de conurbación en diferentes partes del país, entre el Distrito Federal y el estado de México, o en lo que conocemos también como zona metropolitana de Guadalajara que incluye relaciones vitales con la zona del Bajío en Guanajuato y con el puerto de Manzanillo por el lado sur.

Al respecto, Bataillon pone como ejemplo el manejo del agua proveniente del río Lerma y que vincula a la Zona Metropolitana de Guadalajara, con Guanajuato, y específicamente con agricultores del Bajío, relación en la que se percibe un cierto descontrol en el uso del líquido vital, entre las dos entidades, así como en la calidad y cantidad de agua que se contamina e su decurso, desde sus orígenes en el estado de México; lo que nos habla de un problema común que atañe en este caso en el occidente mexicano analizado, a Guanajuato y Jalisco así como a la perla tapatía y su zona metropolitana; pues es difícil decir a los agricultores del Bajío que controlen los agroquímicos y contaminantes que vierten a su cuenca, prácticas que sin lugar a dudas afecta a la zona metropolitana de Guadalajara, ZMG, sin contemplar su despilfarro y su impacto en las tierras río abajo, -problema que es  necesario asumir hoy más que nunca en tanto política de Estado, política interestatal y metropolitana-, problema que además se plantea como un problema de tiempo, pues hay un tiempo de lluvias y otro de secas, época en la que se hace necesario para los agricultores almacenar el agua, a seis meses, y un problema de uso del espacio entre los distintos puntos del largo Lerma, desde los manantiales de Almoloya del río en el estado de México, cruzando hacia el noroeste hacia el valle de Toluca para terminar desaguando en el lago de Chapala.

Río que como ustedes saben, cuenta con una longitud de 708 kilómetros desde su origen, drenando una área de 47 mil, 116 kilómetros cuadrados, y sirve como fuente de energía eléctrica a la ciudad de México, proveyéndole de agua potable al atravesar su cauce un acueducto que cruza por la sierra de las cruces.

Es decir, que entre la altitud de su fuente a 2 mil, 500 metros de altura y su desembocadura en el lago de Chapala, a mil, 524 metros sobre el nivel del mar, hay un desfase de un poco más de 1000 metros, rico en posibilidades de política y planeación hidráulica, que incluyen diversas opciones en el uso de este gran caudal fluvial que tiene en Guanajuato, 180 km de extensión y afluentes tales como los ríos Tigre, Laja, Guanajuato, Silao, Turbio, Ibarra, Verde Grande, entre otros.

Y ya que tocamos este punto donde confluyen políticas de planeación urbanística, hidráulica y ecológica de carácter metropolitano, y por ende, relaciones entre entidades como Guanajuato o Jalisco, la ZMG y sus gobiernos y su ciudadanía, agrega Bataillon, es imposible no hacer referencia al ejemplo holandés, en donde las diversas regiones de los países Bajos y su riquísimo potencial hidráulico, representan la mejor tradición a nivel planetario de cooperación, vertical y horizontal, donde la voz de los ciudadanos tiene una poderosa presencia en la toma de decisiones estratégica.

Es decir, que la importancia del poder local es bastante fuerte para hacerse escuchar por el gobierno federal y los estatales, o departamentales como los llamamos en Francia, lo que significa que este tipo de temas y otros no menos importantes se discuten con apertura y franqueza, entre gobernantes y ciudadanos, constituyendo una verdadera esfera pública en el mejor sentido habermasiano del término.

Dado que si hay niveles de decisión desde arriba que también pueden funcionar en una cultura definitivamente antiautoritaria por centurias, como la holandesa, también sucede de abajo hacia arriba, por lo que se produce por lo general un acuerdo entre iguales, con una enorme capacidad del Estado neerlandés para escuchar e incorporar en las políticas de planeación y ejecutivas, a las opiniones y puntos de vista de sus ciudadanos.

Carlos Ramiro Vargas. Comunicación Política Integral, Planeación Antropológica-Cultural y Análisis Geopolítico y Estratégico. Colima, Colima, a 27 de septiembre, 2010.

 

-Análisis y Transcripción: antropólogo lingüista y máster en comunicación social por la Universidad Iberoamericana, campus santa Fe, Carlos Ramiro Vargas-

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