Funcionarios de EEUU perplejos ante escépticos a las vacunas

Con la certeza de que tienen la razón, batallando para encontrar la forma de que se reciba su mensaje, funcionarios de salud pública están exasperados por su incapacidad de persuadir a más padres estadounidenses a que vacunen a sus hijos.

«Pienso que todos estamos algo frustrados», dijo Stephen Morse, un experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Columbia. «Como científicos, somos probablemente los menos equipados para saber cómo hacer esto».

Los funcionarios dijeron que están lidiando con una pequeña minoría de padres que están mal informados —o meramente son obstinados— respecto al riesgo de las inoculaciones. Los padres dicen que han realizado su propia investigación y que creen que los riesgos son mayores a lo que admiten las autoridades de salud; ellos simplemente están tomando sus propias decisiones médicas, señalan.

La mayoría de los padres sí llevan a sus hijos a vacunar, y las tasas de vacunación nacional para asistentes al jardín de niños siguen estando arriba de 90%. Los expertos ni siquiera están seguros si la cantidad de familias que no vacunan a sus hijos está creciendo de manera significativa.

Pero en algunos estados ha estado aumentando la cifra de padres que buscan dispensas a los requerimientos de vacunación para asistir a la escuela. En algunas comunidades, grandes proporciones de grupos familiares se saltan la vacunación o la retrasan. Esto ha ocurrido a pesar de brotes epidémicos perturbadores de algunas enfermedades prevenibles con vacunas que ya habían desaparecido de Estados Unidos.

«Parte de la razón por la cual todos están tan preocupados sobre esto es porque ellos no saben si las cosas empeorarán», dijo el doctor Walter Orenstein, de la Universidad Emory, considerado uno de los principales expertos en vacunas de la nación.

El sarampión es una de las principales preocupaciones. Hace poco más de 50 años, el sarampión ocasionaba casi medio millón de enfermos anuales en Estados Unidos, incluidas aproximadamente 450 muertes. Pero décadas de campañas de vacunación terminaron en el 2000 la transmisión de sarampión originado en el país. El reporte anual de casos cayó a 34 en 2004. Pero en los últimos cinco años aproximadamente, los casos de sarampión regresaron a los cientos debido a que viajeros infectados detonaron epidemias en comunidades con bajos registros de vacunación.

Actualmente el número de casos sigue siendo relativamente pequeño. Pero funcionarios de salud temen que si sigue aumentando la cifra de familias no vacunadas, se reestablecerá en Estados Unidos la propagación ininterrumpida de sarampión, y se convertirá en un virus nativo una vez más.

Los científicos han asumido desde hace mucho tiempo que el problema es que algunos padres simplemente están mal informados, y que al proporcionarles «información rectificativa» se aclararán las cosas.

Pero algunos estudios han mostrado que eso parece no estar funcionando. Por ejemplo, en los últimos 15 años, una preocupación principal entre muchos opositores a la vacunación es que ésta detona autismo en niños. Un estudio reciente encontró que a algunos padres opositores a la vacunación se les presentó evidencia médica refutando sus temores, y parecieron persuadidos. Pero aun así dijeron que no tenían intención de vacunar a sus hijos.

«La gente es realmente buena para inventar razones para creer lo que ya creen», dijo Jason Reifler, un experto en ciencia política de la Universidad de Exeter, quien fue coautor del estudio.

De hecho, las vacunas pueden tener efectos secundarios, y muy severos, en algunos casos extremadamente inusuales que los médicos no siempre pueden anticipar.

«Puede haber uno en un millón o uno en dos millones, pero no puedo asegurar que eso no ocurrirá a su hijo», dijo Morse.

Algunos padres dicen, «no deseo tomar ese riesgo con mi hijo», agregó. AP

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