San Nicolás de los Garza, Nuevo León.- En el cómputo individual, Tigres fue más que River Plate en el partido de ida de la final, pero este multicampeón argentino de la Libertadores tiene un sentido de supervivencia que lo lleva a salir, si no airoso, al menos indemne de los trances más delicados, y se lleva un empate a cero para enfrentar el juego de vuelta en el Américo Vespucio Liberti de Buenos Aires.
Sin el aliciente de la mayor valía del gol de visitante, River se encomendó al buen portero que es Barovero y a la tremenda eficiencia de Kranevitter: hiperactivo y sabio, el joven mediocentro argentino compensaba las impetuosas y, en ocasiones, tardías acometidas del veterano Ponzio; el primero por las buenas, el segundo a patadas, pero ambos interrumpían la limpia circulación de juego que pretendía Tigres.
Pizarro daba sentido al juego, encontrando cuándo acelerar, cuándo circular el balón y, sobre todo, dirigiendo la presión cuando River hilvanaba tres toques, y lo apoyaba Arévalo, quien en esta Libertadores se ha convertido en un asiduo del área rival, siempre indetectable por su facilidad para encontrar los espacios en la defensa, siempre sorpresivo.
Tigres tenía, pues, los mejores recursos ofensivos: Guignac recibiendo de espaldas y procurando tiempo y espacio para a la llegada de Damm o Álvarez, dos especialistas en dinamitar desde los costados; la capacidad de Sobis de encontrar vías de juego cuando bajaba a construir entre los duros mediocentros porteños; y, como siempre, el recurso del balón largo de Juninho; pero en los instantes cruciales frente al arco rival, un pasito, un milímetro, una barrida, un exceso de confianza… y las oportunidades se truncaban.
Corría el minuto 19 cuando Jurgen Damm se impuso en una disputa por el balón afuera del área, se internó en el área a velocidad supersónica, congeló la jugada con una pausa escalofriante, a dos pasos del área chica y la línea de meta, y le puso la pelota en la cabeza a Sobis, quien, incapaz de darle dirección adecuada, la mandó a las manos de Barovero.
Damián Álvarez hizo un partido correcto, voluntarioso en el desborde, ofreciéndose para dar aire a su equipo a por la banda; incluso puso centros interesantes que cayeron entre los centrales y Barovero, pero la banda izquierda de Tigres languideció por la ausencia de Javier Aquino.
Aun en el lado izquierdo, aunque un poco más hacia el centro, la defensa de Tigres apoyaba a Pizarro en su sordo duelo contra Kranevitter y Ponzio, lo que permitía a Arévalo Ríos explotar esa nueva característica suya de la que los sudamericanos parecen no haber tomado nota: es indetectable cuando se acerca al área y encuentra posición de remate.
Pero Tigres extrañaba a Aquino: el menudo oaxaqueño corre por tres, cuatro, o cuantos haga falta, y su presencia incomoda e inhibe cualquier atisbo de ataque rival por su costado. Huérfano de este recurso, Tigres encontraba otras maneras de acercarse a Barovero.
Así, cuando Sobis bajó a construir, en el segundo tiempo, el equipo universitario empezó a hilvanar toques cortos y veloces que superaban incluso a Kranevitter. El brasileño compuso una estupenda pared que River desbarató de una patada; en el cobro de la falta, Juninho sorprendió con un pase retrasado a Pizarro, y el posterior disparo de este se halló con las manos del arquero argentino.
Antes, Egidio recibió en el área contraria un balón largo enviado desde la defensa, pero un pequeño defecto en el control le impidió disparar.
Luego Dueñas, quien sustituyó al omnipresente Arévalo, puso a Damm, con la mala fortuna del defensa en el que pegó el esférico, enfrentó al arquero, lo esquivó y perdió la perspectiva de la portería. Cuando se dio cuenta, ya no tenía ninguna oportunidad de disparar, y sólo pudo mandar centro que despejó con alivio River.
En los instantes finales, Tigres se acercó más al área de los argentinos, pero ya no había claridad en el último servicio, y el partido se fue muriendo ante la complacencia de River, a quien el empate no desagrada en absoluto.
Tigres y River se han enfrentado tres veces en esta Libertadores, y aún no han podido derrotarse; en el cuarto enfrentamiento, la próxima semana en el Monumental, ya no admite otro empate.
Marcelo Gallardo, técnico de River Plate, dijo después del partido lamentó las amarillas para su equipo que dejará fuera a algunos jugadores claves en su esquema.
«No quisimos advertir de lo negativo que pudo haber sido el calor, pero lo sacaron adelante, porque no era fácil. sin embargo no nos pudieron convertir».
«Hoy no era fácil ante un gran equipo, con buenos jugadores y con toda su gente y no pudieron vencernos. Eso nos deja muy bien parados para el partido de vuelta. Lo que vi es la grandeza de los jugadores (River) para sobreponerse a cualquier tipo de adversidad y eso es para destacarse».
Por su parte Ricardo Ferretti dijo en rueda de prensa que el equipo intento y buscó por todas partes pero que desafortunadamente el gol no llegó.
«Los estadios no juegan, yo creo que allá, así como ellos no se asustaron, nosotros tampoco nos vamos a asustar, y hay cosas que mejorar y tenemos tiempo para entrenar. Es una bonita final y todo está parejo, la moneda está en el aire y vamos a ver de que lado cae», dijo.
«Naturalmente allá (Argentina), vamos a tener que implementar cosas por sistema y otras distintas. Es un equipo ordenado con buenos jugadores, así que no podemos ser tontos y regalar nada, así como ellos no regalan nada. En estos partidos y el futbol es así, nadie quiere regalar nada».
El técnico brasileño agregó que el calor afectó a los dos, pero que en Argentina el clima frío de la temporada dará oportunidad para mayor desgaste físico pero que el clima no determinará el partido.
En el partido de vuelta en Buenos Aires los Tigres de Ricardo Ferretti buscarán la máxima gloria que se les ha negado a los representativos tricolores; anteriormente fue Cruz Azul en el 2001, quien perdió la instancia definitiva ante los argentinos de Boca Juniors en la tanda de penales, luego fueron las Chivas del Guadalajara los que cayeron ante los brasileños del Inter de Porto Alegre por global 3-5.
El cuadro de la ‘Sultana del Norte’ busca ser el primer mexicano en levantar la Libertadores y el segundo en hacerlo en un torneo de Conmebol, luego de que Pachuca ganara la Copa Sudamericana en 2006.
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