Colima.- Antes de la misa del mediodía, el obispo de la Diócesis de Colima, Marcelino Hernández, realizó la bendición de palmas en la Catedral colimense, dando inicio oficial a la Semana Santa para la Iglesia Católica.
Actos similares se llevaron a cabo en los templos católicos de todo el estado, con la participación de cientos de colimenses que recordaron la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, el domingo anterior a su muerte.
Se recuerda el relato en el que se menciona que la ciudad estaba llena de peregrinos para celebrar la pascua judía; y que una gran multitud rodeó a Jesús y con ramos de olivos y palmas en las manos, lo acompañó en su entrada en la ciudad, entre cánticos y exclamaciones.
En esta celebración, las palmas o ramos son benditos y se llevan a casa como signo de la bendición de Dios, de su protección y ayuda.
Se colocan sobre un crucifijo o cuadro religioso y es un sacramental, o sea que recuerdan algo sagrado.
Celebración papal
Al celebrar la misa por el Domingo de Ramos, el Papa Francisco recordó a los refugiados y lamentó que por ellos «nadie se hace responsable», justo cuando Europa acaba de determinar el cierre de sus fronteras para migrantes de Medio Oriente.
Ante más de 60 mil personas congregadas en la Plaza de San Pedro del Vaticano, Francisco inició la ceremonia con la bendición de los ramos de olivo que los fieles llevaban consigo y una procesión cargando el tradicional ramo de palma, acompañado por cardenales y obispos.
En su sermón, el líder católico repasó todos los momentos de la pasión y muerte de Jesús quien –dijo- “fue vendido por 30 denarios y con un beso por un discípulo que había elegido y llamado amigo”.
Agregó que todos los otros seguidores suyos huyeron y lo abandonaron, Pedro lo negó tres veces mientras él fue humillado con insultos y escupitajos, sufrió en el cuerpo violencias atroces: golpes, flagelos y la corona de espinas que volvió irreconocible su aspecto.
Mientras le es negada toda justicia, Jesús padece sobre su piel también la indiferencia, porque ninguno quiere asumirse la responsabilidad de su destino”, abundó.
Pienso en tanta gente, tantos marginados, tantos refugiados, tantos migrantes, a aquellos de los cuales muchos no quieren asumirse la responsabilidad por su destino”, siguió.
Recordó que Jesús tuvo la muerte más dolorosa e infamante, reservada a los traidores y a los peores criminales.
Apuntó que, cuando tuvo la tentación de bajarse de la cruz, Cristo optó por revelar “el rostro verdadero de Dios” que es la misericordia, perdonando a sus verdugos y abriendo las puertas del paraíso al ladrón arrepentido.
Pero advirtió que el amor superó el abismo del mal, redimió el dolor, llevó luz a las tinieblas, vida a la muerte y venció al odio. Por eso invitó a todos los cristianos a aprender del amor humilde, para renunciar al egoísmo, a la búsqueda de poder y de fama.
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