ECONOMÍA DE LOS SACRAMENTOS
Por: Carlos Orozco Galeana
Este artículo para el Semanario Desde la Fe, del Arzobispado de Guadalajara, atañe al máximo pastor de los católicos y guía moral en el mundo, el Papa Francisco, quien representa un cambio positivo para la iglesia católica y ha tenido buena receptividad en sus declaraciones, incluso de personas no creyentes.
Ha mantenido una postura muy sensible y cercana a la realidad de hoy, fortaleciendo la función de la iglesia como mediadora. La forma de entender el poder o el liderazgo eclesial como servicio y no como condición de dominación que propone, ha servido para identificar lo que trae dentro del corazón este servidor de Dios, a contrapelo de lo que otros supuestos guías morales pueden alegar en sus discursos o mediante sus conductas erróneas.
El manifestó recientemente su rechazo al cobro que realizan algunas iglesias por celebrar los sacramentos como bautizos, primeras comuniones, confirmaciones y matrimonios. Ha dicho que la salvación ni tiene precio ni se puede pagar con dinero, lo cual es cierto. Y ha convocado a los feligreses a tener el valor de informar a los sacerdotes que es un pecado si llegan a ver en las iglesias una lista de precios. Los templos han de respetarse y no ser objeto de lucro.
No se puede contemplar ni aceptar que algo tan importante para mantener una vida cristiana como son los sacramentos tengan un costo. “No tiene precio participar en las celebraciones de la iglesia y por ninguna razón debería existir ambición económica por parte de los sacerdotes. Es un derecho para los cristianos y las puertas de la iglesia siempre deben estar abiertas y sin tarifas”, advirtió el obispo de Roma.
Cito otras de sus palabras en torno a este asunto: “Jesucristo expulsó a los mercaderes del templo por querer convertir la casa de oración en una cueva de ladrones”. Y dio un mensaje a los sacerdotes: “Hay dos cosas que Dios no va a perdonar, una es un sacerdote avaro y otra es un sacerdote que no sirve a sus fieles y los maltrata.”
La Iglesia es servicio, como lo debe ser la política ordinaria. El sacerdote ha de llevar una vida alejada de los círculos de poder al que algunos obispos muy famosos en el mundo, sin embargo, son afines e incluso se les vea feliz al lado de los poderosos en fiestas o reuniones políticas. Pero recuérdese que Jesús condescendía con personas adineradas o gente del poder precisamente porque quería curarlos; a él no le importaban tanto los sanos como los enfermos: deseaba en su corazón que los ricos no sirvieran al dinero sino a sus semejantes, a los que despreciaban y veían como esclavos.
La iglesia católica tiene preferencia, pues, por los enfermos. Por ejemplo, a los políticos en general los convoca a hacer de su actividad un apostolado porque tienen una representación real, se ofrecen para servir, no para servirse; se ofrecen para resolver problemas y no para que ellos mismos se conviertan en eso para todos por sus desvíos. Muchos políticos, dizque servidores, son hoy para el país un gran problema por sus traiciones a la comunidad.
Pero volviendo al comentario central, digo que los servicios eclesiales no deben tener costo ni han existir listados con tarifas. Otra cosa distinta es que los feligreses, por su cuenta, quieran cooperar con las parroquias o capillas porque en muchas de ellas hasta la pobreza se respira y los sacerdotes no tienen quizás ni para comprar escobas o para solventar gastos menores pues todo lo que tienen lo dan.
Que las palabras del papa Francisco resuenen y se resuelvan problemas de ese género – económico- donde los haya. Puede ser que algunos católicos no convencidos de su religión usen ese argumento para alejarse de la iglesia y critiquen abiertamente ese perfil institucional de recibir apoyos comunitarios para beneficio de la propia comunidad.
Pr cierto, Jesús jamás habló de que se otorgarían sacramentos a cambio de, pero situémonos en nuestro tiempo y digamos que hay convocatorias de sacerdotes a ayudar a personas necesitadas en los barrios o movimientos que trabajan por la extensión del evangelio a los cuales ha de tenderse la mano. Mientras que toda cooperación sea para el servicio a los demás, para fortalecer a la iglesia, debe ser bienvenida y promovida por todos.