REELECCIÓN UNIVERSITARIA
CARLOS OROZCO GALEANA
Ocurrió lo que se veía venir en el ámbito universitario: la reelección para un segundo período ( 2017- 2021) del rector Eduardo Hernández Nava, quien fue respaldado ampliamente por la comunidad educativa que gobierna ( 98.8 de los consejeros). Efectiva es esta renovación porque se traduce en una continuidad de los proyectos y programas universitarios que significará el impulso a una cobertura mayor y la necesaria calidad, a la visualización de un horizonte más claro que permita aspirar a un Colima más progresista.
El crecimiento económico y social de Colima está ligado indisolublemente a lo que haga o deje de hacer la Universidad, que capacita a las nuevas generaciones. Acierto si digo que sus políticas académicas tienen un impacto real en las aspiraciones que cada alumno o familia o el sector productivo se forja por su servicio escolar. Detrás de la asistencia de cada alumno a ese centro del saber, hay historias de esfuerzos grandes, sacrificios insólitos de padres y madres de familia que confían en que sus hijos van allí porque recibirán las herramientas necesarias para abrirse paso en la vida, y por igual hay grandes inversiones financieras. La Universidad de Colima es emblema de confianza.
A lo largo de los últimos años, hemos visto un crecimiento institucional con una planeación eficaz, perturbado solo por el problema del Fosap y críticas de anteriores dirigentes sindicales que se han diluido con el tiempo hasta quedar en nada. Así parece al menos. Fuera de eso, se percibe en su recinto un ambiente propicio que facilita la generación de conocimiento nuevo y su transmisión, que se traduce en un buen vivir para la mayoría.
El rector Hernández Nava mencionó que entre los principales retos para su segundo período está el de asegurar el ingreso de más jóvenes a la Universidad y gestionar recursos para obtener mayor infraestructura. Dijo a “Angel Guardián” que se tiene una cobertura del 40 por ciento, que es lo que se solicita a nivel nacional, pero que hay el compromiso de ampliar esta cobertura a 50 por ciento”.
Mas lo importante, al margen de esos números y las oportunidades existentes que ofrece la Universidad, es que se trabaja con la visión de estar en un mundo «globalizado» que la empuja a presenciar y valorar cambios. La Universidad de Colima es constructora del cambio. Hoy incumbe más el resultado concreto, el éxito para sobresalir de entre los demás. Y se tiene como esencial que los alumnos salgan y encuentren rápido un empleo. Importa el que cada carrera tenga más adeptos. Importa difundir la imagen de una educación con responsabilidad social que incorpore tecnologías nuevas y tenga a docentes más calificados. Interesa que más egresados se enrolen en el mundo productivo, para culminar aspiraciones e inversiones personales y familiares.
Todo lo anterior está bien, mas se requiere valorar a la persona no por sus posibilidades en el mercado, sino como un ser que tiene un sentido y un valor mucho más allá de las cotizaciones de bolsa. La formación humana tiene que ir más allá de los vaivenes del mercado, de los cambios de internet. Junto a la alta competencia técnica, es necesario abrir espacios a la reflexión sobre los valores morales y su adopción. La Universidad puede ayudar más a moldear a un alumno, a la persona, hacia un fin promisorio.
El escritor español Fernando Pascual ha escrito que el auténtico humanismo, el que debe ser corazón de todas las Universidades del mundo, tiene que pasar siempre por la centralidad del hombre. “De ese ser que, como decía Pascal, es sólo una caña, frágil, débil, capaz de romperse ante la fuerza de un huracán o de un pequeño virus infectivo”. Éxito a las autoridades universitarias en el nuevo curso de cuatro años. Será esencial en el transcurrir de Colima.