Que sirva el conocimiento para resolver problemas de la sociedad

Sobre la premisa de “poner al conocimiento en su lugar, que salga del libro y llegue a resolver los problemas de la sociedad”, giró la presentación que hizo sobre su libro la pedagoga e instructora de la Dirección de Educación Continua de la ANUIES, Mabel Bellocchio, titulado Educación basada en competencias y constructivismo Un enfoque y un modelo para la formación pedagógica del Siglo XXI.

La citada obra, que fue dada a conocer recientemente en la Facultad de Ciencias de la Educación, fue coeditada por la universidades de Colima, Autónoma de Ciudad Juárez y la ANUIES, a lo que el coordinador general de Docencia de la U de C, Juan Carlos Yáñez Velazco comentó que además el rector Miguel Ángel Aguayo financió una edición de mil ejemplares que entregó hace unos meses a los comités curriculares de educación superior y a directores de educación media superior de la institución.

“Representa una alegría tener un texto que nos ayude en el proceso de transformación que experimenta la Universidad y que encuentra una de sus etapas o quizá la más importante en el diseño curricular, el que tiene que ver con el trabajo de los profesores con los estudiantes”, apuntó el funcionario.

En su intervención, la propia autora dijo que su libro tiene como antecedente el concebir a la educación como un bien público no negociable y como un derecho social universal, aunado al enfoque por competencias, “siempre con la intención de conciliar ambos términos con la convicción de que la defensa de la educación pública es un deber incondicional de todo ser”.

Al hablar de la teoría de la educación basada en competencias, la también asesora en diseño curricular retomó conceptos como el conductismo no reduccionista, que propone que a partir de la observación de la conducta se tienen que reconstruir y evaluar procesos mentales y metacognitivos, “por lo tanto este conductismo no es el conductismo en su versión más descarnada y ortodoxa, sino un conductismo que pretende ser integral”.

Por otro lado, M. Bellochio se refirió al constructivismo no conceptualista como parte de su propuesta y que al contrario del constructivismo tradicional, que hace demasiado énfasis en la construcción de conceptos o cuestiones exclusivamente intelectuales descuidado el aprendizaje emocional y el desarrollo moral, tiende a un proceso de aprender a aprender conceptos morales, procedimientos morales, “inclusive a partir del aprender a aprender podrían derivarse los procesos creativos”.

También hizo mención a un pragmatismo que recupera la teoría como un concepto que permite evaluar resultados pero también procesos ya que de esta manera, “vamos a poder lograr esta conjunción de conocimientos, habilidades, destrezas y aptitudes en que las competencias consisten”.

Sin embargo, añadió, la educación basada en competencias no es una mezcla caprichosa sino un posicionamiento ecléctico metódico y sistemático, que propone una instancia superadora para los problemas detectados en todos los niveles educativos y los que salgan especialmente en el nivel superior.

En este sentido, la especialista aclaró que uno de los problemas detectados proviene de la disociación de la herencia positivista entre la teoría y la acción, ya que aprobar una materia, un ciclo escolar o todo un programa educativo en muchas instituciones de educación superior, actualmente consiste en una cuestión de buena memoria; “como sólo se trata de repetir más que de comprender, de saber y de saber hacer, es fácil engañarnos entre nosotros con declaraciones no significativas que expresan falsos conocimientos”.

Son precisamente este tipo de problemas los que pretende resolver el enfoque por competencias, prosiguió la expositora, pues tarde que temprano surgen los problemas, principalmente en la incorporación al mundo laboral, “donde el desempeño de los egresados deja al descubierto enormes lagunas formativas con un descuido injustificable en el contexto de la aplicación”.

Para ella ensayar el enfoque por competencias en las universidades permitirá cerrar los procesos pedagógicos en el estudiante, superar el hiato entre la teoría y la acción, asegurar el trabajo cooperativo en bloques formativos de práctica interdisciplinaria y contribuir al desarrollo de una sociedad inteligente del conocimiento, que se mida no por su producción en ciencia y tecnología sino por la calidad de vida en la población.

 

Explicó, asimismo, que la interdisciplinariedad propuesta en el libro está determinada por problemas detectados en la población cercana a cada una de las instituciones y aprovechando el extraordinario capital humano con cuentan las universidades, pues en sus planteles y centros de investigación se aglutina el saber necesario para resolverlos y “un problema siempre se resuelve a través del saber”.

En este sentido, añadió, es importante armar bloques formativos donde estén los profesionistas claves para poder resolver determinado problema social, vinculado a la región a la que pertenece la institución, de esa manera se encontraría un mecanismo para operar la construcción de la sociedad inteligente del conocimiento, “lo principal de todo es que vamos a poner al conocimiento en su lugar, el conocimiento tiene que salir del libro y llegar a resolver el problema”.

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