Es común que a uno le duela la cabeza o el estómago, o padezca alguna gripe, y entonces reciba el consejo de un amigo o familiar de tomar cierto medicamento, y aunque más de una vez resulta favorable, no siempre será así, ya que podría tener efectos adversos.
La automedicación es un uno de los problemas que preocupa a las organizaciones de Salud, no sólo por los efectos que se dan a nivel renal, hepático o alérgico, sino por la resistencia que pueden generar en el organismo. De acuerdo con la Secretaría de Salud Federal, se estima que más del 80 por ciento de la población se automedica.
Óscar Alberto Newton Sánchez, profesor-investigador de la Universidad de Colima, comentó que todos los fármacos tienen efectos secundarios: “No hay ninguno inocuo, unos más que otros; el problema es el consumo inadecuado y mal indicado”, dijo.
De acuerdo con este infectólogo, los fármacos que más se automedican son los analgésicos (para aliviar el dolor), antitérmicos (para la fiebre) y antibióticos (para combatir infecciones).
Debe quedar claro, continuó Newton Sánchez, que “nosotros no presentamos resistencia a los fármacos, pero las bacterias sí, tanto las que llevamos dentro como las que adquirimos de afuera; cuando tomamos un medicamento que no está bien indicado, que nos autoprescribimos o no lo usamos en la dosis y tiempos adecuados, afectamos a las bacterias que están en nuestro cuerpo y las hacemos cada vez más resistentes a ese antibiótico”.
El científico de la Facultad de Medicina agregó que, si se consume el medicamento equivocado, se puede romper el equilibrio de las bacterias patógenas y no patógenas en nuestro cuerpo y, por consecuencia, unas sobresaldrán más que el resto, generando un proceso distinto al que estaba dirigido.
Entonces, prosiguió, “independientemente de que nos puede afectar el hígado, riñón, vesícula o cualquier órgano por el que se elimine el antibiótico, les damos a las bacterias pequeñas dosis de éste y adquieren así resistencia”.
El infectólogo señaló otros tres aspectos importes en el aumento de resistencia a los fármacos. El primero de ellos es la prescripción de antibióticos para enfermedades virales (se estima que al menos el 80 por ciento de las infecciones son de esta índole). “Los antibióticos no funcionan para los virus. Muchas veces prescribimos antibiótico para estas infecciones por desconocimiento del diagnóstico en ese momento. Hay guías de práctica clínica donde está bien establecido el modelo para abordar estas enfermedades y la mayoría no indica antibiótico”, explicó.
El segundo es la presión del paciente para recibir un antibiótico: “La cultura del paciente es que, cuando entra a un consultorio, debe salir con una receta que incluya al menos un analgésico y un antibiótico. Muchas veces el paciente presiona porque llega más informado o mal informado a través de muchas fuentes”.
El tercero es que en los consultorios de atención rápida, el paciente puede adquirir una receta sin que tenga un historial clínico previo.
El especialista dijo que estos tres factores hacen que el consumo de antibióticos se incremente, que las bacterias generen resistencia, y que México esté entre el primero y segundo lugar en consumo de antibióticos en Latinoamérica, lo cual contrasta con las nuevas disposiciones que prohíben su venta libre, pues se debe presentar una receta médica.
Para el académico, es necesario que el paciente acuda con el personal de salud si presenta algún síntoma, ya que la automedicación es un serio problema; de hecho, la Organización Mundial de la Salud ha hecho énfasis en dicha problemática desde el 2015.
“Ésta es una situación seria, ya que la resistencia bacteriana se incrementa y nuestro arsenal de antibióticos cada vez es menor. Además, las investigaciones de nuevos fármacos se dirigen hacia otros grupos de medicamentos (para combatir el cáncer). Entonces, llegará un momento en que nuestro arsenal de antibióticos será tan pobre que tendremos problemas para controlar infecciones bacterianas”.
Por último, dijo que ya se están tomando medidas para controlar este problema de salud, y que se debe hacer énfasis en que el uso desmedido de antibióticos es nocivo y es responsabilidad de todos controlarlo, no nada más del personal de Salud: “Todos tenemos algo que aportar: médicos, enfermeras, autoridades, locales, nacionales y mundiales y, si trabajamos en el mismo sentido, controlaremos este problema de salud”, finalizó.