Ya se había caído antes, así que eso no es novedad. El problema fue que en esta ocasión sí le salió sangre y me asusté en secreto.
Pero recapitulemos (inserte audio de cinta en reversa).
Estábamos en el ensayo (Compañía de Teatro de la Universidad de Colima [para los que no sepan, también soy disque actriz]) y me tocaba a mí dar el calentamiento previo. Bebé estaba jugando al caballito en una estructura metálica donde hacen estiramientos los bailarines con quiénes compartimos salón.
Íbamos a pasar de la meditación al ejercicio de activación, cuando ví en cámara lenta como se atoró su pie al intentar «bajarse del caballo». Giró sobre su eje y al no encontrar dónde sujetarse, cayó de cara en el piso de madera. Acto seguido un fuerte llanto de dolor.
Dice Sujey (la más reciente actriz del grupo), que era la más cercana a bebé en el momento del golpe, que en dos pasos yo ya estaba del otro lado del salón abrazando a bebé. Aún no entiendo cómo funcionan esos superpoderes maternos, pero hay pruebas de su existencia.
Bebé disminuyó el llanto con el abrazo, pero al separarle de mi cuerpo le escurrió sangre de la boca y entré en pánico.
Lo primero que pensé fue «no muevas un músculo de tu rostro, si te ve asustada se va a asustar más y va a volver a llorar. Pe-ero-sa-an-gre ¡Cálmate!» (Si, si, a veces son varias las voces en mi cabeza).
-A ver mi amor, vamos al baño a lavarnos la carita. ¿Ya nos sentimos mejor? (*Muere por dentro*) Ves, solo fue un golpecito y el susto. Agua para refrescarnos. A ver, déjame ver (*levanta el labio superior y ve un pequeño orificio aún sangrante*). Ya ves, no pasó nada. Ven, vamos a darte lechita.
Si algo he aprendido con el paso del tiempo en el escenario es a hacerme consciente de cada músculo y gesto, pero cuando se trata de bebé, hay cosas que no noto hasta que veo que las imita.
Imagínense que eso hubiera sido algo más grave, ¿cómo hacer para liberar el susto sin mover un pelo y no asustar a bebé? Está canijo.
En este caso, el golpe abrió su labio dos milímetros; pero no sé cómo le hizo mi madre para no gritar envuelta en pánico cuando mi hermana se cayó de la cama y se trozó la lengua con sus propios dientes, jamás la vi llorar o no recuerdo haberla visto asustada.
Ding ding ding. Creo que ahí está el secreto. Yo de esta llegué a casa a llorar el susto una vez que bebé se durmió, porque #chillonaperochingona.
Pero, como lo dije antes, aún no entiendo cómo funcionan estos superpoderes maternales que te llevan a hacer cosas increíbles, como levantar autos o devorar chocolates de un bocado con tal de no darle a bebé.
Anyhow… Esto es como los videojuegos, vas desbloqueando niveles y aquí apenas vamos en «no asustarse con los madrazos». Miedo me da el «mamá vamos a quedarnos a dormir en casa de una amiga» y que no sea la casa de «una amiga».
Hasta pronto, folkes.