Uso y disfrute de la arquitectura, bases para asegurar su conservación

La rehabilitación, conservación y el mantenimiento son los criterios que deben orientar una nueva definición de patrimonio arquitectónico, afirmó el arquitecto y profesor de la Universidad de Alicante, España, Joan Calduch Cervera en la conferencia que ofreció en la Universidad de Colima.

Titulada El transcurso del tiempo sobre la arquitectura moderna: de la fugacidad a la pervivencia, la exposición tuvo como escenario la Pinacoteca Universitaria y formó parte de las actividades del VII Seminario Internacional de Conservación del Patrimonio, organizado por la Facultad de Arquitectura y Diseño de la casa de estudios.

Hizo, de entrada, un cuestionamiento sobre el concepto de patrimonio que priva particularmente en el ámbito de la arquitectura, los criterios y cualidades que son reconocidos para la protección y restauración de edificaciones, que, sin embargo muestran algunas incompatibilidades con mucho de lo que se ha construido durante el siglo XX y que normalmente es llamado, dijo, arquitectura del movimiento moderno.

Sobre ese punto en particular, el especialista español señaló que el concepto de patrimonio surgió en el siglo XVIII, vinculado a su valor histórico como fuente de conocimiento, y que tenía como un segundo término el aspecto artístico. Sin embargo, apuntó, actualmente dicho concepto ha derivado a una valoración como negocio cultural, aquello que es susceptible de generar plusvalía y ganancia económica.

“En consecuencia los valores de patrimonio histórico o artístico, los valores de la experiencia y del conocimiento que es donde estaba su origen, están siendo suplantados por los valores de la rentabilidad económica”, aseguró el ponente.

Dijo, asimismo, que además de estar vinculado al movimiento de las revoluciones francesa e industrial, el surgimiento del concepto de patrimonio arquitectónico que se tiene actualmente retoma características del pensamiento de la ilustración del Siglo XVIII, “porque a partir de ese momento el patrimonio es la memoria de la historia de una época que es anterior a la nuestra, hay una separación radical, entre lo anterior y lo nuestro, el presente”.

Para él, el cariz artístico en el concepto de patrimonio está muy vinculado a la estética romántica del siglo XIX, que ve a la ruina como reflexión y valoración del paso del tiempo, por lo que el patrimonio se convertirá en histórico-artístico y es desde entonces cuando las intervenciones en el patrimonio heredado ya no buscan solamente un efecto de inventariado de conocimiento, sino un inventariado de experiencia estética y de disfrute.

Por otra parte, manifestó que el concepto de arquitectura moderna ha estado relacionado a lo vanguardista y lo novedoso, por lo que una edificación que pierde dichas cualidades pierde también su valor más relevante y su sentido. “Esa pérdida de valor se vincula con un carácter específico de la arquitectura moderna que es su voluntad de no convertirse en patrimonio, de ser efímera, fugaz, y desaparecer. Estos argumentos hacen difícil la aplicación del concepto patrimonial vigente a la arquitectura moderna”.

En este sentido, enfatizó que si la arquitectura moderna, con el paso del tiempo pierde su cualidad fundamental, convirtiéndose en trivial y carente de significado, está condenada a desaparecer y su deterioro y abandono son la primera manifestación de esa desvalorización.

Lo que molesta principalmente a la comunidad arquitectónica, con el trato de los edificios antiguos, añadió, es el exceso de intervención, porque nadie espera que estén como el primer día de acabados, “tienen que manifestar su propia historia, no podemos borrarla, y en cambio la arquitectura moderna no admite el paso del tiempo, hace gala de una técnica que se enfrenta a la naturaleza”.

Tras afirmar que la arquitectura moderna se contrapone a la reflexión estética que surge de la idea romántica de ruina, pues es incompatible a la idea de deterioro, ésta “se convierte en una arqueología sin historia, en un lugar de fantasmas, un patrimonio muerto, parece que ese es el destino de los edificios modernos, perder su historia y la memoria”.

Para abundar en el tema, Calduch Cervera especificó que la moderna es una arquitectura que se originó con la premisa de ser efímera y desaparecer, pero es importante, agregó, no prescindir de ella, mantenerla viva y apropiárnosla, “la arquitectura tiene que ser nuestra y tenemos que seguir usándola, no es memoria de un pasado, es nuestra propia arquitectura, es nuestro presente, debemos usarla en las mejores condiciones posibles y el uso es el que garantiza que el medio social que la construyó y que la vive, la use y al usarla la disfrute”.

Si bien pierde el impacto de la novedad, comentó, no significa que se extingan en la arquitectura moderna todas sus posibilidades significativas, ya que nuevos ojos la redescubrirán, encontrando nuevos valores y cargándola de significado, “es el medio que la utiliza y no los especialistas, quien vuelve a identificarse”.

Como parte de sus reflexiones finales el conferencista dijo que el usar algo mientras sirve y después sustituirlo, conduce a una cultura del despilfarro y del derroche, por lo que la conservación y el mantenimiento en la sociedad moderna y ante las condiciones de deterioro ambiental que vivimos, es la mejor opción.

“El uso y el disfrute de la arquitectura es lo que va garantizar su conservación, aportando a la sostenibilidad, que es mantener las cosas, no despilfarrar energía, y que en el ámbito del patrimonio significa apostar por la rehabilitación, por la conservación, la duración y el mantenimiento, que son, desde mi punto de vista los criterios que deben orientar una nueva definición de patrimonio arquitectónico”.

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