Mediante una carta-desplegado que salió publicado este día en los diferentes medios impresos de comunicación, el Rector de la Universidad de Colima, solicitó a las autoridades judiciales de manera respetuosa y firme, el esclarecimiento riguroso de la muerte de la joven Andrea Rodríguez García, estudiante del Bachillerato 2 de la máxima casa de estudios.
La mañana del jueves fue localizado el cuerpo sin vida de Andrea, de 16 años de edad, quien desapareció el sábado anterior en la colonia Torres Quintero de esta ciudad.
Señaló que estos renglones están dedicados para la hija insustituible, la hermana amorosa, la alumna brillante y la deportista integra, “cuya vida fue sesgada abrupta e inaceptablemente por la violencia absurda, que por desgracia, amenaza con ser el signo de nuestro tiempo si todos –ciudadanos, autoridades e instituciones- postergamos una participación decidida que extirpe este flagelo, que cobra muchas vidas inocentes como la de Andrea”.
“A su papá, a su mamá, a sus hermanos y demás familiares manifiesto mi solidaridad en este momento tan difícil, desesperado, de inmenso dolor, cuando resulta inexplicable el porqué de una tragedia que enluta y consterna a la comunidad universitaria y a Colima entero”, añadió.
Recordó que cuando acompañó a la familia en el funeral de Andrea, “su papá me pidió que hiciéramos algo ante la calamidad de la violencia”.
“Escuché la voz angustiada de una tía de Andrea, profesora de primaria, quien me solicitó que la Universidad aporte sus conocimientos y solvencia moral para contribuir a la erradicación de este clima inseguro. También, madres de alumnos y compañeros de Andrea expresaron su temor al salir de sus hogares”, agregó.
Señaló que la inseguridad, sumada a la pobreza y el desempleo, encabeza las encuestas de opinión entre la población latinoamericana. “La respuesta a tales problemas por los Estados ha sido aprendizaje largo y doloroso, del cual, según expertos en la materia, aún falta lo más grave. Una muestra reciente, entre tantas, fue el incendio provocado por la delincuencia organizada en Monterrey, donde murieron más de 50 personas”.
En la carta, el rector Aguayo López, mencionó que de acuerdo a especialistas, la inseguridad obstaculiza el desarrollo.
“Mi punto de vista radica en que la ausencia de políticas apropiadas es responsabilidad directa de la atmósfera que engendra la violencia e inseguridad. Se atacan las consecuencias de esta falta de políticas y no su origen. El Estado tiene la obligación explícita de auspiciar la convivencia cívica en un marco de derecho y seguridad, por lo cual es impostergable una coordinación efectiva entre todos los protagonistas y factores involucrados”, añadió.
Mencionó que no existe ni habrá una fórmula única aplicable a todos los casos. “Se requiere un análisis detenido de los rasgos comunes”.
“Uno deberá ser el fortalecimiento de los programas de promoción socioeconómica y de empleo entre la población denominada en riesgo (jóvenes, marginales, etcétera)”.
“Otro, la dimensión jurídico-policial que va desde la profesionalización permanente de los cuerpos de seguridad, depuración de los mismos hasta la acreditación de una legislación actualizada para que tengamos un marco legal pertinente que afronte la problemática. Una característica muy importante es que las medidas y estrategias que practique el Estado mexicano, deben, sin excepción, contemplar el respeto irrestricto de los derechos humanos”.
“Un rasgo esencial más es cómo articular la educación y los medios de comunicación en este problema tan complejo. A la primera toca, en este momento de la evolución humana, la transmisión de valores que antes correspondió a la familia. Según el filósofo Fernando Savater todos somos educados, unos por la escuela, otros por los medios y la vida misma, de manera tal que la educación formal, a través del currículo, transfiere estos valores ciudadanos (tolerancia, honestidad, convivencia pacífica, democracia). Pero al desaparecer el monopolio escolar o familiar, actualmente los medios de comunicación en todas sus expresiones (escrita, audiovisual y cibernética), intervienen en la construcción y percepción (a veces dolosa, a veces perversa) de la realidad, que en ocasiones terminan en daño colectivo irreversible”.
Dijo que es imperativo plantear alternativas posibles desde las instituciones educativas: “insistir en el fortalecimiento de estrategias quizá con el uso de los medios de comunicación para la transformación efectiva de una axiología fundamental para la convivencia, siempre y cuando la prensa, la radio, la televisión e internet rijan su quehacer desde la ética profesional y la autorregulación”.
En su carta, el rector mencionó que la seguridad cobra relevancia para la sustentabilidad y gobernabilidad en democracia, que nunca debe soslayar la intervención dispuesta de los ciudadanos, quienes debemos exigir al Estado una información sin tergiversaciones, que no origine más temores en una sociedad que anhela vivir sin miedos y a construir su futuro con certidumbre y esperanza”.
Invitó a todos los colimenses a que envíen sus propuestas, comentarios y acciones, en las que la Universidad de Colima pueda ser el vínculo de los temas y las preocupaciones aquí expuestas.
“La inseguridad es un problema de todos y a todos nos toca actuar”, concluyó el rector que puso a disposición su correo electrónico: rector@ucol.mx
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