Diario de Educación
Juan Carlos Yáñez Velazco
Fernando Reimers y Andreas Schleicher documentaron las respuestas de 98 países ante la pandemia. El reporte se llama “Un marco para guiar una respuesta educativa a la pandemia del 2020 del COVID-19”. Su lectura es insumo para tomadores de decisiones que preparan el regreso a las actividades, pero también, pero analizar las decisiones con sentido crítico y perspectiva.
La tesis principal de los autores, Reimers de Harvard y Schleicher de la OCDE, es que la pandemia interrumpirá “significativamente” las oportunidades educativas a nivel mundial, lo cual obliga a diseñar estrategias que respondan a las evidencias aportadas por la investigación educativa.
La pérdida de oportunidades tendrá efectos disímiles entre países y dentro de cada uno. En todos los casos, los estudiantes de ingresos familiares más bajos sufrirán mermas severas. A su juicio, las diferencias en los aprendizajes durante la pandemia y después, estarán condicionadas por el apoyo de los padres, el apoyo que las escuelas sean capaces de ofrecer, las diferencias entre estudiantes en su motivación, resiliencia y habilidades para aprender de forma independiente, además, por supuesto, de las condiciones del equipamiento tecnológicos en distintos contextos.
La primera parte del documento ofrece una lista de verificación con 25 temas que deben guiar el desarrollo de una estrategia en cada nivel de los sistemas, de lo federal a lo local, e incluso por escuela.
La primera tarea es el establecimiento de un grupo diverso e informado, encargado de la coordinación general. Enseguida, entre otras: definir un cronograma, los principios centrales (proteger la salud de estudiantes y personal, garantizar aprendizaje, ofrecer apoyo emocional…), identificar la viabilidad y medios.
El gran eje de la propuesta es el trabajo en equipo, al interior y con otras agencias, por eso sostiene la importancia de establecer mecanismos de coordinación con las autoridades del sector salud; en el sistema escolar, privilegia la creación de un portal web para promover la comunicación con padres, estudiantes y maestros; asegurar el apoyo adecuado a las familias y estudiantes, emocional y alimentario, si es preciso; mejorar la comunicación entre los estudiantes para favorecer el aprendizaje mutuo, es decir, que cada escuela desarrolle mecanismos de comunicación con los estudiantes; mecanismos de contacto cotidiano con cada escuela y maestro; el número 25 de los elementos a verificar es un plan de comunicaciones. Finalmente, también visibiliza la necesidad del desarrollo profesional de los maestros.
La última parte contiene los resultados de 330 respuestas a una encuesta aplicada entre el 18 y 27 de marzo en 98 países distintos, donde exponen trazos sucintos de las formas en que se está afrontando la pandemia. Entre los encuestados hay maestros, formadores de docentes, directores de escuela, supervisores, personal técnico, consejeros, organizaciones de la sociedad civil, formuladores de políticas públicas y proveedores de servicios.
Las opiniones de los encuestados colocaron como principales desafíos “la disponibilidad de infraestructura tecnológica, la atención a la salud emocional de los estudiantes, la búsqueda de un equilibrio adecuado entre las actividades digitales y las que no requieren pantalla y la gestión de la infraestructura tecnológica”.
Mucho tendrán que hacer los gobiernos para evitar que la pandemia se vuelva un cuesta arriba imposible de remontar para los sectores sociales más pobre. El problema es mundial: “prácticamente todos los jóvenes de 15 años de las escuelas con ventajas socioeconómicas de los Estados Unidos tienen una computadora para trabajar en el hogar, pero sólo tres de cada cuatro estudiantes de las escuelas desfavorecidas… en el Perú, es el 88% de los estudiantes de las escuelas privilegiadas, frente a sólo el 17% de las escuelas desfavorecidas.” México tiene su propio mapa de inequidades y habrá que repintarlo: “el 94% de los jóvenes de 15 años procedentes de entornos privilegiados tienen un enlace a Internet en sus hogares, pero sólo el 29% de los que proceden de entornos desfavorecidos”.
Los cambios en los sistemas educativos por medidas sanitarias, los ajustes en calendarios y las necesidades surgidas, hacen imperativa una renovación profunda. México tiene un reto más complejo: hacerlo en un momento de austeridad estricta y con sociedad empobrecida, inequitativa y fragmentada.
Tres ingredientes básicos destaco del documento para una respuesta efectiva ante la pandemia: trabajo en equipo, confianza y comunicación con todos los protagonistas. Una operación quirúrgica para la que se requerirá mucho más de lo mostrado, hasta hoy, por la Secretaría de Educación Pública.