No basta el superpoder de visibilizar

EL ARCÓN DE HIPATIA

Por: Sarai AGUILAR ARRIOZOLA

Susana Distancia saltó al escenario nacional como el personaje con el que la Secretaría de Salud promocionó la Jornada Nacional de Sana Distancia, además de las medidas sanitarias recomendadas ante la presencia del SARS-Cov2 en el territorio nacional.

Y mientras el país se debate entre una nueva normalidad que no se termina de entender si es la normalización de las oleadas de muertes por el virus, surge un nuevo grupo de superheroínas para dar difusión al semáforo de riesgo epidemiológico del coronavirus y las medidas de cuidado para la población.

Refugio, Prudencia, Esperanza y Aurora son los nombres de estas nuevas heroínas, que representan a cada uno de los colores del semáforo: rojo, naranja, amarillo y verde. Junto con Susana Distancia, forman el Escuadrón de la Salud.

Son personajes que cuentan además con rasgos distintivos. Refugio es representada como una adulta mayor. Prudencia vive con una discapacidad. Esperanza simboliza una muxhe gunna, lo cual significa que es un personaje que pertenece a una comunidad que se identifica con el tercer género, originario de Juchitán, Oaxaca. Y, por último Aurora, quien tiene como característica ser un personaje queer.

No se puede demeritar el hito en la visibilización de grupos vulnerables de la población, pues por lo regular la invisibilidad social e institucional en la que se ven inmersos es causa de vejaciones e indiferencia no sólo de la sociedad, sino de las instituciones, dificultando así el acceso y ejercicio de sus derechos.

No obstante, no se debe olvidar que la visibilización no es igual a la solución ni da respuesta a las necesidades de minorías y colectivos.

Según datos de INEGI a 2017, el 20 por ciento de los adultos mayores en México viven solos y 16 por ciento lo hace con signos de abandono y maltrato. Asimismo, en su comunicado de prensa con motivo del Día Internacional de las Personas de la Tercera Edad 2019 reportó que “en México las personas de 60 años o más que viven solas se exponen a vulnerabilidad, debido a que no cuentan con una red familiar que las apoye en un momento de su vida donde su salud o sus condiciones económicas pueden ser precarias”.

En el caso de la vida con alguna discapacidad el escenario no es alentador. En México, retomando los resultados de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2018, de las personas con cinco años o más que habitan en el país, 7.7 millones tienen alguna discapacidad. A pesar de que no todas las discapacidades limitan el pertenecer a la fuerza laboral, la misma encuesta muestra una gran diferencia en la tasa de participación económica. Entre quienes no tienen discapacidad, la tasa alcanza 65.4 por ciento; mientras en la población con discapacidad este indicador llega al 38.5 por ciento.

En el caso de las personas que pertenecen a colectivos de sexualidades periféricas y/ a aquellas que se alejan de la heteronormatividad, pertenecientes a la diversidad sexual y de género, el panorama es similar. Los asesinatos contra las minorías sexuales en 2019 crecieron un 27 por ciento con respecto al año anterior, de acuerdo con el director de la organización Letra S, Alejandro Brito, según advirtió en entrevista con la agencia EFE. (La Vanguardia 15-05-2020).

No basta con convertir a las vulnerables en superheroínas de cómic. El sobrevivir no debe de considerarse un poder especial. Se trata de emanciparlas y dar las condiciones de vida y seguridad que merecen como cualquier otra persona. No es suficiente generar promocionales y considerar pagada la cuota de inclusión y después olvidarnos de las problemáticas. En este caso, tomar “Susana Distancia” de aquellas desfavorecidas no es opción.

Columna publicada con la autorización de @saraiarriozola