CORRECCIÓN

¿QUÉ VIENE?

SEAN OSMIN HAMUD RUIZ

En palabras del presidente López Obrador, por ser lugares llenos de corrupción e ilegalidades, puertos y aduanas del país cambiarán de personal directivo.

Sin importar reglamentos, leyes ni Constitución, mete a marinos y soldados a tareas netamente administrativas.

Fiel a su peregrina idea de 90 % lealtad, 10 % conocimiento, se ha girado la instrucción. Inclusive en los dos puertos más importantes del pacífico (Manzanillo y Lázaro Cárdenas), para las APIs ya hay nombre y apellido, sin que ninguno de estos perfiles cuenten con preparación académica o experiencia en temas de administración, comercio internacional, logística portuaria o algo semejante.

Por supuesto que abatir la corrupción en el país debe ser un tema toral. Por supuesto que el apoyo de la gran mayoría de la población lo tiene AMLO en esta lucha. El problema es que hay una deficiencia estructural en lo que hasta hoy ha sido su estrategia.

La teoría general del estado, en uno de sus principios, nos describe la importancia de la ley y su cumplimiento para poder mantener los equilibrios sociales indispensables si queremos pensar en un comportamiento social armónico. De nada sirve un buen andamiaje jurídico, si no se cumple o se hace cumplir. La impunidad es un torpedo que ataca los cimientos mismos de este constructo.

Y entonces viene la reflexión. Si queremos que la corrupción no sea el tema un día sí y el otro también, ¿basta con despedir empleados y sustituirlos por otros que presumiblemente tienden a ser más honestos?

Por supuesto que no. Se tiene que investigar, sancionar y dar ejemplos de las consecuencias por delinquir, si fuera el caso.

Si no sucede lo anterior, lo mismo dan unos u otros. En la dualidad de la naturaleza humana, por supuesto que se requieren educación y valores que nos direccionen hacia el buen comportamiento, pero también necesitamos el temor al resultado de portarnos mal. La creación no necesitaría del infierno si no fuera así.

El primer mandatario arrojó la piedra. Escondiendo la mano, nada va a conseguir.

Bueno, tal vez sí, que no suceda ningún tipo de corrección.