Abracadabra
Por: Carlos Moisés HERNÁNDEZ SUÁREZ
Se aproxima el acto de magia de cada ocho años. En realidad, ocurre uno cada cuatro años, pero uno de ellos no es un acto de magia, más bien es un escamoteo, o sea, es como cuando te bajan la cartera y no te das cuenta hasta que vas a pagar algo.
Me refiero a la elección del rector de la universidad de Colima. Pronto se sabrá quién es la única persona facultada para otorgar todos los nombramientos de todos los trabajadores de la universidad (lo que significa que si no quiere dar el nombramiento pues no lo hace y ya) lo que afecta sin duda, a todos los estudiantes de la universidad y a toda la sociedad en general. El jefe “nato”, pues. El que decide todo de todo. El jefe de jefes. Para dejar esto en claro: es el único funcionario público en Colima que decide su propio sueldo.
El rector puede, legalmente, imponer a su sucesor, la Ley Orgánica de la universidad de Colima lo faculta para eso, y me gustaría que alguien, que no fuera un funcionario “de confianza”, me contradijera. Sucede que el Artículo 14 del Reglamento Interior del H. Consejo Universitario menciona que el rector tendrá a siguiente atribución: “Proponer a las personas que integrarán las comisiones especiales que deban conocer o considerar algún asunto y fijar el término para la presentación de las proposiciones o dictámenes por parte de las comisiones.”
Con estas fatídicas 33 palabras, se ha marcado la historia de la universidad, porque entonces es el rector la única persona que puede proponer los miembros de la “Comisión Auscultadora”, que es la que recibe las solicitudes de aquellos aspirantes al cargo del rector y la que decide, de todos los candidatos, cuales son los tres que pasan a la etapa final. Si bien es cierto que la propuesta de los diez miembros de la comisión debe ser llevada al gobernador, el papel del gobernador en turno es meramente de adorno, porque el rector le envía una lista de diez incondicionales, y al gobernador debe seleccionar de ahí una lista de cinco, que siguen siendo incondicionales del rector, ¿que otra cosa puede hacer? A los cinco que quedan se les une el presidente de la FEC y el representante sindical, y así, el rector, en el peor de los casos, conserva la mayoría de los votos en la comisión, cinco a siete. La comisión decide y selecciona tres de entre todos los aspirantes y generalmente su dictamen es vago. Estos tres finalistas, deben someterse a una votación en Consejo Universitario para elegir al rector, pero, en la parte final del truco de magia, al momento de la votación en el consejo, dos de los candidatos declinan en favor de un tercero y la elección no se lleva a cabo. Es más, ya hay profesionales para declinar, por ejemplo, en una ocasión, una persona que quedó en la terna final declinó en dos ocasiones, con ocho años de diferencia. Yo no entiendo como una persona (la verdad si entiendo, es solo una frase) tiene tantas ganas de ser rector solo para al final arrepentirse, dos veces.
Se ha intentado en muchas ocasiones cambiar algunos enunciados prehistóricos en la Ley Orgánica, pero es imposible. La mayoría de los universitarios tiene miedo, o participa bajo el “Síndrome de Estocolmo”, que dice básicamente que comenzamos a simpatizar con el que nos secuestró.
Mucho se ha dicho que hay que proteger a la universidad de los ataques “externos” con intereses “ajenos”. Yo soy de adentro. No solo estudié la preparatoria y la licenciatura en la universidad, sino que he dado clases en preparatoria, licenciatura, maestría y doctorado en la universidad. Es decir, soy muy de adentro.