Por: Balvanero BALDERRAMA GARCÍA
El grito identitario tuvo eco virtual. A distancia, en la mayoría de los espacios tradicionalmente destinados para enaltecer los valores patrios, sin público, se llevó a cabo el protocolo de los vítores a quienes fueron protagonistas del inicio de la lucha por la independencia hace ya 210 años.
En esta ocasión, como ha sido en otros momentos, se agregaron nombres a los tradicionales, siendo el más significativo el personal de salud.
La situación que nos envuelve ha modificado significativamente nuestras vidas, sus usos y costumbres. El primer caso reportado en nuestro país fue el 28 de febrero, al 15 de septiembre han transcurrido 200 días, no hace falta describir los cambios experimentados, las consecuencias se siguen investigando.
Los ideales de las mujeres y hombres del lejano 1810 que los impulsaron a ponerse en camino, en acción, debemos hacerlos presentes en este entorno nuestro, en el aquí y el ahora: libertad, igualdad.
Aunque se han dado pasos importantes en la conquista y ejercicio de derechos -aunque suene a contradicción ya que los derechos son y se tienen-, siguen escamoteándose su plena vivencia.
Los grupos vulnerables, en situación de discriminación descritos por CONAPRED: adultos mayores, afrodescendientes, creencias religiosas, etnias, migrantes y refugiados, mujeres, niñas y niños, personas con discapacidad, personas que viven con VIH, diversidad sexual, jóvenes, trabajadoras del hogar; siguen precisando de organizaciones que actúen en la promoción y defensa de sus derechos.
Sólo como un ejemplo en este sentido, se puede consultar la Encuesta Nacional sobre la Discriminación 2017 (INEGI/CONAPRED), que ofrece un panorama de cómo se ejerce y sufre la discriminación en nuestro país.
Las deudas con la población son históricas. No se pueden soslayar los avances, pero tampoco lanzar campanas al vuelo. El ejercicio del poder, en todos sus niveles, nos ofrece nutridos ejemplos de cómo se ejerce privilegiando intereses personales y de grupo.
Siguen vigente la exigencia de libertad e igualdad. Corresponde sumarnos a esa exigencia, pero también actuar en consecuencia; en el día a día, mostrar que buscamos una sociedad incluyente, libre, que ejerce y respeta los derechos de todas y cada una de las personas que conformamos este gran país.
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