Ciudad de México.- En el Homenaje Luctuoso al diputado René Juárez Cisneros, la presidenta de la Mesa Directiva, Dulce María Sauri Riancho, afirmó que René Juárez deja como legado que la política sirve para servir, que nunca hay que perder las raíces, sino hacerlas más fuertes, y que las causas de los más débiles y más vulnerables son las más importantes.
En el acto, realizado en el Pleno de la Cámara de Diputados, estimó que también deja la enseñanza de que el respeto a la diferencia y a la diversidad son base para ejercer derechos; que el acuerdo y la conciliación propician la solución de problemas, no los profundizan, y que negociar no es un verbo perverso, sino útil cuando se mantienen los principios.
“Además, deja la imagen de una piel obscura, orgullosamente afromexicana, corriendo por las playas de Acapulco, rumbo a las olas de la eternidad de los recuerdos y los afectos”, expresó.
Consideró que hablar de la vida del legislador “da esperanzas a quienes creemos en la política como una vía para transformar la realidad injusta que nos rodea”.
La diputada Sauri Riancho lamentó que, como tantos miles de mexicanos, el diputado René Juárez falleció por las secuelas del COVID, que afectaron severamente sus órganos. “Sin sobrepeso, deportista corredor de maratones, era exactamente lo contrario del grupo de mayor riesgo de sucumbir ante esta enfermedad”.
La emergencia sanitaria, precisó, sentó sus reales en la parte final del segundo año legislativo. “La enfrentamos con medidas inéditas, como sesiones semipresenciales para cuidar la salud de las y los legisladores y las y los trabajadores del recinto de San Lázaro”.
“A un mes de la conclusión de nuestra Legislatura, René Juárez es el tercer compañero diputado que pierde la vida a consecuencia de este virus; antes, lo hicieron Miguel Acundo González, del Grupo Parlamentario de Encuentro Social, y Delfino López Aparicio, del Grupo Parlamentario de Morena”, comentó.
Trayectoria del diputado René Juárez
La diputada Dulce María Sauri Riancho recordó que los cambios políticos de finales de la década de 1980 alcanzaron a un joven licenciado, afromexicano y funcionario público de una administración que llegó a innovar Guerrero.
Eran tiempos de renovación partidista e, impetuoso y apasionado, René Júarez luchó para obtener la candidatura a la presidencia municipal de Acapulco, contra quien era considerado favorito para aparecer en la boleta. Lo logró, contra viento y marea.
“Coincidimos en la difícil legislatura LVI, la del ‘error de diciembre’, en un país impactado por el movimiento zapatista y los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, ex gobernador de Guerrero a quien le debió René sus primeras oportunidades de incursión administrativa en el gobierno”, relató la diputada.
Disputó la gubernatura de su estado, libró de nuevo obstáculos para lograr la candidatura, y después consiguió la mayoría de votos para obtener el triunfo. Su vocación democrática se fraguó en la lucha partidista, pero también en la competencia electoral guerrerense que, desde 1988, registraba grandes avances de los partidos de izquierda.
Sauri Riancho resaltó que René Juárez fue solidario con el PRI cuando perdió por primera vez la Presidencia de la República. Lo fue de la mejor manera: pugnando por el reconocimiento de errores y vicios como la única vía para alcanzar nuevos triunfos. Sin titubeos, aceptó el resultado de las urnas que hizo de su sucesor el primer gobernador distinto al PRI en más de 75 años. Fue al Senado en 2012 y años después, fue subsecretario de Gobernación.
Manifestó que nada en la vida de René Juárez le fue fácil. Personaje de las urgencias y dificultades, llegó a la dirigencia nacional del PRI dos meses antes de una compleja elección presidencial. La magra cosecha de triunfos legislativos de 2018 hicieron que la bancada en la Cámara de Diputados fuese la más pequeña de la larga historia partidista.
“Con paciencia y habilidad logró para el grupo de 47 diputadas y diputados un espacio digno, correspondiente a la tercera fuerza política de la actual Legislatura”, expresó la diputada presidenta.
“La nueva mayoría de Morena, que era lo que nosotros fuimos 24 años atrás, contrastaba con una oposición que ahora, aún sumada, ni siquiera alcanzaba un tercio de la Cámara. La disyuntiva parecía cerrarse entre una actitud de rechazo a toda iniciativa presentada por el gobierno y su partido, o una aceptación dócil y acrítica de la nueva realidad, sin presentar resistencia alguna”.
La tercera vía desarrollada por René Juárez, que a final de cuentas ha dominado a la actual Legislatura, fue impulsar permanentemente la construcción de acuerdos, sobre todo cuando de reformas constitucionales se trataba. En otras, las de las leyes, condujo al grupo parlamentario con respeto y firmeza.
Coordinar a un grupo parlamentario es una tarea de enorme complejidad, pues está compuesto por mujeres y hombres que ganaron en las urnas el derecho a representar a la ciudadanía. Quien coordina teje expectativas, realidades presentes y facilita la concreción de sueños futuros. Así lo hizo René Juárez con nosotros, con nosotras, sus casi 50 compañeras y compañeros de partido.
Existieron momentos de incomprensión al enorme esfuerzo que representaba la conducción de un grupo que no podía descansar su fuerza en su número. Reclamos para “oponerse” más, o para “colaborar” más, acompañaron algunas de las jornadas más polémicas donde se eliminaron fideicomisos, se asignaron presupuestos sin tomar en cuenta demandas de los estados y los municipios, concluyó la diputada.
Presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados
Mensaje en el Homenaje Luctuoso al diputado René Juárez Cisneros, en el Palacio Legislativo de San Lázaro.
Me corresponde dar unas breves palabras como presidenta de la Mesa Directiva de esta LXIV Legislatura y como amiga, compañera, correligionaria, de René Juárez Cisneros.
Como tantos miles de mexicanos, falleció por las secuelas del COVID, que afectaron severamente sus órganos. Sin sobrepeso, deportista corredor de maratones, era exactamente lo contrario del grupo de mayor riesgo de sucumbir ante esta enfermedad. Pero más que de la etapa final azotado por el virus, quiero hablarles de la vida de René, porque hacerlo da esperanzas a quienes creemos en la política como una vía para transformar la realidad injusta que nos rodea.
Cuando se usa la expresión “cuna humilde”, generalmente se describe una infancia rodeada de desventajas y de pobreza. Puedo imaginarme a uno de los niños vendedores que corren por las playas de Acapulco ofreciendo sus mercancías como un futuro presidente municipal, porque René Juárez lo logró. Y cuando observo a los jóvenes meseros de los restaurantes que, diligentes, atienden a turistas y clientes de la Costera, gracias a René, me pregunto si estudiarán Economía en la Universidad Autónoma de Guerrero, si el dinero que alcanzan con las propinas les servirá para comprar sus libros y cubrir sus gastos mientras luchan por su título profesional.
Los cambios políticos de finales de la década de 1980 alcanzaron a un joven licenciado, afromexicano y funcionario público de una administración que llegó a innovar Guerrero. Eran tiempos de renovación partidista e, impetuoso y apasionado, René luchó para obtener la candidatura a la presidencia municipal de Acapulco, a contrapelo de quien era considerado favorito para aparecer en la boleta. Lo logró, contra viento y marea.
Coincidimos en la difícil legislatura LVI, la del “error de diciembre”, en un país impactado por el movimiento zapatista y los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu, ex gobernador de Guerrero a quien le debió René sus primeras oportunidades de incursión administrativa en el gobierno.
Incansable, disputó en buena lid la gubernatura de su estado; libró de nuevo obstáculos para lograr la candidatura, y después consiguió la mayoría de votos para obtener el triunfo. Su vocación democrática se fraguó en la lucha partidista, pero también en la competencia electoral guerrerense que, desde 1988, registraba grandes avances de los partidos de izquierda.
Fue solidario con nuestro partido cuando perdimos por primera vez la Presidencia de la República; lo fue de la mejor manera: pugnando por el reconocimiento de errores y vicios como la única vía para alcanzar nuevos triunfos. Sin titubeos, aceptó el resultado de las urnas que hizo de su sucesor el primer gobernador distinto al PRI en más de 75 años. Fue al Senado en 2012 y años después, subsecretario de Gobernación.
Nada en la vida de René Juárez le fue fácil. Personaje de las urgencias y dificultades, llegó a la dirigencia nacional del PRI dos meses antes de una compleja elección presidencial. La magra cosecha de triunfos legislativos de 2018 hicieron que la bancada en la Cámara de Diputados fuese la más pequeña de la larga historia partidista. Coordinarla desde esa posición disminuida hubiera arredrado a cualquier otro; sin embargo, con paciencia y habilidad logró para el grupo de 47 diputadas y diputados un espacio digno, correspondiente a la tercera fuerza política de la actual Legislatura.
La nueva mayoría de Morena, que era lo que nosotros fuimos 24 años atrás, contrastaba con una oposición que ahora, aún sumada, ni siquiera alcanzaba un tercio de la Cámara. La disyuntiva parecía cerrarse entre una actitud de rechazo a toda iniciativa presentada por el gobierno y su partido, o una aceptación dócil y acrítica de la nueva realidad, sin presentar resistencia alguna.
La tercera vía desarrollada por René Juárez, que a final de cuentas ha dominado a la actual Legislatura, fue impulsar permanentemente la construcción de acuerdos, sobre todo cuando de reformas constitucionales se trataba. En otras, las de las leyes, condujo al grupo parlamentario con respeto y firmeza, cuando el argumento cuidadosamente expuesto en la tribuna era menospreciado por quienes confundían número con razones.
Coordinar a un grupo parlamentario es una tarea de enorme complejidad, pues está compuesto por mujeres y hombres que ganaron en las urnas el derecho a representar a la ciudadanía. Quien coordina teje expectativas, realidades presentes y facilita la concreción de sueños futuros. Así lo hizo René Juárez con nosotros, con nosotras, sus casi 50 compañeras y compañeros de partido.
Existieron momentos de incomprensión al enorme esfuerzo que representaba la conducción de un grupo que no podía descansar su fuerza en su número. Reclamos para “oponerse” más, o para “colaborar” más, acompañaron algunas de las jornadas más polémicas donde se eliminaron fideicomisos, se asignaron presupuestos sin tomar en cuenta demandas de los estados y los municipios.
La emergencia sanitaria sentó sus reales en la parte final de nuestro segundo año legislativo. La enfrentamos con medidas inéditas, como las sesiones semipresenciales para cuidar la salud de las y los legisladores y los trabajadores del recinto de San Lázaro. A un mes de la conclusión de nuestra Legislatura, René Juárez es el tercer compañero diputado que pierde la vida a consecuencia de este virus; antes, lo hicieron Miguel Acundo González, del Grupo Parlamentario de Encuentro Social, y Delfino López Aparicio, del Grupo Parlamentario de Morena.
¿Qué nos deja René Juárez? Que la política sirve para servir; que nunca hay que perder las raíces, sino hacerlas más fuertes. Que las causas de los más débiles, de las y los más vulnerables, son las más importantes; que el respeto a la diferencia y a la diversidad son base para ejercer derechos; que el acuerdo y la conciliación propician solucionar los problemas, no los profundizan. Que “negociar” no es un verbo perverso, sino útil, cuando se mantienen los principios. Deja también la imagen de una piel obscura, orgullosamente afromexicana, corriendo por las playas de Acapulco, rumbo a las olas de la eternidad de los recuerdos y de los afectos.
Descansa, amigo René.
Muchas gracias.