Los efectos adversos del confinamiento por el COVID-19 que presentaron los menores de edad son uso excesivo de dispositivos y videojuegos, consumo de sustancias adictivas, ideación suicida, pérdida de algunos hitos del desarrollo, ansiedad y depresión, enfermedad esta última en la que, a menor edad, mayor sintomatología que se acompaña de problemas de conducta.
Lo anterior fue expuesto por la profesora e investigadora de la Facultad de Psicología de la Universidad de Colima, Verónica Guzmán Sandoval, invitada en la rueda de prensa que ofrece la Secretaría de Salud en sus plataformas digitales, en donde dio a conocer la realización del proyecto denominado “Niñez Confinada. Una mirada desde la salud y la educación”, del cual deriva un libro con el mismo título, junto con la Secretaría de Salud, a través de la Comisión Estatal de Salud Mental y Adicciones.
En el marco del Día de la Niña y el Niño, la psicóloga universitaria dijo que la magnitud de los síntomas y el impacto del confinamiento en la niñez se vieron influidos por los problemas de salud mental de los padres, el acompañamiento y las pérdidas económicas o laborales de los mismos, así como la falta de capacidad de afrontamiento, de la actividad física y de la capacidad de manejo del estrés, la violencia intrafamiliar, el matrimonio forzado y la desigualdad social.
Consideró necesario garantizar el acceso equitativo a la inmunización (población infantil resistente) y a la salud (incluyendo la salud mental como un tema urgente), así como la incorporación del modelo de salud pública centrado en la prevención y la educación para la salud y la telemedicina.
En este sentido, mencionó que actualmente existen programas vigentes en salud integral que se emprenden desde la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado, la Comisión Estatal de Salud Mental y Adicciones, el DIF, la Universidad de Colima y otras instituciones, los cuales requieren una sinergia institucional y más acciones para llegar a la población en condición de vulnerabilidad.
Finalmente, citó que, de acuerdo con la UNESCO, la educación de calidad es el cimiento de la salud y el bienestar, por lo que contribuye a la salud y a las medidas de prevención, siendo una estrategia destinada a alcanzar el desarrollo humano sostenible para disminuir los factores de riesgo y la saturación de los servicios.