Los países estudiados por la oficina regional de la FAO son México, Costa Rica, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay, República Dominicana, Trinidad y Tobago, y Guyana.
Por su parte, la CIT asegura que su estudio -divulgado este martes- es el mayor hecho hasta la fecha sobre compra de grandes terrenos en los países en vías de desarrollo. En él se dice que las élites nacionales juegan un papel mucho mayor en la compra de tierras que los inversionistas extranjeros, que han sido el centro de las denuncias de los medios de comunicación en los últimos años.
Además, revela que el foco de la compra de tierras no es la producción de alimentos -como a veces se sugiere-: de los acuerdos por 71 millones de hectáreas que los investigadores siguieron, 22% fue para minería, turismo, industria y bosques y tres cuartos del resto fue para biocombustibles.
Herencia colonial
Por su parte, el estudio de la FAO -divulgado a fines de noviembre- fue inspirado en uno anterior sobre una situación similar en África, analizó el acaparamiento de tierras, que apunta directamente a Brasil y Argentina, aunque en otros países latinoamericanos y caribeños se refiere a los fenómenos de concentración y extranjerización de tierras.
Como dice en el informe el funcionario de políticas de la FAO Fernando Soto-Baquero, es responsabilidad de los gobiernos de la región «encontrar formas de asegurar que los procesos de concentración y extranjerización de tierras no tengan efectos negativos sobre la seguridad alimentaria, el empleo agrícola y el desarrollo de la agricultura familiar».
Fernando Eguren, director del Centro Peruano de Estudios Sociales, citado por el informe de la FAO, dijo a BBC Mundo que «América Latina se ha caracterizado por una gran concentración de la propiedad como una herencia colonial».
A lo largo de la historia, varios países implementaron reformas agrarias con distintos resultados, pero según Eguren «lo que se constató en estos 17 estudios es que en la década del 90 hubo una suerte de relanzamiento de la concentración de la propiedad de las tierras».
En Perú, donde hubo una reforma agraria a inicios de los años 70, bajo el mandato del presidente Alberto Fujimori se modificó la legislación, eliminando restricciones al tamaño de la propiedad y al mercado de tierras.
«Había un entorno macroeconómico neoliberal que facilitó, estimuló y promovió la gran inversión, también al capital extranjero, mientras que por otro lado prácticamente marginaba todo lo que es la agricultura familiar, que es abrumadoramente mayoritaria en nuestro país, así como en el resto de América Latina», indica Eguren.
Ovejas en la Patagonia
El experto advierte que no se trata de los latifundios del pasado, sino de empresas modernas «volcadas casi enteramente a la exportación o la producción de biocombustibles con una presencia variable de capital extranjero, pero en muchos países los principales inversionistas son capitales nacionales».
Un caso muy publicitado ha sido el de los territorios vendidos a extranjeros en Argentina, sobre todo en el sur del país.
En tiempos de la presidencia de Carlos Menem se produjeron notables compras de tierras, como las de la empresa Benetton, las del magnate de los medios Ted Turner, y de actores como Sylvester Stallone o Tommy Lee Jones.
Neoliberalismo y tenencia de la tierra
En entrevista con BBC Mundo, Nieves Pascuzzi, responsable técnica de la Comisión de Relaciones Políticas de la Sociedad Rural Argentina, admite que sí hubo una gran compra de tierras por parte de extranjeros aunque asegura que no existen datos precisos.
«Lo que sí se ha dado en el último tiempo son algunos contratos con gobiernos provinciales como es el caso de Río Negro, con empresas chinas para una especie de fideicomiso, en el que se comprometen a hacer una inversión en riego».
Pero Pascuzzi aclara que no se trata de tierras cultivables, por lo que no se afectaría el abastecimiento de alimentos y ciertamente no afectan la fama argentina de ser «el granero del mundo».
«Benetton está en la Patagonia. Todo el mundo habla de Benetton porque tiene 300 mil hectáreas, pero 300 mil hectáreas en la Patagonia no es la misma productividad que en la región pampeana» y advierte que «hay que tener cuidado de qué área estamos hablando» cuando se trata de la extranjerización.
«La Patagonia no tiene un suelo muy propicio para la agricultura, hoy en día se hace todo el tema de producción ovina, lanares. Para que un campo sea productivo en una región patagónica, necesita muchísimas hectáreas. Lo mismo sucede en las regiones de Formosa o Santiago del Estero: los suelos son muy distintos».
La presencia de Benetton no afecta la cadena alimentaria, pero sí las tierras ancestrales de los mapuches, lo que fue motivo de una controversia de varios años que se resolvió con el reconocimiento de los derechos de los indígenas en el 2007.
Tierras, minas y deudas
Deforestación en Brasil
La venta de tierras también puede tener consecuencias nefastas para el medio ambiente
El fenómeno de la extranjerización conlleva un problema a nivel social, que no se limita únicamente a las tierras agrícolas, sino que tiene que ver con todo el aparato productivo.
En el caso peruano, eso se palpa actualmente en la región de Cajamarca, donde un contrato con una empresa minera estadounidense está siendo disputado por los ciudadanos de la región, por sus consecuencias ambientales.
En cuanto al énfasis de la producción para exportaciones, Eguren destaca que «ha sido mucho más importante en países como Brasil y Argentina, en donde la extranjerización en la compra de tierras ha sido muy importante, y algunos países limítrofes como el caso de Paraguay y Bolivia, donde los más grandes terratenientes son los brasileños».
Eso estaría cambiando en Bolivia, país perteneciente a la Alternativa Bolivariana para las Américas, ALBA, el grupo comandado por Venezuela y Cuba, que cuestiona los procedimientos del capitalismo y, sobre todo, su vertiente neoliberal.
Sobre el proceso argentino, Pascuzzi afirma que «lo que sucedió por ahí en la década del 90 fue que un sector productivo cayó en un fuerte endeudamiento y en algunos casos ha habido ventas de tierras por ese endeudamiento».
«Creo que no hay que demonizar a esos estados que están comprando o arrendando, sino que el Estado argentino en su caso es el soberano de las leyes y el que debe controlar estas cosas», agrega.
Sin embargo, desaconseja que se prohiba la venta, por los efectos que podría tener al espantar a potenciales inversionistas.
Por lo pronto, ya hay una propuesta en el congreso argentino que busca limitar la propiedad de tierras en manos de extranjeros.
Con información de la BBC