Columna Sedentaria
Por: Avelino GÓMEZ
Se llamaba Rotonda de Colimenses Ilustres. Desde el año pasado se llama Plaza de las y los Desaparecidos. Poco después de su construcción, en el 2009, fue una obra que cayó en el descuido de las autoridades; significó olvido. Hoy, para los familiares de los desaparecidos significa memoria, demanda de justicia y esperanza.
Según las especificaciones de obra, la rotonda —que probablemente fue concebida a partir del capricho de un gobernante— está construida con materiales importados: granito brasileño y mármol procedente de Italia y España. Por lo demás, su estilo arquitectónico no es del todo claro, y tampoco armoniza —ni estética ni funcionalmente— con el espacio público donde se encuentra. Sin embargo, está situada en un parque con una fuerte carga identitaria (La piedra lisa), junto a una avenida muy transitada y a unos pasos de la sede del poder legislativo local. También está cerca de la —ahora venida a menos— dependencia estatal de cultura. Es, pues, un pedazo de ciudad que no pasa desapercibido. Quizá por eso los familiares de personas desaparecidas han hecho de este sitio una galería de rostros de aquellos a quienes buscan, a quienes buscamos.
A finales del 2021, la Red de Desaparecidos en Colima colocó una modesta placa, sobre el ostentoso mármol negro, con las siguientes líneas: “Por cada persona desaparecida habremos cientos buscando. Hasta que no haya una desaparición más. Hasta que regresen a casa. Nuestro amor es más fuerte que la desesperación. No pararemos hasta encontrarlos”.
Los desaparecidos en Colima se cuentan por millares. Hace unos días, incluso, un vocero del gobierno estatal dio a conocer que de enero a agosto de este año se han reportado más de 500 personas desaparecidas; de estas, poco menos de la mitad no han sido localizadas. Y una buena parte de los que reaparecieron fueron encontrados sin vida. No paran las desapariciones, ni los homicidios. La problemática de la inseguridad crece, y los espacios para demandar justicia se reducen. De ahí que, últimamente, los ciudadanos decidan bloquear las calles, como una forma de hacer oír sus demandas.
El caso de la Plaza de las y los Desaparecidos es emblemático. Lo que en su momento fue pensado como un monumento para evocar la historia y el pasado, ahora es un recinto donde se muestra la realidad y el presente. Y la realidad en Colima es desesperante. Pero dentro de esta misma realidad hay hombres y mujeres convencidos de que —lo han puesto por escrito en esa plaza— el amor es más fuerte que la desesperación.