La especialista en Medicina Intensiva en el Hospital de Barcelona, España, Karla Núñez Vázquez habló a estudiantes de medicina de la Universidad de Colima del programa “El paciente frágil”, que se implantó en su clínica para dar atención y valoración continua a pacientes adultos mayores con enfermedad aguda y disfunción orgánica, que llegan al área de cuidados intensivos.
Esta videoconferencia se impartió en el marco del Proyecto de Transferencia de Conocimientos creada por la Red Global MX Capítulo España en colaboración con la UdeC. En esta red, mexicanos que residen en el exterior comparten sus conocimientos y experiencias con futuros profesionistas de nuestro país. En la introducción, el director de la Facultad de Medicina, Emilio Prieto Díaz Chávez, deseó que esta estrategia binacional ayude y motive el talento de las y los jóvenes en el estado.
En su charla, Núñez Vázquez planteó que, como especialista en el área de terapia intensiva, surge una pregunta clínica en sus días de guardia: “¿Atender o no a pacientes mayores de 70 años para darles la oportunidad (pacientes que alcanzaron su expectativa de vida), o mejor atender a quien por su edad tenga más posibilidades de sobrevivir y recuperarse de terapia intensiva?”.
Lo anterior se suma, dijo, al desafortunado escenario en el cual muchos centros médicos del mundo tienen limitados los recursos de una unidad de cuidados intensivos: “Me llaman para valorar a adultos mayores de 70 años con enfermedad aguda y con alguna disfunción orgánica. Anteponer la edad bloquea la disponibilidad de atender a un paciente”. Ante esta situación, agregó, nace el programa del Paciente Frágil.
Núñez Vázquez explicó que el programa del Paciente Frágil es una forma de atención que ya han implementado algunos hospitales de España. Definió el síndrome de fragilidad en terapia intensiva como la pérdida de la reserva fisiológica y de la función sistémica del organismo, y debido a que el tiempo está en contra no se puede hacer una valoración geriátrica convencional o usual que incluya mediciones de la capacidad respiratoria y auditiva, movilidad, revisiones oculares y electrocardiogramas.
El concepto de fragilidad, continuó, se enfoca en personas mayores de 65 años con una dependencia importante o parcial, y en personas activas física y mentalmente. Así, habló de esta propuesta, publicada en la revista electrónica Intensive Care Medicine, en la que propone rutinariamente, en todas las unidades de cuidados intensivos, la valoración inicial con la historia clínica, edad, comorbilidades y escalas de gravedad, y agregar a lo anterior la Escala Clínica de Fragilidad (CFS, por sus siglas en inglés) del paciente.
Según la propuesta, continuó, “podemos tomar decisiones más objetivas para dar los soportes adecuados, recuperar su situación funcional y ver qué recursos pueden ayudar a los pacientes a recuperar una situación funcional, no sólo negarlos por su edad”. Describió que dicha Escala Clínica de Fragilidad del grupo canadiense Rockwood se basa en 9 síntomas y se enfoca en mayores de 65 años, excluyendo a personas con una discapacidad previa.
Dichos síntomas son: Pérdida de peso inexplicable, fatiga extrema, marcha lenta, caídas espontáneas, disminución de fuerza de agarre, infecciones frecuentes, deterioro de la consciencia, pérdida de equilibrio y delirio o confusión aguda.
En este sentido, adelantó que buscan validarla como escala predictiva en sus unidades: “Si el paciente puede hablar, es importante preguntarle y confirmar con la familia o el cuidador su situación en las últimas dos semanas recientes. Y si queda duda de qué escala de fragilidad tiene, siempre asignarle un punto mayor de fragilidad”, recomendó.
Para finalizar, estudiantes y profesores que se conectaron a la sesión por Zoom solicitaron a la expositora la ruta académica y de gestión que realizó para pertenecer al equipo clínico de un hospital en España.