Evidencia y poder en psicología

Devenir humana
Por: Psic. Rubí Graciano

Aquí una verdad: Psicología basada en la evidencia no significa psicología para la libertad, conviene recordar entonces que no hay salud integral en el cautiverio.

Bastante se ha hablado en los últimos años sobre la necesidad de impulsar las prácticas psicológicas que den muestra de su efectividad y yo no puedo estar más de acuerdo con ello. Sin embargo, apostar por esta práctica puede también, ser muy riesgosa pues si bien busca la evidencia de efectividad, también es cierto que no suele profundizar en las razones ni finalidad del «arreglo» de la conducta problemática. Vaya, podríamos poner el ejemplo de una mujer que va a consulta porque dice tener ataques de ansiedad y efectivamente, en el desarrollo de las sesiones aparecen los criterios para confirmar la sospecha.

Un ejercicio común desde las llamadas «prácticas basadas en la evidencia» es estudiar el cómo es que la ansiedad aparece, incluso especular el por qué y a partir de allí operar para disminuir la ansiedad y con ello aumentar la funcionalidad de la persona consultante. Todo perfecto porque bajo este esquema: operaría la técnica terapéutica que permitiera retomar el ritmo de vida. Sin embargo, queda pendiente hacer otro tipo de exploraciones, más del tipo: ¿Cómo es que está mujer vive esa ansiedad? ¿Qué le tratan de comunicar sus emociones? ¿Qué tipo de presiones experimenta? ¿Qué cosas desea lograr en cierto tiempo? ¿Qué significan esas metas? ¿Por qué no otras metas? ¿Quién determinó que eso era importante para lograr/tener/ser? ¿Para quienes, aparte de ella, es el beneficio de la estabilidad de esa mujer? ¿Qué pasa si no tiene metas? Quizá con otra mirada los profesionales de la psicología podamos identificar otro tipo de técnica que nos invite más a la conquista de la libertad que a la normalización de fenómenos y procesos que generen opresión en los sujetos.

Ahora, las llamadas prácticas basadas en la evidencia deben su nombre al apego del ejercicio profesional con la ciencia, algo muy común en los modelos conductistas, cognitivistas así como sus modelos derivados, pero eso no significa que los modelos humanistas-fenomenológicos no tengan efectividad sino que al parecer, la manera de abordar la realidad de las personas consultantes es diferente y estos humanistas y fenomenólogos no se han molestado en sistematizar sus prácticas para comunicar el grado de efectividad. Pero no significa que no sean de utilidad a las personas consultantes.

Muchas cosas no sé, pero tras unos años en el andar profesional, ya he entendido que la psicología como todas la disciplinas, ha estado cargada de una historia de poder, poder para estipular «verdades» y, entendí también que no hay verdad que sea válida si no es aquella que acerque al sujeto a la conquista de su ser, a la plenitud de su vida y el cumplimiento de su derecho a una vida plena en armonía con su entorno. Así que apostemos por una psicología que busque la libertad como vía para una salud integral.

 

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