Bachicha textual para el maldito Jon Fosse
Por: Ihovan Pineda
Leer a Jon Fosse ha sido un reto, te genera adicción por su estrategia narrativa, por su ritmo novelesco, es un maldito místico que observa siempre desde adentro y desde afuera, da saltos de un estado a otro, sale y entra de la ficción a la realidad y si no te pones listo te asalta la inseguridad, es un borracho que se refugió en la religión y el misticismo, no es tan fácil leerlo, tienes que estar dispuesto a hacerlo y enfrentar ese reto como el reto de la vida, por eso mucha de su obra es drama, dramaturgia, y sus temas son la muerte, el amor, la espiritualidad, el sueño, la belleza, su escritura es abstracta pero concreta, y todos, o casi todos, nos reconocemos en lo que escribe, no es una novedad su forma de escritura, la cual deja fluir al no respetar los signos de puntuación, esto ya lo han hecho otros autores, pero algo tiene este noruego que te atrapa, que te seduce, que te hipnotiza, sus personajes luchan contra la soledad, la pérdida y la incertidumbre, y sus novelas, extensas, abordan temas tan más simples y complejos como la naturaleza de la realidad y el significado de la vida, yo sólo leí, hasta hoy, tres libros de Fosse, no les diré cuáles, para que ustedes solitos se echen la soga al cuello, porque leerlo es mirarse uno hacia adentro, es una corriente de conciencia, para leerlo tienes que dejar fuera tus prejuicios personales y literarios, y no siempre leo todos los Premio Nobel de Literatura, y de los que he leído no todos los recomiendo, pero Fosse tiene algo, ese algo que no todos los autores te dan, ese algo que llamamos experiencia, la experiencia de haberlo leído, una experiencia única, es decir, la experiencia de la lectura que te modifica, que te transforma, que te cambia la jugada, lectura a partir de la cual la vida ya no es la misma, ni tampoco la literatura, después de su lectura nada al parecer es igual, son de esas veces que terminas el libro y dices ahhh cabrón… maldito Fosse…