Miniaturas
Por: Rubén PÉREZ ANGUIANO*
La palabra es puntual: “elección”. Alude a la posibilidad, no al deseo. Se elige entre lo que se tiene a la vista, no entre lo mejor. Lo posible, no lo deseable.
Lo posible es aquello que nos dejan ver los partidos, a veces muy limitado. Lo deseable es que esos partidos mostraran las mejores cartas, no las peores. Pero bueno, los partidos parecen empeñados en jugar a perder en el póker abierto de las decisiones electorales.
A veces los partidos hacen una buena selección y nos presentan algo digno, pero es raro, pues los partidos responden a los intereses de los grupos de poder internos y esos grupos no suelen privilegiar la capacidad sino la obediencia.
En fin, dilemas, pero ya se sabe: la política es lo que es y no lo que nosotros quisiéramos que fuera.
De hecho ―insistamos un poco― así es todo en la vida. A veces hacemos como que elegimos, pero no se trata sino de una pequeña táctica por hacer como que decidimos, cuando en realidad sólo nos dejamos llevar por la corriente del momento.
Sin ir tan lejos, debemos reconocer que no se elige con plena libertad ni a la pareja. Las mujeres en edad de merecer no tendrán a la vista cien prospectos para valorar con toda calma atributos y defectos. Claro que no. Tendrán que optar entre escasas alternativas: los amigos del barrio, de la escuela, de la familia y entre ellos tendrán que hacer una apretada lista entre los disponibles, los decentes, los de edad apropiada, los que al menos se bañan y, en fin, se elegirá lo menos peor, rara vez el sueño de la vida.
El amor y la pareja son más un tema de suerte que una cuidadosa valoración de alternativas. Así es también la política, que en realidad se parece mucho a eso del amor.
Eso puede demostrarse al analizar las opciones a la presidencia de México. Me habría gustado tener a la vista a Beatriz Paredes, por ejemplo, pero el PRI no quiso apoyarla bien. Su dirigencia estaba demasiado extraviada intentando aferrarse a la lista plurinominal.
Me habría gustado también Marcelo Ebrard, pero no le tocó y la verdad no creo que le toque nunca más. De hecho, ya no votaría por él. Sus reacciones frente a la injusticia interna fueron muy poco inteligentes y sin rastro de energía, a mi juicio.
La opción de Movimiento Ciudadano es como ridícula. La verdad ni la tomo en cuenta y no creo que nadie pueda considerarla con seriedad.
Solo quedan dos opciones reales. Ninguna me atrae mucho, pero una de ellas representa una persistencia burda, sin asomo de autocrítica y sin, al menos, un poco de reflexión.
No me gustan esas expresiones de continuidad ciega, sobre todo de proyectos tan erráticos como los experimentados en los últimos años.
Creo que elegiré la otra. No es que sea lo mejor, pero bueno, quizás soy muy exigente.
Maquiavelo dijo, refiriéndose al senado romano, que “siempre juzgó las cosas como se debían juzgar, y siempre tuvo por bueno el partido menos malo” (la frase pueden encontrarla en los Discursos sobre la primera década de Tito Livio)
Si Maquiavelo lo dice así debe ser. La buena opción es la menos mala.
Creo que así estaremos frente a los diversos cargos representativos del país y de la entidad,
No se ve lo bueno, pero ni hablar, es lo que nos toca elegir. Que así sea.
*Rubén Pérez Anguiano, colimense de 55 años, fue secretario de Cultura, Desarrollo Social y General de Gobierno en cuatro administraciones estatales. Ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo, ensayo y fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policiaca y letras colimenses, así como un libro de aforismos.