Olímpicas y otras osadías

Miniaturas
Por: Rubén Pérez Anguiano*

  • Olimpiadas vienen y se van, pero las carencias se mantienen como una constante. Las tristes historias de las y los deportistas mexicanos aparecen cuando ya terminaron los juegos y los periodistas hurgan en lo que sucedió. No será aquí una excepción. Seguimos anhelando una administración gubernamental que ponga orden en comités y agrupaciones deportivas para convertir los esfuerzos competitivos en una prioridad de Estado: promover cada disciplina, contratar a los mejores técnicos del mundo, otorgar apoyos de calidad, seleccionar y enviar a lo mejor, eliminar la corrupción y el burocratismo… En fin, apostar a la victoria. Sería algo de gran impacto en la conciencia nacional, tan dada a la subestimación y el menosprecio.

  • Una gimnasta cae dos veces durante las competencias y de forma estrepitosa, un nadador hace una patada prohibida y es descalificado, y eso que apenas llevamos dos días olímpicos. Son historias que suceden continuamente entre los competidores mexicanos. Quizás hace falta, además de la preparación física sustantiva, atender la dimensión psicológica. Necesitamos explorar nuevas formas de reacción frente a la presión, pero aún no tomamos en serio la psicología del deporte que puede sumar puntos en los momentos decisivos. Recordemos el pánico escénico de la selección mexicana de futbol por mencionar un ejemplo, en los tiros penales. Es algo similar en todos los deportes.
  • Si el propósito de la inauguración de los juegos olímpicos fue crear un escándalo mundial se alcanzó plenamente. La escenificación de “La última cena” de Leonardo, una imagen integrada en la conciencia mundial y escenificada hasta la saciedad en el arte, el cine, la televisión y hasta los cómics, tuvo su expresión sensacionalista en las imágenes que contempló todo el mundo. Quizás era una tentación imposible de resistir. Después se intentó controlar el escándalo y se difundió que la escenificación no estuvo inspirada en el fresco de Leonardo, sino en una obra menor y poco conocida, sin simbolismo mundial, como lo es “El festín de los dioses” de Jan Harmensz, lo cual es ridículo. Los católicos y cristianos dicen, entre otras cosas, que representan una fe pacífica y por ello deben soportar las burlas frente a una imagen que es importante para ellos, pero quienes hacen estas burlas no se atreven a hacerlo con una imagen importante para los musulmanes, por ejemplo, porque se colocarían en la mira del terrorismo. Bueno, tal afirmación suena muy convincente. Además, flaco favor se hace a sí misma una comunidad que exige respeto y no lo aporta.
  • Un operativo del que pocos saben los detalles permitió la captura (o quizás la entrega pactada) de uno de los personajes más elusivos del mundo del narcotráfico, el legendario Ismael, “El Mayo”, Zambada. Lo interesante fueron las reacciones gubernamentales, pues en todas ellas se hizo evidente que las instituciones mexicanas estuvieron al margen de tal operativo o decisión. Les cayó por sorpresa, pues, y hasta la fecha siguen sin saber cómo sucedió lo que sucedió. Eso debilita a nuestro país frente al exterior, sin duda. De hecho, se puede sospechar que frente a temas de seguridad nacional no somos confiables y que es mejor organizar las cosas sin nuestra participación. Es algo para reflexionar con mucha seriedad hacia el futuro.

 

*Rubén Pérez Anguiano, colimense de 56 años, fue secretario de Cultura, Desarrollo Social y General de Gobierno en cuatro administraciones estatales. Ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo, ensayo y fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policiaca y letras colimenses, así como un libro de aforismos.