Dislates
Por: Salvador SILVA PADILLA
Algunos lectores de mi anterior columna me preguntaron el sentido de la frase «Como decíamos ayer» , con la que reanudé mis colaboraciones después de casi 35 años.
Un amigo (cuyas iniciales son Carlos Luna) me recordó la historia detrás de la frase «Como decíamos ayer»: Fray Luis de León, (quien según Wikipedia nació en 1527 o 1528 y murió en 1598) era maestro de Teología en la Universidad de Salamanca. Un mal día, la Inquisición lo metió a la cárcel por andar traduciendo al castellano el Cantar de los Cantares; estuvo en prisión entre 1572 a 1576. Después, la dichosa y Sacro Santa Inquisición lo absuelve —me imagino con el típico «usted disculpe»—. Entonces, Fray Luis regresa a la Universidad, y después de cinco años de ausencia reanuda sus clases con la frase: «Como decíamos ayer…» y continuó su disertación como si no hubiera pasado el tiempo. Quizás pudo haber agregado que lo visto en las tres clases anteriores sería la parte central del examen final. (Otros se la adjudican a Miguel de Unamuno después de que Primo de Rivera le prohibiera dar clases en Salamanca y lo exiliara en las Islas Canarias).
Más allá de si fue verdad, mentira o post verdad, lo cierto es que la frase «Como decíamos ayer» sirve como prueba de ácido de la amistad. Me explico: podemos dejar de ver a un amigo durante mucho tiempo y cuando nos reencontramos con esa persona reanudamos la charla como si no hubiera pasado el tiempo , en consecuencia, el aprecio, la confianza y la amistad persistieron a pesar de los años transcurridos. Si por el contrario, cuando vemos a una persona a quien le tuvimos gran afecto y después de saludarnos y quejarnos del calor que hace en Colima, nos quedamos callados y nos sentimos incómodos y fuera de lugar —más o menos como un mesero de un restaurante vegano cuando le piden tres tacos de maciza y dos de chicharrón en salsa verde— es que algo se rompió y el tiempo terminó por oxidar esta amistad.
Pues bien, el periodismo y la literatura son un acto de complicidad entre el autor y el lector, es una apuesta; es enviar una y otra vez una botella al mar, esperando que el mensaje llegue hacia nuevos e hipotéticos lectores. Y en mi caso, además, a viejos (en el pleno sentido de la palabra) y queridos lectores. A ellos les digo: «como decíamos ayer». De lo que se trata es de reanudar el rito.
II
El 6 de agosto de 2017 murió Víctor Manuel Cárdenas. El martes pasado, en su séptimo aniversario luctuoso, familiares y amigos nos reunimos en la Casa del Hule, para celebrar su vida y sus palabras.
POEMAS DE VICTOR MANUEL CÁRDENAS
IN/UTILIDAD DE LA POESIA
La poesía no cambia nada es un espejo donde se mira el que cambia
UN GRANO DE SAL
entre la punta de mi lengua y tu pezón izquierdo es el principio de la creación caos terrenal donde sismos y huracanes arrojan cauces hacia la dudosa calma del mar.