Por Jorge Arturo Orozco Sanmiguel
En esta columna vamos directo al tema: la reforma al poder judicial. Y es que confío plenamente que para poder valorar dicha misma, no se debe iniciar por el análisis de expertos en material de juicio penal, abogados, políticos ni etcéteras. Como lo dijo George Santayana, una frase que usted y yo hemos escuchado a través de estas décadas: “Aquellos que no pueden recordar el pasado, están condenados a repetirlo” Y déjeme contarle el por qué esta expresión tan ríspida.
Nuestra historia ha cambiado de personajes, se han nombrado héroes de la patria y sin más de cuentos, leyendas, historias y fábulas. Pero la situación ha sido la misma. Comenzamos desde 1857 con Conservadores Vs. Liberales, después Monarcas Vs. Republicanos; hasta llegar a lo que peleamos ahora: Fifís Vs. Chairos. ¿La riña? Siempre ha sido la misma. La lucha de los poderes fácticos contra la voluntad mexicana.
Antes de las leyes de Juárez y Lerdo, las cuales quitaban mucho poder a la iglesia, Benito Juárez logra ser popular ante la nación por su ingreso a la silla presidencial, pero la problemática del país giraba en torno al poder legislativo, pues el ejecutivo estaba controlado por dicho órgano. ¿Y el poder judicial? No era necesario reformarlo, pues no interfería. Pero la mancha ya estaba en este órgano, la cual tomaría muchísima fuerza en estos tiempos. Observen bien el año del que estamos hablando.
Antes de Antonio López de Santa Anna, el poder judicial era conformado a través del voto popular, sin necesidad de algún INE o un Lorenzo Córdoba dando la cara en Televisa sobre las votaciones y si hubo fraude o no. Pero las acciones de este organismo jurídico fueron marcadas por ser críticos sin ideales; solo el bien de la nación. Es ahí cuando se comienza la primera semilla del cambio. Ya hasta el Maximato fue que se declara que el sistema judicial sea elegido a través de órganos internos del “poder en turno” Lo cual, lo dejo a su reflexión: eso ya se considera presidencialismo, o en términos más coloquiales y populares: dictadura.
Esta vez se pretende regresar a esos tiempos donde el pueblo decide, tal y como lo hacíamos antes del Porfiriato y el sistema innovador e inspirador llamado Neoliberal. Y aquí tendremos muchos puntos a considerar tras leer nuestra historia.
Desde la derecha se menciona que se pretende un presidencialismo, pero como bien lo mencioné: ya es un sistema presidencialista. No tiene coherencia. Se menciona que MORENA quiere el poder absoluto para hacer y deshacer a su antojo, pero actualmente la izquierda tiene tres subordinados dentro de este poder; a la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, le toca designar a uno más. Así que con reforma judicial o no, el poder lo tendrá. No veo la necesidad de este argumento.
¿Qué se busca? Mover las bases. Desde una perspectiva personal, el movimiento de izquierda quiere evidenciar la fuerza de los poderes fácticos del país. Tenemos un órgano jurídico con muchísimos lujos y beneficios, con la justificación de que son muy importantes para el país. Pero seamos honestos: ¿quién se siente identificado o respaldado por el Poder Judicial? En estos últimos momentos que se ha mantenido el tema, las y los trabajadores de dicho mismo han salido a manifestarse de una manera deplorable. Vemos manifestaciones de 20 a 40 personas, súplicas a otras instituciones para que los apoyen. ¡Vaya! Las universidades que se han movilizado, tardan poco menos de 2 horas para demostrar que fueron acarreados por un académico que trabaja en dicho poder.
Si este movimiento de protesta fuese popular e importante, ¿por qué no sale la población a defenderla? He visto más personas manifestando alegría y defensa nacional cuando gana la selección en el mundial, que ahora en las movilizaciones por la “defensa de la soberanía nacional” Tuvieron que realizar la táctica de la velita: marchar de noche con “la luz de la esperanza” para verse de luto. La situación es que el pueblo no respalda la lucha pues la realidad de esto es una: mantener sus privilegios.
Y pregúntese: cuántas personas conocemos que mencionen “voy a esforzarme para ser juez algún día” Es muy mínima, pues este monopolio solo se rige tras ideales monárquicos: me voy y dejo a mi hijo, hija, sobrino, etc. No hay posibilidades ni esperanzas de aspirar a estos cargos.
Pero hagamos un análisis enfocado a la situación que nos atañe: Tenemos tres poderes. ¿Quién elige al poder ejecutivo? El pueblo. ¿Quién selecciona al poder legislativo? El pueblo. ¿Quién escoge al poder judicial? Efectivamente. Como se lo mencionaba: es claro que la reforma lo que busca es mover las bases.
Lo que si es claro es que por más luchas que existan, como lo fue en la historia el periodo de República Restaurada, el Plan de Tuxtepec, el Estado de Bienestar, la Ley Iglesias; la Primera, Segunda, Tercera y Cuarta Transformación, nunca se logrará realizar un cambio si no se enarbolan tres causas que siempre les han faltado a estos movimientos: La Justicia, Igualdad y Democracia.