Dislates
Por: Salvador Silva Padilla
Algo que olvidé decir en mi anterior columna, es que uno de mis libros de cabecera de superación personal es, precisamente, «El arte de amargarse la vida», de Paul Watzlawick; esta omisión me lleva a mi segundo libro de superación personal, que es «Las ley de Murphy».
La historia detrás de la famosa Ley de Murphy: «Si algo puede salir mal, saldrá mal» es de aplicación universal.
Edward A. Murphy fue un ingeniero aeronáutico norteamericano, quien después de la Segunda Guerra Mundial se especializó en diseñar y probar sistemas de seguridad en aviones, helicópteros, cohetes y, en general, cualquier aparato que volara.
Se dice que una vez que estaba probando unos arneses (especie de cinturón de seguridad) para pilotos que viajarían en naves supersónicas, después de probarlo con éxito en muñecos, monos y perros, decidieron probarlo con un piloto que se ofreció como voluntario. Murphy le encargó a su subalterno que colocara los arneses y los sensores. Cuando se hizo la prueba, resulta que los dispositivos no habían registrado nada… justamente porque el subalterno había colocado los sensores al revés. Fue entonces en que, según dice la leyenda, el buen Edward A. Murphy acuñó en letras de oro su famosa ley de «Si algo puede salir mal, saldrá mal».
De esa ley general, se han derivado corolarios como:
«Si existe la posibilidad de que varias cosas vayan mal, la que cause más perjuicios será la única que vaya mal».
O esta otra:
«Es inútil hacer cualquier cosa a prueba de tontos, porque los tontos son muy ingeniosos».
Asimismo, se han desprendido varias leyes que podríamos llamar secundarias como
LA LEY DE PUDDER:
-Todo lo que empieza bien, acaba mal.
-Todo lo que empieza mal, acaba de la chingada (*).
Asimismo suelen aplicarse a todas las áreas de la vida:
BUROCRACIA: Si algo puede salir mal. Lo hará por triplicado.
PRIMERA LEY DE MURPHY SOBRE LAS ESPOSAS.
-Si le pide a su marido que compre cinco cosas en la tienda y luego añade otra más que se le acaba de ocurrir, a él se le olvidarán dos de las cinco primeras.
DEFINICIÓN DE FAUSNER
-El trabajo doméstico es eso que no se nota a no ser que no se haya hecho.
La Ley de Murphy es de un alcance tan universal que incluso el propio autor no pudo escapar de sus efectos en, al menos, tres ocasiones.
La primera es que el autor de ese y de varios libros que se derivaron de la Ley de Murphy, NO fue Murphy, sino Arthur Bloch.
La segunda vez en que el autor fue víctima es con Wikipedia, porque esa ley fue creada con la intención de prevenir los acontecimientos y evitar a toda costa (o al menos en la medida de lo posible) el error, y Wikipedia, por su parte, entreteje una definición entre ininteligible y fatalista: «La Ley de Murphy es un enunciado volado, supuestamente basado en un principio de los lobos, para explicar los infortunios de la vida, que suele ser presentado como: ‘Si algo puede salir mal, saldrá mal’. Denota una actitud resignada ante el devenir de acontecimientos futuros y puede aplicarse a todo tipo de situaciones, desde las más banales de la vida cotidiana hasta otras más trascendentes».
Pero la peor fue la tercera: cuando le otorgaron en 2003, el Premio Ig Nobel. de Ingeniería.
Los premios Ig Nobel son una parodia de los premios Nobel, que desde la década los 90s se entregan a investigaciones sin sentido, o metidas de pata de dimensiones paquidérmicas.
Por ejemplo, en 1992 se entregó el Ig Nobel de Arqueología: A un grupo de Boy Scouts franceses con delirio de pulcritud, pues les dio por limpiar y borrar pinturas rupestres con una antigüedad de alrededor de 15 mil años, pues esos dibujos los confundieron con grafitis. Dejaron las paredes rechinando de limpias sin dejar rastro de bisontes, mamuts ni demás fauna, ya extinta, del Paleolítico.
En 1992, una serie de investigadores del Shisedo Research Center, en Yokohama, recibieron el Premio Ig Nobel en Medicina por su estudio «Elucidación de los compuestos químicos responsables del mal olor de los pies» y en particular por su conclusión de que «a la gente que cree que le huelen mal los pies, ciertamente le huelen mal, y a los que creen que no, no».
Y esto me conduce a exigir que al Alcalde de Lagos también se le confiera el Premio Ig Nobel por su aportación a la lógica matemática: «El que tenga puercos que los amarre, y el que no, que no».
Pero bueno, no todo está tan mal con Murphy. El Premio le fue otorgado Post Mortem, pues si hubiera estado vivo, seguramente se suicidaría.
Aquí podríamos agregar el COMENTARIO DE O’TOOLE A LA LEY DE MURPHY:
«Murphy era un optimista».
Y terminar con LA FILOSOFÍA DE MURPHY:
Sonría, mañana será peor.
(*) Me permití esa pequeña licencia poética (sic) porque esta traducción al mexicano (resic) me parece más adecuada al espíritu de la ley. Las otras traducciones son: la previsible y simplista «termina peor». O la castellanizada «de puta pena». Que el lector elija.