CDMX.- Numerosos gobiernos han ignorado la necesidad de contar con una política de población como parte de una estrategia nacional de desarrollo, afirmó el investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Carlos Welti Chanes.

En el Seminario Universitario de la Cuestión Social, el académico dijo: así ha sido en el caso de México por ausencia de planeación estratégica, limitando recursos para los programas en la materia y disminuyendo el apoyo a instancias como el Consejo Nacional de Población (CONAPO).

El economista, sociólogo y demógrafo refirió que, además, en nuestro país el bono demográfico se ha desperdiciado de varias maneras: según datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2023, en el quinquenio anterior a su levantamiento casi un millón de personas de 15 a 39 años emigraron; 90 por ciento lo hizo a Estados Unidos y tres de cada cuatro viven en la nación a la cual se trasladaron.

Al abordar el tema Población, desarrollo y políticas de población, destacó que se ha vuelto “bono basura” y el capital humano que debería estar constituido por los jóvenes, en proporciones significativas, solo se puede integrar a empleos informales y precarios, o ser una población desocupada o subocupada.

Ante Enrique Provencio Durazo, coordinador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo, y de Mario Luis Fuentes Alcalá, secretario técnico del Seminario Universitario de la Cuestión Social e integrante del Patronato Universitario, agregó:

Después de 50 años de la estrategia de la disminución del crecimiento poblacional mediante la reducción de la fecundidad, “podemos decir que su éxito se concreta en la modificación de la condición social de las mujeres, al permitirles decidir cuándo y cuántos hijos tener, al darles acceso a la anticoncepción y, por lo tanto, evitar que la maternidad no deseada limite su desarrollo”.

Panorama distinto

Welti Chanes detalló también que, en la aritmética de la relación entre población y desarrollo, la gran paradoja es que la fecundidad por debajo del nivel de reemplazo generacional ha encendido las alarmas, inicialmente en los países más desarrollados.

Ahora se sienten amenazados por la reducción en el número de personas y la continuación acelerada del proceso de envejecimiento que los obligará a depender de la inmigración que se incorpore a la actividad productiva. Además, promueven incremento de la fecundidad en las nuevas generaciones, aunque porcentajes crecientes ya no quieren tener hijos o quienes desean ser madres no pretenden procrear más de uno.

La caída de la fecundidad, alertó el académico, tiene consecuencias económicas porque va necesariamente acompañada de cambios en la estructura de edad y de aumento considerable de personas mayores, lo que también tiene sus costos, como explicaba el checo Tomas Frejka.

De acuerdo con el Censo 2020, en el grupo de 30 a 34 años, 21.9 por ciento de las mujeres no tuvieron hijos; de 35 a 39, fue de 14.6 por ciento; de 40 a 44, más de 11 por ciento; y de 45 a 49, 9.7 por ciento. “Esta es una tendencia irreversible”, sostuvo Carlos Welti.

Ahora hay que prepararnos para lo que se ha denominado el invierno demográfico, “sin que el incremento de la fecundidad sea el objetivo, como ya se comienza a plantear en los países europeos, y sí en cambio actuando para ampliar las oportunidades de desarrollo de los jóvenes y, en particular, de las mujeres que no optan por la maternidad”.

Si desde hace varias décadas los análisis de la situación demográfica en el mundo sirvieron para fundamentar la puesta en práctica de una planificación para reducir el crecimiento natural de la sociedad y ello permitió ejercer el derecho a tener los hijos que se deseaban, a partir de ahora debe servir para defender la garantía de contar con un sistema de seguridad social para su sobrevivencia en condiciones adecuadas, precisó Welti Chanes.

Al comentar la ponencia, la exprofesora e investigadora de El Colegio de México y exdirectora general de Estudios de Población en el CONAPO, Rosa María Ruvalcaba, aseguró que en el diseño de la política en la materia no ha habido una visión estratégica de largo plazo y de Estado.

Por ejemplo, la incertidumbre que se tiene sobre las necesidades de vivienda podría resolverse con un acercamiento a la estrategia de población. “Un joven que vive solo no requiere lo mismo que una pareja, o una familia extensa”, y en otros casos se da el fenómeno del ‘nido vacío’, por lo que en este rubro hay mucho que hacer, finalizó.