LA VIDA ENTRE LÍNEAS // Escuelas a oscuras, ciudadanos desprotegidos

LA VIDA ENTRE LÍNEAS // Escuelas a oscuras, ciudadanos desprotegidos

Por Elinord Cody FaceBook Elinord Cody

La reciente noticia de que escuelas de la zona oriente de Colima han tenido que migrar a clases virtuales por el robo de cableado eléctrico es un golpe directo a la confianza de los ciudadanos en las autoridades. La falta de electricidad no solo afecta el suministro de luz, sino también el acceso al agua y a internet, dejando a maestros y estudiantes sin condiciones para trabajar. Como si esto no fuera suficiente, también se reporta el hurto de lámparas, ventiladores y bombas de agua.

Lo alarmante no es solo el acto delictivo en sí, sino la aparente falta de transparencia de las autoridades. Estos hechos no se hicieron públicos hasta que las escuelas afectadas se vieron obligadas a avisar a la comunidad de su cambio a la modalidad virtual. Según se ha reportado, ya existen más de una docena denuncias formales, y en algunos casos, los planteles han sido robados en más de una ocasión.

Esto plantea una pregunta inevitable: si no se puede garantizar la seguridad en instalaciones gubernamentales, ¿qué pueden esperar los ciudadanos comunes en sus hogares o negocios?

La gobernadora Indira Vizcaíno Silva ha insistido en destacar una supuesta disminución en los delitos relacionados con el daño patrimonial. Sin embargo, estos casos demuestran que la realidad puede ser muy distinta. ¿Cuántos delitos no se denuncian? ¿Cuántos casos similares pasan desapercibidos porque no son suficientemente visibles o porque las víctimas no confían en que las autoridades puedan resolverlos?

En redes sociales, los videos de asaltos a pequeños comercios siguen circulando, grabaciones que muestran no solo el acto delictivo, sino la osadía de los ladrones, quienes incluso se arriesgan a quedar registrados en cámaras de seguridad. ¿Qué tan efectiva es una estrategia de seguridad cuando las mismas cámaras, en ocasiones, terminan siendo otro objeto de hurto?

Es momento de cuestionar qué está haciendo realmente la autoridad. Las cifras y discursos optimistas contrastan con la sensación de vulnerabilidad que experimentan tanto instituciones como ciudadanos. Si existen los recursos, elementos y patrullas que el gobierno presume, ¿por qué no se sienten en las calles ni en los resultados?

La seguridad no puede seguir siendo un tema relegado a estadísticas maquilladas. Los ciudadanos merecen más que un discurso bien ensayado. Merecen acciones concretas que devuelvan la tranquilidad y la confianza en las instituciones. Sin eso, la oscuridad que ahora cubre las escuelas terminará por extenderse a toda la sociedad.

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