Una tras otra

Bajo el Sol
Por: Carlos AGUIRRE

Una tras otra es una buen expresión que calificaría a muchos de los gobiernos actuales. Y no se trata de criticar per se, solo señalo lo que lamentablemente ocurre.

Y es que no dejan de suceder cosas que solo buscan la nota, pretenden la trascendencia por lo llamativo del dicho o del acto, que, por la consecuencia real, muchas veces contrasta con lo real. Acciones mediáticas solamente con las que pretende entretenernos el gobierno. Distractores. Pan en medio del circo.

El tema de la reforma al poder judicial (así con letras chiquitas, porque ya se lo acabaron) muestra la ignorancia y el descaro de la señora Sheimbaum. Basta señalar solo el pregonado respeto a los derechos humanos de quienes se postularon ante el poder judicial precisamente, para ocupar un cargo de los que se van a “votar”. Dice la señora que, por respeto a los derechos humanos de ellos, los postulados, es que debe continuar el proceso de selección y con ello da vuelo a la rebeldía de los poderes ejecutivo y legislativo, y al envalentonado INE que se ha convertido en el juguetito. Raya en la incongruencia legal al dar al Tribunal Federal Electoral una autoridad que no tiene. Y con el pretexto de defender los derechos humanos de unos pocos, pisotea los derechos humanos de muchísimos millones que esperan en la legalidad la base de los actos del gobierno.

La señora, sin embargo, hay que decirlo, solo ejerce su poder, aunque lo haga con excesos y violando la ley. Es que pasa por alto la legalidad en muchos de sus actos.

Si el pueblo la votó y ganó por mayoría, ella se cree con la autoridad para hacer lo que le venga en gana, su solo capricho basta. Y lo peor es que cree que le alcanza para envalentonarse y ponerse contra Sansón a las patadas en la arena internacional. Y es que cuando Trump dice que va a hacer en su país lo que considera conveniente, sale y lo enfrenta defendiendo la soberanía nacional y criticándole a “Trun” su carácter intervencionista. ¿Como pues? ¿Porqué esa incongruencia?

El presidente de Estados Unidos solo trata de proteger a su país, poniendo un poco de orden allá, en su territorio y la señora brinca acá, en el nuestro. Llegando incluso a defender en el discurso y en los hechos, a las bandas delincuenciales que impunemente operan en este país, advirtiendo que con “nuestros narcos no se metan”. Cada quien los suyos, parece decir. ¿A quién defiende realmente? Desde luego que no está sola. Inmediatamente salen en su respaldo los principales actores de Morena, encabezados por los líderes en el Senado y en San Lázaro, Noroña y Monreal que, indignados llaman desesperadamente a la unidad nacional en defensa de la soberanía.

¿Cuál unidad nacional? ¿La de los chairos, o la de los Fifís? ¿La de los conservadores, o la de los liberales? Se insistió mucho por parte de aNlo que somos muy distintos unos y otros y se promovió el enfrentamiento. ¿Puede haber unidad nacional? ¿Todos están dispuestos a salir y defender a los grupos delincuenciales?

¿Soberanía? ¿Cuál? ¿La que en la práctica limita la acción de gobierno en muchas zonas que han sido concesionadas a la delincuencia organizada, como Sinaloa, Guerrero, Guanajuato, etc.? ¿Esa es la soberanía que defienden Noroña y Monreal? ¿El llamado a la unidad nacional y al patriotismo es el mismo de Noroña cuando va a esquiar a Colorado, o cuando va a pasear a Las Vegas? ¿Nacionalismo es el que manifiestan los hijos de aNlo cuando llevan a sus esposas a “aliviarse” a Estados Unidos?

Una tras otra, las autoridades se aventaban en llegar primero a defender a Rocha, el cuestionado gobernador de Sinaloa, a quien la gente le pide que se vaya. Al menos dos megamanifestaciones se han vivido al menos en Culiacán y el señor no da la cara, escondido en las faldas de Claudia, se aferra a estar al frente defendiendo al crimen organizado, cuando lleguen los marines americanos a por ellos.

¿Que sigue? Estemos pendientes. Nos vemos pronto, bajo el sol.