JALISCO.- Cada año, miles de peregrinos emprenden el camino hacia Talpa de Allende, un pintoresco pueblo enclavado en la Sierra Madre Occidental de Jalisco, para visitar a la Virgen del Rosario de Talpa. Este acto de fe se convierte en una experiencia profundamente espiritual, en la que los fieles recorren kilómetros como cumplimiento de promesas y mandas hechas en momentos de necesidad, enfermedad o agradecimiento.
El peregrinaje puede durar días, dependiendo del punto de partida. Algunos caminan desde municipios cercanos e incluso desde otras partes del estado o del país, soportando el calor, la lluvia o el cansancio con una devoción inquebrantable.
Otros lo hacen en bicicleta, en grupos organizados que recorren largas distancias por rutas ya tradicionales. También están quienes optan por vehículos, aunque sin perder el espíritu de recogimiento y agradecimiento que motiva la travesía.
A lo largo del camino, se vive una atmósfera de compañerismo, esperanza y fe. Se levantan altares improvisados, se escuchan cantos religiosos, y en cada paso se siente la fuerza del propósito.
Al llegar a Talpa, los peregrinos se postran ante la imagen de la Virgen, muchos con lágrimas en los ojos, cumpliendo así su manda con una mezcla de cansancio físico y satisfacción espiritual.
Un #LectorAF nos comparte alguna imágenes de su visita a Talpa de Allende.
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