DF, México.- En México, más del 60 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento global, provienen del sector energía, sin embargo, en la Estrategia Nacional de Energía, que se encuentra en discusión en la Cámara de Diputados, se mantiene el modelo de generación de energía con base en la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas)
La Estrategia Nacional de Energía (ENE), uno de los instrumentos jurídicos que regirán la política energética nacional en los próximos 15 años, contradice la política de cambio climático que se impulsa desde el ejecutivo federal a través del Programa Especial de Cambio Climático (PECC), señaló Greenpeace.
En México, más del 60 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento global, provienen del sector energía. Sin embargo, en la ENE, que se encuentra en discusión en la Cámara de Diputados, se mantiene el modelo de generación de energía con base en la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas), cuando es precisamente esta fuente la que genera la mayor cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero, que se buscan reducir con la implementación del PECC.
“Un país que hacia el exterior se dice comprometido en lucha contra el cambio climático y que en los próximos meses hospedará una reunión cumbre de Naciones Unidas sobre este tema no puede usar esta estrategia para aspirar reducir emisiones de bióxido de carbono (CO2) y por otro lado seguir generándolas. En un contexto global de cambio climático acelerado y siendo México un país altamente vulnerable a los impactos de éste, la ENE debería revolucionar el modelo de generación de energía de México poniendo el acento en el aprovechamiento del enorme potencial de las fuentes de energía renovable con que contamos”, señaló Gustavo Ampugnani, coordinador de la campaña de clima de Greenpeace México.
La ENE establece también que ante la crisis energética actual y la amenaza del calentamiento global es necesario incrementar la participación de energías limpias al 35 por ciento, pero incluye tecnologías no sustentables ni renovables como la nuclear o las grandes hidroeléctricas que distan mucho de ser consideradas como tales. Tanto la Ley para el Aprovechamiento de Energías Renovables y del Financiamiento para la Transición Energética, como el Programa Especial para el Aprovechamiento de las Energías Renovables no definen ni contemplan ambos tipos de tecnologías como fuentes “limpias” de energía.
“Las grandes hidroeléctricas alteran seriamente ecosistemas, su construcción obliga al desplazamiento de comunidades, pérdida de tierras de cultivo y a la modificación de cauces naturales de agua. En cuanto a la nuclear, si bien la generación de electricidad a través de esta tecnología no emite gases de efecto invernadero de manera directa, no significa que sea limpia y deba emplearse como una alternativa al calentamiento global del planeta, puesto que conlleva al grave y peligroso problema de la disposición final de los residuos radioactivos, que no es segura en ningún lugar del mundo. México tiene altísimos potenciales de fuentes renovables de energía: la solar, eólica, geotérmica, bioenergía, mucho más seguras y baratas, no vemos en la ENE este enfoque integral de eficiencia energética”, abundó Beatriz Olivera, integrante de la campaña y especialista en temas de eficiencia energética.
En la ENE no se definen los aspectos normativos y fiscales que el país tendrá que ejecutar hasta 2024 para en primer término ahorrar energía y en segundo, enfocarse a hacer un uso eficiente de ella en todos los sectores: residencial, público e industrial.
“Las medidas de eficiencia energética a implementar en el país son variadas y deben ir mucho más allá de iluminación o electrodomésticos eficientes; es necesario definir metas para alcanzar en el sector industrial, agrícola, transporte -para el que se proponen pocas medidas a pesar de estar identificado como el sector con mayor consumo de energía- sin olvidar las acciones que debe cumplir el sector público, donde sólo 3.4 por ciento (1) de los inmuebles de la administración pública cumplen con el programa federal de ahorro de energía“, continuó Olivera.
Seguridad energética, clave para la seguridad nacional
La seguridad energética es un concepto clave para la seguridad nacional y debe basarse en la implementación de políticas y estrategias que aseguren la continuidad en el suministro de recursos energéticos al país, más allá de la extracción de petróleo y otros combustibles fósiles.
La ENE establece como metas sustanciales la producción de petróleo crudo en 3.3 millones de barriles diarios y la restitución de reservas probadas en un 100 por ciento. Define además como una de las líneas de acción sustanciales el “descubrimiento de nuevos yacimientos y desarrollo comercial exitoso de reservas” (2), sin considerar que la producción de crudo decreció a una tasa de 5.1 por ciento anual entre 2004-2009, en este último año fue 23 por ciento menor que la producción máxima observada en 2004.
“La política energética nacional no puede seguir basando su crecimiento y desarrollo en el sector petrolero es necesaria una alternativa efectiva que permita incrementar la seguridad energética a través de balancear y diversificar las fuentes primarias de energía. Continuar la misma línea de una matriz petrolera se convierte no sólo en un asunto de índole ambiental sino también de seguridad energética“, aseguró Olivera.
Es urgente que la Cámara de Diputados haga las modificaciones necesarias para que la ENE sea coherente con la política climática y se convierta en el parteaguas de la política energética nacional. “Si es aprovechada adecuadamente, la Estrategia Nacional de Energía puede convertirse en uno de los principales instrumentos jurídicos para detonar el mercado de energías renovables, promover el crecimiento económico, generar empleos verdes, garantizar la seguridad energética y trazar efectivamente la ruta hacia la mitigación del calentamiento global”, concluyó Ampugnani.
Con información de Greenpeace México