Presidenta de Brasil llama a modificar la Constitución para sofocar protestas

Brasilia.- La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, buscó dejar atrás una repentina ola de descontento nacional con un sorpresivo llamado este lunes a un referéndum sobre la que sería la reforma política más ambiciosa del país en décadas.

Rouseff propuso una votación nacional para que los brasileños decidan si quieren modificar la Constitución de Brasil, en una reunión con gobernadores y alcaldes una semana después de que las mayores protestas del país en 20 años sacudieron a los políticos de todas las tendencias.

Inmediatamente surgieron preguntas sobre si la mandataria izquierdista podrá cumplir con dicho cometido mientras se encamina a la que podría ser una reelección más difícil en el 2014.

La última reforma política radical de Brasil fue hace 25 años, cuando la actual Constitución brasileña fue ratificada en 1988 por la última asamblea constitucional del país, tres años después del final de la dictadura militar.

«Las calles nos están diciendo que el país quiere servicios públicos de calidad, quiere mecanismos más eficientes de combate a la corrupción que aseguren el buen uso del dinero público, que quiere una representación política permeable», dijo Rousseff, reiterando su apoyo al espíritu democrático de la mayoría de los manifestantes congregados en las ciudades más grandes de Brasil.

No quedó claro cómo Rousseff planea abordar la reforma política, y los analistas dijeron que su propuesta podría sumarse a la inquietud respecto a si podrá aplacar a los manifestantes, cuyas demandas varían pero en última instancia apuntan a una desilusión con el Gobierno.

Una reforma constitucional podría tomar años ya que el Gobierno debe organizar una votación pública que decida si se convoca a una asamblea, la que posteriormente debatirá la revisión de la democracia representativa en Brasil.

«La creación de una Asamblea Constituyente para entregar una reforma política profunda podría añadir otro elemento de incertidumbre a mediano plazo», escribió Alberto Ramos, economista jefe para América Latina de Goldman Sachs, en una nota a clientes.

«Estos eventos de transformación tienden a llevar mucho tiempo y el resultado final es muy difícil de predecir», añadió.

La presidenta también presentó propuestas para expandir el transporte público, mejorar los servicios de salud y tomar medidas enérgicas contra la corrupción – preocupaciones manifestadas por el movimiento de protesta sin líderes que ha sacudido a los mercados y amenazado su popularidad.

Sin embargo, una economía mustia ha dejado a la presidenta con poco espacio para maniobrar el presupuesto federal y es poco probable que los manifestantes vean una mejora rápida en su vida cotidiana.

Encuestas realizadas antes de la actual ola de manifestaciones mostraron que aprobación pública para la Rousseff había caído a alrededor del 55 por ciento – lo suficiente para ganar un segundo mandato en una sola ronda de votación. Se espera ampliamente que la mandataria busque la reelección el próximo año.

El pico reciente de las manifestaciones mayormente pacíficas llegó el jueves, cuando cerca de un millón de personas salió a las calles en todo Brasil, con destellos ocasionales de violencia y vandalismo.

Los días transcurridos desde entonces han sido más tranquilos, pero medios sociales apuntan a una nueva ronda de protestas en torno a un partido de fútbol el miércoles entre Brasil y Uruguay en la ciudad de Belo Horizonte.

El futbol se ha convertido en un punto focal para los manifestantes que objetan la gran financiación para los estadios de la Copa del Mundo de 2014 que creen podrían ser mejor invertida en el transporte, la educación y hospitales.

Con información de Reuters

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