Como si de la invasión a un planeta se tratara, fanáticos mexicanos disfrazados de personajes de «La guerra de las galaxias» (Star Wars) tomaron hoy la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) para acompañar al fotógrafo catalán Marcel Rius en la presentación de un libro que les inmortaliza.
Llegados de Puebla, la Ciudad de México y quizás alguno de la Estrella de la Muerte, los fieles seguidores de la saga se convirtieron en coprotagonistas de un capítulo más de esta historia milenaria estrenada el 23 de noviembre de 1977.
El fotógrafo Marcel Rius presentó su libro «Fanatic Wars» (Trilce, 2013), el primero del autor, rodeado de toda la parafernalia, en versión mexicana, de las películas.
Seguidores de media docena de clubes de fans le arroparon ataviados como Chewbacca, jedis, Darth Vader, Darth Maul, los Storm Troopers, la princesa Leia y otros seres fantásticos.
En entrevista con Efe, Rius sostuvo que su libro se hizo para ver «qué hay detrás de la máscara de ese traje» y del «personaje» con el que se encontró en los últimos años en las convenciones que cada año celebran los fanáticos mexicanos.
«Todos nosotros se dice que tenemos un niño dentro, pero con ellos (los fanáticos de Star Wars) es más evidente», dijo.
Explicó que la confluencia de una aventura en la que se entrelanzan la fantasía, los planetas y los monstruos hizo de la historia de George Lucas todo un éxito.
«Mezcla batallas, sean clásicas o modernas, amor; es como un culebrón mexicano. Sale Darth Vader, que tiene un hijo que él no sabe y luego tiene una hermana. Eso es un poco culebrón (telenovela)» mexicano, indicó.
En el libro, del que se han lanzado 5.000 ejemplares, hay fotos de coleccionistas en sus casas, con todos los objetos que atesoran con devoción desde que la serie nació, e imágenes más personales, de personas disfrazadas como sus héroes o villanos siderales.
«Quería ver dónde vivían, cómo vivían, sacar un poco ese ‘Mexican curious’, ver esos colores de México» y «fisgar, hurgar y ver realmente qué tenían todos estos personajes, cómo vivían», y documentar su intimidad.
La directora de Trilce, Deborah Holtz, dijo que Rius había conseguido «lo que nadie había hecho antes: meterse en la casa de los fans» y retratarlos superando algunas envidias que puede haber entre unos y otros.
En la presentación se proyectó un vídeo del mayor coleccionista de Star Wars, el estadounidense Steve Sansweet, quien elogió el gran trabajo de Rius y el valor de «algunas fotos sorprendentes» reunidas durante más de dos años de trabajo.
Jorge Bravo, disfrazado de Darth Maul, elogió a Rius por haber conseguido «buscar qué somos del otro lado del traje» y destacó «el ingenio que tiene el mexicano» para, con un bote o una bolsa, hacer un casco sideral.
Tras el acto el abogado agrarista Luis Jiménez evocó en declaraciones a Efe la emoción del día «inolvidable» en que tenía cinco años y su abuela le llevó al cine. «Me quedé impactado de ‘El imperio contraataca’, la tecnología, el despliegue, todo. Saliendo de allí vendían figuras y me compré la de Han Solo», afirma.
A partir de entonces los personajes creados por el cineasta George Lucas le marcaron, admite.
«Te marca de dos formas, una positiva y otra negativa. Sí existe el estigma, porque eres muy fan, sacrificas a la familia, los cuates (amigos) por estar en las convenciones, coleccionar. Afortunadamente yo he podido combinar las dos cosas y sé el límite», señala.
Lo positivo es que «conoces mil gentes» y entras en «una hermandad muy padre (agradable)» en la que cada uno tiene su propia forma de representarse.
Sus personajes favoritos son los pilotos imperiales que ayudaron a Luke Skywalker a atacar la Estrella de la Muerte y a ganar una crucial batalla a las fuerzas del mal.
Con todo admite que el otro personaje que le fascina es Anakin Skywalker, el célebre Darth Vader. «Es una redención, de empezar la parte positiva luego se convierte al lado oscuro y se redime al final de la saga regresando a la parte positiva de la fuerza», apunta.
Jiménez cree que todas las personas tenemos un lado bueno y uno malo, y de alguna manera merecen en algún momento una redención, «si no al final de nuestras vidas en un momento en que decimos ‘Estamos muy mal, vámonos por el lado bueno'». EFE