Colima.- Los años en que los colimenses acudían al jardín Libertad a dar el Grito de Independencia despreocupadamente quedaron atrás. El paso del tiempo y la atmósfera de inseguridad, que alcanzó su clímax hace algunos años en la entidad, han modificado la tradición. Ahora tan sólo llegar frente a Palacio de Gobierno implica pasar por un filtro de seguridad: arcos detectores de metales y explosivos, incluso revisión de pertenencias.
Decenas de personas, formadas para ingresar a los lugares de mayor tránsito, como el filtro ubicado en la calle Madero.
Todo enmarcado en un sorprendente operativo de seguridad en el que participan Ejército y Marina, PGR, policías estatales y municipales.
Un Jardín Libertad blindado reunió a cientos de colimenses.
Hubo pocas banderas, pero el ánimo de siempre. No faltaron los niños con la cara pintada de patria y los hombres sombrerudos. Las playeras de ‘el Tri’ y los rehiletes.
A las 22:28 horas pararon las cumbias y la música regional mexicana que amenizaban la noche entre bailes y arengas patrióticas.
Dos minutos después ingresó entre la multitud la banda de guerra del 29 Batallón de Infantería e interpretó la Diana Antigua.
Aún sonaban las trompetas y tambores cuando en el balcón de Palacio de Gobierno apareció el gobernador Mario Anguiano Moreno con una tradicional guayabera roja, perfectamente combinado con su esposa Alma Delia Arreola, quien portaba un vestido largo de color rojo vivo.
Lo acompañaban representantes de las fuerzas armadas de México y de los poderes Legislativo y Judicial, además del alcalde Colima, Federico Rangel Lozano.
Faltaban 14 minutos para las 23:00 horas cuando la rechifla de la gente anunció que caían unas delgadas e intermitentes gotas de agua.
El sereno recordó a los presentes que hace un año, el paso de la tormenta tropical Manuel ahogó el grito y frustró las fiestas patrias.
Salvador Cárdenas Morales, secretario del Ayuntamiento de Colima, leyó el acta solemne de la Independencia mientras las autoridades bajaban al templete ubicado a las afueras del Palacio de Gobierno.
A las 22:51 horas, las órdenes marciales pidieron el saludo para que nuestro lábaro patrio hiciera su recorrido para abanderar al mandatario estatal.
Entonces no importó si en la mano derecha se tenía una banderita o una michelada: no hubo impedimentos para colocar la palma recta sobre el corazón y sentir los latidos de la patria.
Seis minutos antes de las 23:00 horas, Mario Anguiano recibió la bandera y comenzaron los vivas: recordó a Hidalgo, a Morelos y a Josefa Ortiz de Domínguez. No hubo errores.
También hubo un viva para Colima y para los héroes colimenses que se sumaron a la insurgencia. Los tres vivas de México que corearon con toda el alma los ahí presentes dieron paso al sonido de las campanas.
Mientras el tintineo inundaba el ambiente como hace 204 años en el pueblo de Dolores, Guanajuato, el cielo se pintó de verde, blanco y rojo con el espectáculo de juegos pirotécnicos.
Y así se entonó el Himno Nacional Mexicano. Los padres lo cantaron con sus hijos y todos vibraron al unísono de “Mexicanos, al grito de guerra”.
A pesar del operativo de seguridad, del calor del gentío y de las gotas amenazantes de una lluvia que no llegó, el grito de «¡Viva México!» unificó una vez más a los colimenses.
La salida del cuadro central de Colima fue caótica y entre empujones, pero para los que se quedaron, la fiesta siguió hasta las 2:00 de la mañana. Es la fiesta de los mexicanos, para quienes siempre hay algo que celebrar.
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