Pihuamo, Jalisco.- Un ganadero de Pihuamo estuvo expuesto a la saliva de un becerro infectado con rabia; doce días después de que el Centro de Salud de la localidad fue notificado del problema, la institución no lo ha vacunado contra esta enfermedad mortal.
El lunes 6 de octubre, Otoniel Morfín, ganadero afincado en Pihuamo, detectó que uno de sus becerros se comportaba de manera inusual. Al día siguiente, el martes 8, el médico veterinario Alejandro Alcaraz atendió al animal y le detectó signos de rabia paralítica bovina. Debido a que el ganadero manipuló sin guantes al animal (le introdujo la mano y el antebrazo en el hocico), tuvo contacto con su saliva, e incluso sufrió una pequeña laceración en la mano, el veterinario le recomendó que acudiera al centro de salud de su municipio para informar la situación y recibir la vacuna.
Entrevistado por AFmedios, Morfín relató que acudió al centro de salud de Pihuamo el 7 de octubre. La directora de la institución, Laura García, lo remitió con un trabajador del área de vectores que no se encontraba en ese momento. Al día siguiente, miércoles 8, el ganadero habló nuevamente con la directora, quien se negó a gestionar la vacuna ante la Región Sanitaria V, con sede en Tamazula, bajo el argumento de que “mucha gente confunde” los signos de otras enfermedades del ganado con la rabia paralítica; le pidió que “no tuviera pendiente” y lo envió a su casa.
El becerro murió el viernes 10. El ganadero empacó la cabeza de la res en hielo y se la dio al veterinario, quien comunicó la situación al responsable del área de Vectores del Centro de Salud; en vista de que la institución no cuenta con cámara de refrigeración, el trabajador sanitario le pidió al veterinario que conservara la cabeza hasta el miércoles 15, puesto que era el único día que la Región Sanitaria recibía muestras (un trabajador de la Región Sanitaria dijo a AFmedios que si bien esta dependencia envía las muestras a Guadalajara únicamente los jueves, sí las reciben todos los días).
Ese mismo día, el ganadero solicitó la vacuna antirrábica, pero la doctora García nuevamente se negó a gestionarla.
La cabeza del becerro estuvo resguardada por el veterinario desde el 10 hasta el 15 de octubre, cuando finalmente fue llevada a Tamazula, de donde la remitieron al laboratorio responsable de la enfermedad, ubicado en Guadalajara.
El viernes 17, la región sanitaria confirmó el diagnóstico del veterinario: el animal murió de rabia. La doctora García le informó los resultados al veterinario Alcaraz, y apenas entonces comenzó a gestionar la vacuna.
Laura García les dijo al médico veterinario y al ganadero, por separado, que sí aplicaría la vacuna, pero les pidió que ellos fueran a Tamazula a recogerla. Y a Otoniel le dijo algo más: que en vista de que ya habían pasado 10 días y no presentaba ningún síntoma, no había peligro de que padeciera rabia (al respecto, la Organización Mundial de la Salud refiere que “el periodo de incubación de la rabia suele ser de uno a tres meses, pero puede oscilar entre menos de una semana y más de un año”).
Todavía el sábado 19, el veterinario Alcaraz habló con la doctora García para reclamarle que no hubiera enviado la vacuna, y ésta le respondió que el Centro de Salud tenía su programación. Además, le dijo que al veterinario que debió haber sacrificado el animal el miércoles 8, para enviar la cabeza pronto, “pero no podía hacer eso, porque para tener un diagnóstico preciso, se requiere que el animal se muera solo”.
El ganadero recurrió a una sobrina suya, quien, alarmada por la gravedad de la negligencia de la doctora, acudió al centro de salud de La Virgencita, en la capital colimense, y pidió asesoría. AFmedios habló con la mujer, y ésta reveló que en el Centro de Salud se indignaron y le pidieron la notificación oficial del caso positivo para aplicarle la vacuna a Otoniel. Pero la doctora García tampoco se la dio. A cambio, se comprometió a vacunarlo este lunes 20 de octubre.
AFmedios trató de obtener la versión de la directora del Centro de Salud, la doctora Laura García, pero únicamente dijo que ella sólo se enteró de que el becerro era un caso sospechoso, mas no el ganadero, por lo que no consideró necesario vacunarlo. Además, refirió que para proteger la intimidad del paciente, sólo podía proporcionar información la Región Sanitaria.
Desde el área de Epidemiología de la Región Sanitaria V se informó a esta agencia que hasta las 15:30 horas del lunes 20 de octubre, la vacuna no había sido recogida por el centro de salud pihuamense, pese a que estaba disponible desde el mismo día que se notificó el positivo, es decir, desde el viernes 17.
A las 18:30 horas del lunes 20, AFmedios volvió a hablar con el ganadero: aún no había sido vacunado.

En la “Guía para la atención médica y antirrábica de la persona expuesta al virus de la rabia”, emitida por la Secretaría de Salud federal en el año 2010, la institución detalla que “cuando los propietarios de estos animales observan que están enfermos, no piensan que se trate de rabia, por lo que les manipulan el hocico e inclusive introducen la mano, el antebrazo y el brazo, lo que facilita el contacto con el virus de la rabia a través de la saliva principalmente”.
Esta circunstancia, que se cumplió a cabalidad en el caso de Otoniel Morfín, con el agravante de que el becerro le causó una laceración con los dientes al momento de obligarlo a alimentarse, la Secretaría de Salud la considera una “exposición de riesgo grave”, y recomienda “proceder de inmediato a brindar el tratamiento antirrábico a las personas afectadas”.
Además, agrega el documento, “existen antecedentes de que ello ha ocurrido en México con desenlace fatal”. Este antecedente que refiere la Secretaría de Salud ocurrió, precisamente, en Jalisco.
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