Ciudad de México.- Las creencias y festividades en torno a la Semana Santa forman parte sustancial de nuestra cultura, sin que ello afecte a la laicidad del Estado. Hoy en día, frente a la pandemia, hay un llamado a la esperanza para sobrellevarla de la mejor manera, afirmó Jorge Eugenio Traslosheros Hernández, investigador del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM.

El investigador consideró que a nivel nacional se tendrán que contener a las celebraciones populares, como es el viacrucis, para evitar contagios masivos de la COVID-19. Sin embargo, sugirió estar al pendiente de los medios de comunicación para la eventual transmisión de las festividades.

Los creyentes, aclaró, pueden festejarlo a nivel espiritual, en persona o en familia, ya que existe la posibilidad de abrirse a la esperanza en términos culturales y religiosos, es decir, vivir el significado del Triduo Pascual: la pasión, muerte y resurrección.

En la actualidad, continuó, se vive una situación dolorosa por los enfermos y los fallecidos, a lo cual se suma la pérdida de empleo y la imposibilidad de las familias de poderse reunir. La importancia de la religión en estos momentos difíciles se centra en lo espiritual.

“No está en las estadísticas del país, pero parte de lo que sostiene la situación de pandemia tiene que ver con la fe, la esperanza y la solidaridad que están arraigadas en la tradición cristiana, y son cosas que debemos rescatar e impulsar. Es hacer ‘el bien’ en aquello que nuestra cultura lo entiende como un gran valor para salir adelante”, expresó el académico.

En este sentido, recordó que de acuerdo con el último Censo 78 por ciento de la población mexicana se considera creyente de la Iglesia católica, en tanto que las iglesias evangélicas y protestantes se han adaptado de alguna manera a la ritualidad católica popular, porque un mayor número de personas se identifica con ella.

Catolicismo

De acuerdo con Traslosheros Hernández, a partir de la persecución religiosa en México, que duró de 1914 a 1938, el Estado entendió que no podía luchar contra el pueblo porque la mayor parte era y sigue siendo creyente. Desde entonces se dejó en libertad las manifestaciones populares, incluyendo las litúrgicas.

El origen de toda la pretensión cristiana, dijo, es que Jesús de Nazaret es el camino, la verdad y la vida, y por eso se centra en la dimensión de la redención. El hecho de creer que Jesús es Dios y hombre verdadero encarna la posibilidad en el ser humano de abrir el camino hacia el cielo, por lo que la tradición cultural en Semana Santa gira en torno a su pasión, muerte y resurrección.

“En todo el mundo se conmemora la misma creencia, pero no de la misma manera. En el territorio nacional tenemos la tradición muy arraigada sobre el viacrucis, que es la representación a lo largo de la Semana Santa más importante por los grandes acontecimientos de la entrada a Jerusalén, con el Domingo de Ramos; luego viene la institución de la eucaristía, que es la Última Cena o Jueves Santo; toda la pasión y muerte de Cristo, que se realiza el Viernes Santo; la vigilia, el sábado, y finalmente la esperada Resurrección”, detalló.

“No es la primera vez que la Iglesia católica se confina, ha sobrevivido a grandes epidemias y pestes desde el medioevo, inclusive las medidas sanitarias aplicadas fueron similares a las actuales. No obstante, nuestra soberbia humana se vio afectada por un microorganismo ahora, por lo que Semana Santa viene a recordar que debemos dejar la vanidad y cuidar de todas las personas, al planeta y cuantas especies lo habitamos. Esto puede ser un buen momento para realizar una reflexión profunda de nuestro actuar, seamos creyentes, agnósticos o ateos”, concluyó.