Las crisis que hieren y la incertidumbre que mata
Por: Fernando MORENO PEÑA
El mes de enero ha sido un mes difícil para el presidente AMLO y de una gran preocupación para los mexicanos, iniciamos el año y los primeros 14 meses de la 4T con un saldo negativo en los asuntos importantes del país, economía, seguridad, migración, justicia y salud, como resultado del aprendizaje basado en la improvisación, la polarización y una supuesta lucha contra la corrupción.
Si los primeros 13 meses arrojan saldos desfavorables, el futuro no es alentador pues en muchos temas iniciamos el año, peor que como iniciamos el sexenio.
Las noticias que ratifican la realidad, son ya reconocidas y aceptadas por el propio presidente AMLO, que cada día se va convenciendo, que sus datos no corresponden con la realidad y que ese argumento ya no le alcanza para alimentar la esperanza y menos para dar respuesta puntual y oportuna a los reclamos ciudadanos.
Primero, quedo plenamente confirmado que la economía durante el 2019 tuvo crecimiento cero, que la inversión privada estuvo ausente, que se cayó la recaudación fiscal, y la pérdida de empleo ha sido la peor en los últimos 10 años.
Segundo, se acredito 2019 como el año con más homicidios en la historia del país para alcanzar una cifra de 35,588 homicidios, en promedio 3 mil mensuales y 100 crímenes por día.
Tercero, se agrava el problema migratorio y el Gobierno Mexicano contiene con violencia a los migrantes conforme a lo acordado con el Gobierno Norteamericano.
Cuarto, pese a las cuantiosas inversiones destinadas a PEMEX, en 2019 se cayó la producción petrolera.
Quinto, fracasa el intento de una reforma judicial y penal que atentaría contra la constitución y los más elementales derechos humanos.
Sexto, la lucha contra la corrupción se topó con la exoneración de Manuel Bartlett y desprestigio de la Secretaria de la Función Pública y del Programa eje de AMLO, el combate a la corrupción.
Séptimo, desapareció la Comisión Nacional de Derechos Humanos, frente a las víctimas de la violencia, de la crisis de los niños con cáncer y desabasto médico y la violencia contra los migrantes, la CNDH ha desaparecido y cobra vida únicamente para hablar bien del presidente, que para eso la pusieron ilegalmente.
Octavo, MORENA, partido del presidente, se fractura en la ilegalidad y en tribunales, resulta un problema para AMLO y es el foco de la división de los seguidores de la 4T.
Noveno, la polarización en el país aumenta cada día y alentada desde la tribuna mañanera mantiene divididos a los mexicanos y clasificados y estigmatizados desde el poder arrecian su critica al gobierno.
Décimo, pero en la crisis, hay espacio para el humor, el presidente anuncia la rifa del avión presidencial y la chunga se vuelve cumbia oficial al ritmo de que se rife lo que estorba. Así pronto se rifará la corrupción y se subastará la esperanza, a ver que iluso la vuelve a comprar.
Décimo primero, a lo anterior se suma lo que será sin duda una de las peores crisis generadas por el gobierno, la desaparición del Seguro Popular, el desabasto médico y la inoperancia del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (INSABI), en perjuicio de 55 millones de mexicanos los más vulnerables.
Sobre este tema que atenta contra la salud de los mexicanos, hay mucho que decir, las imágenes y los testimonio difundidos son dramáticos encabezados por padres de familia con hijos con cáncer que en su desesperación y la falta de medicamentos han salido a protestar a la calle y no han tenido la correcta y honesta respuesta del gobierno.
Han engañado al Presidente AMLO que con la mejor intensión, los primero 15 días de enero juro y perjuro que había abasto suficiente y gratuito de medicamentos y de atención hospitalaria, la realidad lo desmentía a diario y sus ineptos e irresponsables colaboradores en materia de salud confundían y mentían a diario, hasta que el presidente AMLO conoció la verdad y prometió que su compromiso de medicinas y atención médica gratuita para todos seria a partir del primero de diciembre de 2020, ósea un año después de su compromiso.
Para comprender, sin politizar la crisis del sector salud al desaparecer el Seguro Popular y suplirlo por un Instituto ineficaz, sin dinero y sin normatividad, recurriremos a la opinión de expertos en la materia; dos ex secretarios de salud SALOMÓN CHERTORIVSKI Y JULIO FRENK:
Incertidumbre que mata.
“A principios de agosto del año pasado seis ex secretarios de Salud firmamos un comunicado público que sugería, entre otras cosas, diálogo, mejor diagnóstico, periodos más amplios para planear e implementar con mayor precisión. No fuimos escuchados.
Desapareció el Seguro Popular y el primer día de enero de 2020 amanecimos con el nuevo Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI). Este nace con múltiples defectos, sin reglas de operación, sin manuales, sin una planeación detallada de su implantación, sin una fase piloto de prueba y sin mayor presupuesto, muchos vacíos que generan incertidumbre y esto trastoca la operación diaria.
1) Incertidumbre para el sistema en materia de financiamiento. El Seguro Popular generaba certeza en el financiamiento. Dos eran los instrumentos esenciales para lograrlo. Por un lado, 89 por ciento de los recursos del sistema se transfería a las entidades federativas, para que éstas pudieran operar los servicios de consulta de primer nivel y la hospitalización general de segundo nivel. Con esos recursos, las entidades podían planificar su presupuesto para garantizar la atención integral en estos dos niveles a toda la población afiliada. Ello se completaba con un esquema derivado de cuidadosos estudios actuariales para financiar la atención de alta especialidad (SIDA, la mayoría de los cánceres, cuidados intensivos neonatales y un largo etcétera), el Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos, el cual se financiaba con 8 por ciento del total de los fondos, que cada año y a lo largo del tiempo se iba depositando a nombre y cuenta de los afiliados. Hoy hay incertidumbre en ambos instrumentos, las entidades federativas no saben cuántos recursos van a recibir y por tanto no pueden planear el año. Las instituciones de alta especialidad no saben si el INSABI les seguirá pagando como solía hacer el extinto Fondo o si ahora deben cobrar cuotas a los pacientes.
2) Incertidumbre para los pacientes. Antes la persona se registraba y contaba con una póliza de afiliación; conocía el catálogo de los servicios específicos a los que tenía derecho. Esos dos instrumentos generaban exigibilidad. Hoy no hay póliza, tampoco catálogo; sólo se ha prometido todo para todos, pero el presupuesto real se ha reducido. Se pasó de una certeza, sin duda con muchas oportunidades de mejora, a una ilusión demagógica.
3) Incertidumbre para la operación de las entidades federativas. La actual reforma prevé que se recentralicen los servicios a través de convenios entre federación y entidades. Actualmente, la responsabilidad por el otorgamiento de servicios de primer y segundo nivel es de los estados. Sin embargo, éstos todavía no tienen claro en cuánto tiempo se dará paso a la absorción de responsabilidades por parte del INSABI, ni cómo se realizará, ni si será total o parcial.
4) Incertidumbre para las y los trabajadores de la salud. La recentralización contempla la absorción por parte del INSABI del personal médico, de enfermería y administrativo. Hoy son trabajadores al servicio de los sistemas de salud en las entidades federativas.
Incertidumbre que priva en el arranque de una reforma mal concebida y pobremente planeada. El sistema público de salud: cada día se atiende a un millón de mexicanos, se otorgan 900 mil consultas, nacen 4,500 niñas y niños, se realizan 12 mil cirugías. La alteración operativa de los servicios perjudica a millones de personas con consecuencias potencialmente devastadoras para su salud, su sobrevivencia y su estabilidad económica.
Sugerimos mantener las reglas del Seguro Popular mientras no existan las del INSABI, definir con claridad un calendario de transición, asignar recursos realmente adicionales, restablecer los fondos para seguir cubriendo la atención de alta especialidad sin elevar el cobro a los usuarios, iniciar un proceso de evaluación continua que permita introducir los ajustes necesarios y retornar a la fructífera práctica de basar las políticas públicas en evidencia. De lo contrario, la incertidumbre avizora una crisis que puede acarrear muertes de pacientes y dolor irreparable en una sociedad a la que le urge sanar”.