La salud pública es un concepto con tan altos niveles de sublimación que es difícil contenerlo en una sola definición. Se le conoce como “el control de los riesgos derivados del medio ambiente”. Es también considerada como “ciencia y arte de prevenir enfermedades para prolongar la vida y promover la salud y la eficiencia, tanto física como mental…” o como “un encuentro entre lo biológico y lo social, el individuo y la sociedad, lo técnico y lo político, y entre el pensamiento y la acción”.

En este panorama cabe preguntarse: ¿Son los accidentes viales una cuestión de salud pública?

Entre los accidentes que tienen mayor incidencia se encuentran los de tránsito, que de acuerdo a la OMS, alrededor de 1.3 millones de personas por año se ven involucradas en un hecho de tránsito y entre 20 y 50 millones resultan heridas, incluso con afectaciones discapacitantes.

Las consecuencias de éstos afectan no sólo a quien lo padece, sino a sus familiares y entorno laboral, lo anterior derivado del tratamiento, rehabilitación o los gastos económicos, asimismo implica un costo para los sistemas de salud según la magnitud de las lesiones, afectando a su vez a la economía del país.

Al contemplar el vértice económico, la OMS calcula que los siniestros viales en general cuestan a la mayoría de los países el 3 % de su producto interno bruto, y desde principios de los años 2000 estimaba que para el 2020 los hechos de tránsito serían la segunda causa de mortalidad y morbilidad en los países en desarrollo, en pocas palabras, una crisis mundial de salud pública.

Los altos índices de accidentalidad se enfocan constantemente hacia el alcoholismo, pero existen otros factores como la imprudencia, desconocimiento de las reglas, la capacitación adecuada, el desarrollo de las tecnologías en nueva movilidad, la potencia de los vehículos, entre muchos otros aspectos que también son causantes de accidentes viales, es por ello que se considera un problema de salud pública pues también se enfoca en la educación de cada persona.

Al respecto, México ocupa el séptimo lugar a nivel mundial en accidentes de tránsito y el tercero en América, siendo la principal causa de mortalidad en niños entre 5 y 9 años de edad y la segunda causa de orfandad. Según estudios del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), diariamente fallecen 22 jóvenes de entre 15 y 29 años por esta causa, mientras que anualmente mueren en promedio 24 mil personas de todos los niveles etarios.

Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierte que 40 mil personas quedan permanentemente incapacitadas y 750 mil sufren lesiones graves provocadas por siniestros viales en nuestro país.

A través del Programa Sectorial de Comunicaciones y Transportes 2020-2024, el Gobierno de México observa como estrategia prioritaria mejorar la seguridad vial en la Red Carretera Federal y para ello ha diseñado programas preventivos, la incorporación de prácticas internacionales para incrementar la seguridad vial, auditorías e inspecciones en la Red Carretera Federal, así como realizar campañas informativas dirigidas a la población en materia de cultura vial.

A pesar de las medidas de seguridad vial que se han implementado a nivel mundial, la cifra de personas que fallecen cada año en accidentes viales sigue siendo sumamente elevada.
Ante ello, ¿qué podemos hacer para prevenirlos?

Respetar los límites de velocidad, las reglas de tránsito así como señalamientos, semáforos, pasos peatonales, etc., sin duda siempre ayudará a un tránsito más seguro y eficiente, sin embargo, la cultura y educación ciudadana respecto a la vialidad es fundamental para que las personas puedan generar empatía por quienes transitan por la vía pública, ya sea en moto, automóvil, bicicleta o a pie, es importante que se lleve a cabo la corresponsabilidad en la vía, pues esta conciencia permitirá que exista un mayor compromiso de todas y todos.