Horas después de ser liberado, Diego Fernández de Cevallos reveló que además de económico, su secuestro fue político: “Hubo una marcadísima connotación política por supuestas cuestiones ideológicas”, aseguró.
Se describió como un hombre adolorido por las desgracias en el país, como el asesinato de la activista chihuahuense Marisela Escobedo.
Antes de las tres de la madrugada de ayer, algunos de sus familiares recibieron una extraña llamada telefónica: “El señor ha sido liberado”, decía la voz.
Vinieron horas de incertidumbre y de protagonismos, hasta que poco antes de las 13:30 horas el panista llegó a su residencia de Lomas de Virreyes, en el DF. Bajó de un auto Mercedes Benz color plata, el cual conducía él mismo.
Se confirmaba la noticia, después de siete meses y seis días en cautiverio desde que fue raptado, aquella noche del 14 de mayo, en el estacionamiento de su finca La Cabaña, en el municipio queretano de Pedro Escobedo.
La única instancia desentendida y sin información era la PGR.
Lo dejaron libre en Querétaro y las primeras horas las pasó en casa de un amigo, antes de viajar a la capital del país, se supo extraoficialmente.
“Mi vida seguirá siendo la misma”, dijo a decenas de reporteros. Se describió como un hombre de fe y, por ello, aseguró haber perdonado ya a sus plagiarios, pero apuntó hacia las autoridades: “Como ciudadano, tienen una tarea pendiente. Pero sin abusos, sin atropellos, sin flagelaciones”.
Volvió con la garganta atrofiada y por segundos se le escurría la voz; con dolor de cabeza, más flaco y frágil que de costumbre y con una barba crecida, desaliñada, navideña. Vestía, retrato opuesto a su atuendo reconocido, un pants gris, con una sudadera rayada en el mismo tono.
Él mismo se acercó al enjambre reporteril, pero pisotones y empujones retardaron el mensaje.
“Sólo tengo motivos para bendecir a Dios y a la Virgen por la ayuda que momento a momento me dieron durante 7 meses y fracción”, fue su primera frase.
Luego anunció que, por motivos de agradecimiento a conocidos y desconocidos, emitirá en breve un boletín informativo con detalles sobre su caso.
“Me encuentro bien, gracias a Dios, estoy fuerte, y mi vida seguirá siendo la misma”, expresó y adelantó que, después de lo ocurrido, tiene ya una actitud definida: “Vivir para adelante, sin miedo, sin cobardías, sin arrogancias, pero con definición y con valor”.
Y hasta retó a su memoria al revivir palabras del Quijote para detallar su estado de ánimo y su nueva visión: “Mis arreos son las armas; mi descanso, el pelear; mi cama, las duras peñas; mi vivir, siempre luchar”.
Mientras hablaba, desde la calle brotaban claxonazos y gritos de apoyo: “¡Diego, qué bueno que estás de regreso… Diego, estamos contigo!”.
Había mil preguntas que hacerle, pero no quiso decir más. Disolvió los empellones con una petición: “Como dicen los rancheros, déjenme llegar”.
A las 13:36 se cerró la puerta de su casa, pero de manera inesperada su estancia ahí fue muy breve… Dos minutos después salió con un ramo de rosas rojas, abordó de nuevo el auto plateado y, ya custodiado por un par de elementos de seguridad, avanzó algunas cuadras, donde había pactado el reencuentro con su actual pareja: Liliana León… Hubo quien refirió abrazos y besos; los dos partieron en el vehículo con rumbo desconocido.
Desde la mañana, sus hermanos en Querétaro celebraban las buenas nuevas, aunque hasta el anochecer, Beatriz y Elena Fernández de Cevallos revelarían que su hermano aún no las contactaba.
En realidad, el primero que difundió la noticia de la liberación fue su amigo y socio: el abogado Fauzi Hamdan, quien había integrado el grupo de negociadores, junto a Juan Collado, Antonio Lozano Gracia y el hijo mayor Diego Fernández de Cevallos Gutiérrez.
Después siguieron las réplicas mediáticas.
“Ya lo tenemos entre nosotros, la pesadilla, el infierno ya pasó”, dijo Hamdan.
A escena. Al atardecer, en una entrevista radiofónica en Grupo Fórmula, Fernández de Cevallos dijo tener sentimientos encontrados: alegría por estar con su familia y tristeza por la violencia en el país.
Pidió que su caso sea uno más, pero “que se haga justicia”. Durante el plagio, relató, se enteró de algunos asesinatos de alcaldes y del candidato del PRI al gobierno de Tamaulipas Rodolfo Torre Cantú.
Sobre ese 14 de mayo, develó: “Un grupo amplio cayó sobre mí, pero desde entonces entendí que no debía tener rencor”…
Comentó que en todo momento sus secuestradores le hicieron ver que era un “enemigo de todas sus causas”.
Con información de Crónica.