TAREA PÚBLICA
(Urge establecer un sistema preventivo ante temblores para bajar la tensión de los colimenses)
Por: Carlos OROZCO GALEANA
Es natural que ante los fenómenos telúricos la mayoría de las personas se angustie por la experiencia que está viviendo sino también por los demás a su alrededor y aún por quienes, familiares y amigos, se encuentran viviendo a muchos kilómetros de distancia.
Las condiciones se agravan si el evento sucede a altas horas de la madrugada o si afecta, en el transcurso del día, a conglomerados urbanos que tienen edificios altos como la ciudad de México, donde puede confirmarse el apuro que viven sus habitantes. Muchos de estos no alcanzaron a recibir en años el auxilio del gobierno y perdieron sus viviendas. Como ocurre siempre, los desarrolladores de vivienda se vuelven ojo de hormiga y difícilmente los alcanza el brazo de la ley para que respondan por sus hechos delictivos al vender productos, casas habitación, sin las normas de calidad deseadas y olvidando que determinados lugares están catalogados como zonas sísmicas y se exige por tal condición el uso de materiales resistentes.
Por lo general, los sacudimientos han ocurrido en la zona costera situada en un lugar donde a decenas o centenas de kilómetros de profundidad hay placas tectónicas que se rozan entre sí y liberan energía produciendo movimientos de tierra muy fuertes, lo cual hace obligada una gestión del gobierno local ante la Federación para dotar a la población de elementos de defensa de su integridad.
La pregunta es por qué las autoridades de todo nivel de gobierno, sabiendo la peligrosidad de los temblores, no se atreven siquiera a hablar de algún modo acerca de proteger a las poblaciones. Si hay gobiernos de otras naciones que han ideado sistemas de prevención, ¿ ahora sí, por qué no recurrir a ellos e invitarlos a compartir sus experiencias con técnicos y científicos mexicanos ?
Ahora mismo, Michoacán y Colima están siendo sacudidos por más de 2,000 réplicas de menor intensidad, pero hay estudiosos y científicos que no descartan que los reacomodos tectónicos pueden originar movimientos más fuertes. Que se equivoquen, esperamos.
Esas inclinaciones de tierra incontrolables demuestran la fragilidad del hombre que es, a no dudarlo, la víctima primera. Ha desarrollado tecnologías extraordinarias pero no ha acertado del todo en idear sistemas que permitan al cien por ciento avisar de las mismas. En la ciudad de México, por ejemplo, en el último temblor, fallaron altavoces y la gente no pudo protegerse.
Hay mucha información en nuestro medio acerca del tema pero no se ha explorado cómo pudiera protegerse a los habitantes. Simplemente, los gobiernos actúan luego de los sucesos ya sea censando daños, prometiendo apoyos, estableciendo refugios, repartiendo despensas y materiales menores y reparando daños usando el presupuesto público, pero me parece que se ha dejado de lado, reitero, ver la manera en que puedan usarse algunas tecnologías mínimas que alerten a todos frente a los sacudimientos de tierra.
Actualmente, el Sistema de alertas sísmica mexicano difunde sus avisos a través de receptores colocadas en radiodifusoras, televisión, escuelas, sedes de gobiernos y en el Sistema de transporte colectivo metro, en la Ciudad de México, pero por ejemplo Chiapas y Oaxaca, los más afectados por el temblor de 8.2 del 7 de septiembre, tienen alarmas no funcionales, están fuera de servicio, son parciales y no benefician a todos los municipios que tiene cada entidad. En la capital, ese sistema da a la ciudadanía hasta 100 segundos para desalojar los edificios en caso de que se registre un sismo y colocarse en un lugar seguro. (Wikipedia)
Los altoparlantes, al igual que en la Ciudad de México, funcionan a través de la red de sensores ubicados en la costera de Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Colima y Jalisco, que captan el movimiento tectónico, codifican la señal y la transmiten por ondas de radio a los receptores de Sistema de Alerta de Riesgos Mexicano (Sarmex). Pero en Oaxaca, medios locales denunciaron que el sistema de alertas sísmicas no funciona por falta de mantenimiento, y Tlaxcala y Morelos no cuentan con un sistema de alertas sísmico para la población.
Pero qué con Colima? ¿Funcionan los auto parlantes? ¿Existen? Lo que sé es que muchos ciudadanos tienen temor ante la falta de un sistema preventivo que los alerte y proteja, muchos duermen fuera de sus casas, de por sí dañadas, invadidos por el miedo a perder lo último que tienen y la mayoría vive los últimos días bajo tensión informándose tan solo vía celulares de la magnitud de los eventos telúricos que ocurren.
No debe perderse de vista que vivimos en una zona sísmica que conlleva situaciones de peligro, y no debe olvidarse aún que hay lugares donde familias de escasos recursos están asentadas en cerros o laderas o cerca de ríos donde con frecuencia ocurren fenómenos destructivos.
Ojalá prospere la idea del ciudadano Héctor Hernández Gómez (Tito) que, en las páginas de Facebook, solicitó al gobierno de Colima se interese por averiguar de qué forma puede proteger a sus gobernados. O como decimos los colimenses: lograr tapar el pozo antes de que se ahogue el niño. Nomás eso.