COLIMA.- Roberto Muñiz Valencia, investigador de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Colima (UdeC), a través de un proyecto financiado con recursos propios de esta casa de estudios, analizará la miel y las abejas para determinar la presencia de plaguicidas y contribuir con ello a colocar los apiarios en zonas de menor riesgo. También buscará saber de qué está compuesta la miel que se produce en el estado.
“Determinación de la presencia de plaguicidas en abejas y miel y caracterización físico-química de la miel, su relación con actividades productivas adyacentes y riesgo potencial toxicológico”, es el proyecto mediante el cual, dijo este investigador en entrevista, “medimos humedad, porcentaje de sólidos, cenizas, color, azúcares, minerales mayoritarios como potasio, calcio, magnesio, y metales pesados como plomo, arsénico y cadmio”.
Muñiz no sólo busca conocer los elementos y colores de la miel que se produce en el estado, sino también las zonas donde existe menor riesgo para que los productores de miel coloquen sus apiarios. Y es que, de acuerdo con él, desde el 2022 se comenzó a ver una gran mortandad de abejas, por lo que los productores han tenido que mover ligeramente el hogar de las abejas.
“Pasamos de productores que tenían 300 colmenas a 50 -dijo- y no sabían por qué. Por eso surge este proyecto y otros de postdoctorado que también van en esta línea, porque necesitamos ver qué genera esta mortandad. Son abejas que llegan a la colmena y mueren ahí, es decir, llegan intoxicadas, moribundas; pero hay otras a las que la dosis de pesticida o insecticida las desorienta y no alcanzan a llegar”.
En estudios previos, comentó, han visto que no sólo son pesticidas diseñados para atacar las células nerviosas de los insectos los que los llevan a la muerte, como los neonicotinoides, sino una combinación de muchos agroquímicos. “Tenemos detectados alrededor de 12 agroquímicos que han generado muertes, y eso ha ayudado a diagnosticar qué es lo que está pasando y no sólo pensar qué son insecticidas como el fipronil, sino incluso herbicidas que desorientan a las abejas y que no son insecticidas como tales”.
Las abejas son monitores ambientales
Las abejas son insectos que polinizan el 90% de los cultivos y son importantísimas para tener la comida del ser humano y para la subsistencia de muchas otras especies, incluso de la flora y del ambiente en general, de ahí que se consideren como insectos biomonitores, es decir, buenos indicadores de la contaminación, comentó el investigador.
“La abeja se mueve 3 kilómetros a la redonda de la colmena, y cuando no hay comida alcanza a volar 6 kilómetros y regresa, entonces va recogiendo en cada flor el néctar. Se puede mover desde Coquimatlán hasta villa de Álvarez, entonces concentra todo lo que está alrededor, de ahí la importancia de su conservación”, explicó.
Comentó que en el estado existen tres grandes zonas de concentración de abejas: la costa, que corresponde a Tecomán, Armería y Manzanillo; la zona del Valle, ubicada en Villa de Álvarez y Colima y la zona de la Montaña, que corresponde al volcán, Cuauhtémoc, Montitlán. “Con base a los resultados vamos analizando cómo se mueven las concentraciones de plaguicidas y hablamos con los apicultores para decirles dónde les conviene más tener los apiarios”.
El proyecto se realiza con apoyo de la Asociación de apicultores del Estado de Colima y a la Asociación del Sistema Producto Apícola de Tecomán, además de la Facultad de Agronomía, con el doctor Carlos Leopardi, y la colaboración con una universidad de Chile y la Universidad de Guadalajara, del Instituto para el Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable del Estado de Colima (Imades) con Angélica Jiménez, así como de estudiantes de licenciatura y posgrado.