Colima.- La escritora y académica de origen chileno Cecilia Oñate impartió la conferencia virtual: “La condición Asperger en contextos escolares”, a estudiantes y académicos de la Universidad de Colima.
En su charla compartió la experiencia que ha tenido a lo largo de su vida con el síndrome de Asperger e hizo conciencia sobre esta condición: “En ocasiones, cuesta muchísimo sobrellevar no solamente el ámbito académico, sino también el entorno familiar y todo lo que significa vivir en sociedad”, compartió.
“Gracias al Asperger he tenido una mente y una lógica que me han permitido, por un lado, no sufrir más allá de lo que se debe, y me ha hecho no tener una conexión con el otro; en eso trabajo, en conectarme con el otro, con la realidad y este mundo”.
Dijo que actualmente tiene 54 años y apenas a los 47 le diagnosticaron el síndrome de Asperger de alto rendimiento, lo que al principio la llevó a una crisis existencial y después a descubrir claves: “Me atormentaba no entender al otro, no porque no quisiera, sino porque mi lógica es totalmente distinta y eso significó obstáculos que tuve que atravesar”.
Añadió que su aprendizaje de vida la motivó a ser una persona de bien a través del trabajo creativo, y por eso ha plasmado sus experiencias en libros como “La señorita Asperger” y “Un hombre y un nombre en mis sueños”, trabajos literarios que buscan revelar cómo siente una persona con esta condición ante ámbitos como la competitividad laboral, el estudio o la vida académica: “He tratado de realizar mi trayectoria trabajando con base en el amor”.
Al respecto, comentó que este diagnóstico y el trabajo con diversas terapias psicológicas le ayudaron a entender los procesos educativos y sociales por los cuales tuvo que atravesar desde sus primeros años, en un contexto escolar en el que existían conceptos como neurodiversidad o Asperger: “En Chile, en los 80, si se era niño ansioso uno se convertía en niño problema y si se era muy introspectivo y casi no se hablaba, entonces se era el tonto”.
Al iniciar sus primeros estudios, recordó, su profesora la catalogó como una niña con problemas de lenguaje porque procesaba las indicaciones de una manera totalmente distinta al resto del grupo, además de recibir bullying por parte de sus demás compañeros al no adaptarse: “No entendía qué me señalaba la profesora, me quedaba muda, mirándola, me ponía nerviosa y me llevaba correcciones con maltrato físico por no entender qué me solicitaba”.
Añadió que conforme fueron pasando los años escolares y para la época de la secundaria, ya se había adaptado a sobrevivir en el sistema educativo y comenzó a despertar en ella una parte creativa, inventando juegos para divertirse durante los recreos: “Estos juegos empezaron a llamar la atención de mis compañeros y en retrospectiva me doy cuenta que desde la infancia he trabajado bajo el método científico: observar al otro y luego analizarlo, deducir y con base en esto crear estrategias para sobrevivir”.
Al ingresar al nivel medio superior, detalló, realizaba preguntas muy elaboradas a sus profesores, quienes se quedaban en muchas ocasiones sin poder responderle y eventualmente dejaban de darle la palabra: “Mi lógica de análisis era demasiado profunda para el entorno y para mis pares; después, cuando seguía preguntando, me podía pasar hasta dos horas con la mano levantada y no era tomada en cuenta”, contó.
La escritora añadió que, a pesar de tener facilidad para las Matemáticas, al momento de elegir una carrera universitaria se decidió por el Periodismo porque representaba un desafío en los aspectos del lenguaje que siempre le habían costado trabajo: “Al principio me iba mal en los exámenes, pero hablando con mis profesores logré su apoyo para entender aquellos aspectos que no me quedaban claros y, al final, logré sacar las mejores notas y el reconocimiento de mis maestros”, recordó.
En este sentido, señaló que a lo largo de su carrera ha tenido el problema de no entender la manera en que se estructuran las preguntas, porque su síndrome le exige una comunicación muy clara y precisa: “Quizá demoro en dar mi respuesta, puedo llevar días pensando qué me habrán querido decir, analizando una pregunta por un lado y por otro, hasta que consigo dar una respuesta”.
Compartió que al conocer su diagnóstico y saber que su cerebro funciona de manera diferente, ha tomado valor para ser más directa y pedir a la gente que sus mensajes sean directos y precisos a fin de lograr una comunicación efectiva, pero a su vez trabajar con la empatía hacia las personas y trata de entender al otro: “Entender cómo funciona el otro me ha hecho enriquecer mi inteligencia emocional y ha sido significativo para el proceso de toda mi carrera, no solamente académica sino también laboral”.
Por último, señaló que a lo largo de su carrera ha destacado entre sus pares por el trabajo minucioso que realiza y que algunas personas la han reconocido como una mujer exitosa; sin embargo, dijo para terminar, “yo no me considero una mujer exitosa, porque el trabajo que realizo no lo hago para resaltar o sentirme importante, sino para estar insertada en esta sociedad”.