Detrás del rostro de piedra hay un general con buena sangre. Tan enérgico como comprensivo. Solicita el máximo esfuerzo de cada elemento en el batallón tricolor, pero ofrece cierta flexibilidad. Sus reglas son claras, lo que permite gozar de armonía colectiva. Es mejor conocido como El Chepo.
José Manuel de la Torre es un líder nato. Así lo describen sus jugadores. El estratega ha tenido un sobresaliente inicio como principal responsable del banquillo nacional, gracias a la mezcla de conocimientos tácticos y excelente trato humano.
El Chepo no ha perdido uno solo de los nueve encuentros que suma como director técnico de la Selección Mexicana (siete victorias y dos empates), marca inédita en casi medio siglo. Ignacio Trelles, durante la etapa que comenzó en 1965, perdió hasta su encuentro 18. Irlanda del Norte (1-4) rompió una cadena elaborada con 13 éxitos y cuatro igualadas. Si mañana no cae frente a Honduras, por las semifinales de la Copa de Oro 2011, el actual timonel alcanzará la decena de batallas invictas.
«No es tan complicado [definirlo]», comparte Carlos Salcido, quien trabajó con De la Torre en el Guadalajara hace un lustro. «Es un buen entrenador, gran persona. Te brinda tu espacio como jugador y, al final de cuentas, te comprometes con su causa».
Ha quedado demostrado en el presente año. Después del «maremágnum» vivido por el Tricolor en el segundo semestre de 2010, la calma volvió con la batuta de un hombre siempre listo para apoyar a sus futbolistas en cualquier situación.
Callado, en ocasiones demasiado serio, El Chepo da indicaciones y consejos. Se llega a integrar al grupo como un jugador más. No le agradan las concentraciones demasiado prolongadas, así es que ofrece cierto descanso mental a su plantel. La prueba fue el día libre que les dio a los tricolores la semana pasada, tras arribar a Nueva Jersey.
«Tiene mucha sabiduría, tanto dentro como fuera de la cancha», resume el capitán Rafael Márquez. «Sabe mantener bien a un grupo, lo cual es bastante importante».
Los entrenamientos que dirige son intensos, pero nunca faltan las sonrisas. Bromea y platica con todos durante unos minutos, previo a regresar a la faceta seria, la del ajedrecista del futbol, el que prefiere no ser acompañado en el avión, más que por una computadora portátil y los programas que le ayudan a aumentar su acervo táctico.
Quienes ya habían estado bajo sus órdenes han confirmado ese valioso trato que le distingue. Aquellos que lo consideraban una incógnita fueron sorprendidos gratamente.
«Es muy buena persona», sentencia Héctor Moreno. «Hace poco que tengo el gusto de conocerlo, pero como director técnico es muy bueno, se prepara bastante bien y, dentro de la cancha, te da toda la confianza para hacer lo que sabes realizar».
«Un extraordinario director técnico», complementa Javier Chicharito Hernández, a quien debutó en Primera División durante 2006. «Por algo está aquí: por méritos propios y, gracias a Dios, vamos muy bien».
Diagnóstico que comparten todos los soldados de un batallón que presume calidad, espíritu inquebrantable y el don de mando de su general, a quien caracterizan la firmeza y el buen corazón. Mañana, ese general buena onda va por el 10 perfecto.