México, Atado de manos ante la incierta economía global
Juan González García*
Así como en los dos primeros tercios de la década pasada México se benefició del dinamismo de la economía internacional, particularmente del dinamismo chino e incluso de las medidas postcrisis que implementaron tanto los Estados Unidos como China y los principales países europeos para paliar los efectos de la crisis global de 2008-2009, lo que se reflejó en altos precios del petróleo; en un incremento gradual de las reservas internacionales; en aumentos de la inversión extranjera directa, en una disminución del déficit comercial internacional e incluso una cuasi eliminación del déficit público en relación con el PIB (hasta 2008) y en general, una mejora de la economía, a grado tal que en 2011 se hablaba del momento mexicano, hoy, la misma economía global, pone en entre dicho la llamada estabilidad y fortaleza de la economía mexicana.
Efectivamente, en los años recientes, pero sobre todo, en 2015, México ha visto cómo sus variables fundamentales se debilitan y amenazan con generar un desequilibrio estructural de grandes dimensiones empezando por la depreciación acumulada del tipo de cambio del peso frente al dólar, que ha pasado de $14.7 del 19 de enero de 2015 a $18.9 del 20 de enero de 2016. Es decir, en tan solo 12 meses, es decir, una depreciación del 22.2 %.
Igualmente, en 2015, las reservas internacionales registraron una reducción de -$16, 501 miles de millones de dólares, lo que significó, terminar con la tendencia alcista que estaban presentando dichas reservas; en lo que se refiere a la tasa de los Certificados de la Tesorería (CETES), el Banco de México solo reaccionó al incremento en la tasa de referencia de Estados Unidos con una acción imitación y lo que su momento fue considerado como un acierto, al dejarla en 3.25 % muy probablemente, sea una de las causas de la acelerada salida de reservas en lo que va del año: $1,120 miles de millones de dólares.
Habría que esperar que el deterioro de la cuenta corriente de la balanza de pagos, siga amortizando el impacto cambiario, en gran parte debido a la caída de los precios del petróleo y de los comoditties y de las materias primas, que se ha visto beneficiada por el impacto deflacionario de esos ítems.
Particularmente porque, en una economía global aun predominantemente petrolizada, gran parte de las importaciones provenientes del exterior, incluyen derivados del petróleo y petroquímica básica y secundaria y muchas de nuestras importaciones agrícolas, también se benefician de la desaceleración de la economía global y de su impacto en los precios de estos bienes. Ello, explica que una buena cantidad de los precios de los bienes y servicios que componen el índice nacional de precios al consumidor, no reflejen los movimientos cambiarios en su totalidad.
Una variable que también preocupa, es la relacionada con el déficit del gobierno. Desde 1989, cuando éste alcanzó -3.8 del PIB, no se había tenido un déficit parecido, sino el que se presentó en 2014 con -3.5% y el acumulado de -2.6 que la presidencia de Enrique Peña Nieto registra. Visto de esta manera, el déficit del gobierno en relación con el PIB regresó a México desde 2009 luego de que prácticamente entre 2004 y 2008, estaba cercano a cero. Esta variable, ha sido una de las detonantes de las crisis económicas internas del país.
El año 2016, parece que será un año crucial, en donde el contexto macroeconómico global, podrían inclinarse a los escenario pesimistas o malos, previstos desde ahora por los organismos económicos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la propia Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico. Las preguntas que se infieren de lo anterior, son las siguientes: ¿cuál será el piso final de los precios del petróleo? ¿Cuál será el tope o máximo del tipo de cambio? ¿Hasta cuándo el gobierno hará un ajuste de emergencia al programa económico de 2016? ¿Seguirá inyectando dólares el gobierno a un tipo de cambio imparable en el corto plazo? ¿La estructura de costos de la industria nacional seguirá resistiendo y absorbiendo el incremento de las materias primas e insumos importados?
Es cierto que el gobierno está atado ante la evolución de la economía internacional, de la desaceleración de la economía China, de las decisiones de la FED y de la caída libre de los precios del petróleo derivada de la sobre oferta del bien. Sin embargo, la estabilidad de la que tanto se hace alarde, puede tener límites, si se conjugan una serie de factores internos con la volatilidad e incertidumbre externa, para aterrizar en México y causarle impactos difícilmente previsibles, aunque no descartables. ¿Hasta cuándo conviene seguir siendo un espectador reactivo ante el deterioro de las variables externas?
Lo que la población no experta en temas y asuntos de la economía nacional o internacional espera, es que en México se tomen las mejores decisiones para que los efectos positivos del contexto económico global, se sientan realmente sobre los hogares. De no ser así, la población difícilmente valorará la estabilidad recesiva en la que técnicamente estamos.
*Dirección General de Divulgación Científica de la Universidad de Colima