Estancamiento competitivo de México
Juan González García*
México no ha podido superar el reto de la competitividad y aunque la palabra ha estado en el discurso de prácticamente todos los sectores involucrados, no logra sostener los magros avances que ha llegado a registrar en algunos años, en los rankings internacionales en la materia ¿a qué se debe ello? Sin duda alguna, existen muchas posibles explicaciones y todas igualmente importantes, ya que el concepto es multidimensional e intertemporal.
Esto significa que no puede ser explicada solamente por uno o unos cuantos factores, por más relevantes que sean estos; mucho menos que ésta sea sostenida en el tiempo, ya que como dijimos es intertemporal y dinámica. Lograr un cambio estructural en la competitividad, requiere, enfocarse a mejorar en, cuando menos, algunos de los más importantes factores, que propicien su sostenimiento en el tiempo.
Por lo que habría que empezar es preguntándose a quién corresponde incentivar la productividad. Esto lo comento porque aunque la palabra y la aspiración está en muchos sectores, no es claro o no parece ser claro para los entes, responsables de ésta. Es decir, no obstante de que a muchos interesa mejorar la competitividad de la economía mexicana, poco se ha logrado. El gobierno, en sus diversas escalas, ha propuesto cualquier cantidad de iniciativas, programas, acciones y planes de competitividad y no logra un avance significativo; lo mismo sucede con las cámaras y organismos empresariales, que dan a conocer sus planes y programas y ni qué decir de la academia, que se la pasa, analizando los factores de la competitividad y señalando los causales de su pérdida.
Gobierno, organismos empresariales y academias, son sin duda tres de los más importantes actores y sectores involucrados en la competitividad y son quienes, en principio, debieran unir esfuerzos e inteligencia, por hacer surgir un brote competitivo en el país. La clave será cómo encontrar la fórmula que haga entender a estos tres sectores que su participación paritaria, sería determinante para lograr una mejora competitiva nacional. De hecho, en los más importantes países en donde se ha logrado sostener el nivel competitivo, la participación paritaria de gobierno, empresa y academia, ha sido una constante. Cada uno de estos sectores, aporta su experiencia y sus conocimientos sobre el objetivo.
En la mayoría de los casos, ha sido el gobierno, en su escala nacional o federal, el que ha tomado la iniciativa y ha convocado a los más importantes representantes de los otros dos sectores, para construir una estrategia nacional pro-competitividad. Él tiene los recursos y la autoridad para convocar a los otros para generar una estrategia nacional competitiva de largo alcance. En México, raras veces el gobierno convoca a la academia y a las cámaras empresariales, salvo en los casos de la elaboración de planes sexenales de gobierno, en las escalas federal y/o estatal y más raro, en los municipios, para una actividad como la propuesta al nivel de los principales sectores de la competitividad.
El estancamiento competitivo, por llamarle de alguna manera al retraso e intermitencia que México ha registrado cuando menos en las últimas décadas, requiere encontrar nuevos caminos y rutas para retomar el sendero de la competitividad. No es posible seguir en el estado en el que nos encontramos y permanecer impávido. El gobierno federal y los gobiernos estatales, que son los que cuentan con la autoridad principal y con los recursos económicos necesarios, no deben esperar a que se presente el mejor momento para convocar a los otros dos sectores, pues actuar así, será equivalente a postergar indefinidamente el surgimiento de una verdadera estrategia nacional pro competitividad. Deben incluso, superar la temporalidad política de estar al inicio, finales o mediados de los periodo oficiales de gobierno. Mezquindades como ésta, son parte de lo que explica la inexistencia de una estrategia nacional y/o estatal competitiva.
Si los gobiernos, en sus escalas nacional y subnacional, no asumen su rol y responsabilidad histórica, muy probablemente México perpetúe su estancamiento competitivo, a menos que surgiera un milagro, que haga avanzar la competitividad nacional, lo que de entrada, debemos descartar, pues en la vida social y colectiva, prácticamente son inexistentes los milagros. En este sentido, no hay otra opción que ponernos a trabajar con un sentido nacional y de largo plazo, si es que verdaderamente importa salir del estancamiento competitivo en el que nos encontramos por años, de lo contrario, solo estaremos simulando que queremos dar un salto competitivo, sin mover siquiera un ápice.
*Dirección General de Divulgación Científica de la Universidad de Colima