TAREA PÚBLICA
Que los acompañantes sexenales de Indira sepan sortear las olas más altas
Por: Carlos OROZCO GALEANA
Todos los gobernantes de Colima, de una u otra manera, se han interesado al menos en campaña por encabezar una etapa de transformación de nuestra entidad que provoque un desarrollo y un crecimiento económico que genere riqueza y que, a la vez, disminuya la desigualdad social, un tema debatido pero que no por serlo ha influido mayormente en el destino de Colima.
Ese planteamiento hizo la actual gobernadora Indira Vizcaino, quien dijo a Excelsior el 27 de julio pasado que los colimenses tenemos la oportunidad de cambiar y renovar la clase política de nuestro estado pero que no basta con que lleguen nuevas caras sino que se implanten entre la (clase política) nuevas formas de pensar y de hacer política. “Tenemos que evolucionar, porque esto es un cambio generacional no sólo de edades, sino de visión, de la manera de hacer las cosas”.
Y vaya que eso es un déficit. La buena política debe no solo ser justa sino misericordiosa, es decir, cubrirse de efectividad para transformar la realidad circundante mejorando la vida humana. Quienes la ejercen, han de ser ejemplo de honestidad, sencillez y respeto por los demás. Aristóteles decía que el hombre tiene una naturaleza racional y que la plenitud moral la encuentra en la comunidad política, en la cual logra su perfección y el bien en gran escala. Yo agregaría que esa plenitud se hace presente en la caridad y en el servicio al prójimo.
Cierto es que los buenos deseos muchas veces no se traducen en proyectos o soluciones. Los gobernantes tienen que remar contra corriente, luchar contra intereses creados y más en los cambios de régimen; tienen que estar rodeados de gente inteligente y capaz no de incondicionales aplaudidores que ayudan poco o nada. Cierto, es importante que haya lealtad hacia quien manda, pero más que los servidores, viejos o jóvenes, tengan capacidades y las dediquen al servicio de la sociedad sin menoscabo alguno.
Recordando a Maquiavelo, Mikjail Gorbachev, uno de los líderes rusos más destacados del siglo pasado, decía que no hay nada más difícil de lo cual encargarse ni más peligroso de llevar a cabo ni más incierto en sus posibilidades de éxito que tomar el liderazgo en la introducción de un nuevo orden de las cosas. “Ciertamente, hay que tener valentía de reconocer la marea histórica y nadar con ella más que en su contra, pero aquellos que dirigen en los tremendos momentos de cambio, deben mantenerse delante de las olas”.(Conversaciones con el Poder, GE. Patria, pág. 83)
En estos momentos, nuestra entidad vive los tiempos más difíciles que se recuerden. No solo va comenzando el actual gobierno y ganando experiencia sobre la marcha, sino que le han explotado problemas de antaño como los de orden financiero, de salud, educación y seguridad, lo que sin duda empaña todo esfuerzo por la ansiada transformación. Ya lo dijo recientemente el embajador estadounidense Ken Salazar: con la inseguridad se espantan los inversionistas. Urge regresar al Colima de antes.
Y vaya que se requiere carácter para “nadar delante de las olas”, como recomienda Gorvachev a los políticos de su tiempo. Eso toca, por supuesto, primeramente a nuestros gobernantes, pero como sociedad hemos estado nosotros históricamente entumidos y no hemos participado ni exigido lo necesario para que las cosas cambien. Hemos tomado a Colima como paraíso terrenal y en cierto modo lo es por sus riquezas naturales y su gran diversidad, pero no debemos permitir que se anule su condición de ser tierra buena y de confianza.
Por otra parte, en la entrevista con Excelsior, la gobernadora Indira definió que la educación es uno de los ejes centrales de su gobierno porque, sostuvo, las carencias de ésta son causa profunda de la marginación, la falta de empleos y las violencias. “Creemos en la educación como un mecanismo para disminuir las desigualdades sociales y para dotar a las personas de herramientas para salir adelante en la vida”. Esta definición me parece acertada, la educación es la mejor inversión que puede hacerse, con la exigencia de que el patio educativo, donde se procesan decisiones, permanezca limpio de corrupción y dirigido por gente que sepa del oficio.
Respecto al tema de la infraestructura, dijo a aquel Diario que su gobierno contempla “obras que transforman”, que la infraestructura se tiene que poner al servicio de las necesidades de la gente, servir para resolverle sus problemas”. En este rubro, se ha difundido las gestiones realizadas por Indira para tener mejor conectividad terrestre del estado, pues “creemos que si tenemos el principal puerto del país, necesitamos también las mejores carreteras del país”. Dijo haber realizado gestiones para la ampliación de la autopista Manzanillo-Colima para que cuente a fin de año con seis carriles. Indira gestionó también el des trabamiento de una obra, la autopista a Guadalajara, para reanudar los trabajos en casi 17 kilómetros que operan hoy en un solo carril, lo que es una gestión trascendente. Es claro pues que la infraestructura es vital para el desarrollo pero requiere de inversiones millonarias que, en la actual etapa de crisis, solo puede ser atendida por la Federación ricachona que todo lo dispone.
Se acerca ya, por último, el primer año de labores del gobierno actual, tiempo de hacer un recuento de lo avanzado y de lo que no se pudo hacer en ese período. Es menester reflexionar sobre el equipo de trabajo que acompaña a la gobernadora. Es bueno rectificar en aquellos casos en los que no se obtuvieron los resultados previstos porque algunos equiperos no dieron el ancho y lograr que, delante de la ola, haya los mejores acompañantes de Indira los seis años y que sepan, junto con ella, librar las crestas más altas.