Coloca U de C aparato a 4 km del crater volcánico

Colima.- El observatorio vilcanológico de la Universidad de Colima, realiza un estudio único en el mundo desarrollado en un volcán activo, en este caso en el volcán de fuego del estado. 

El fin es tener más conocimiento acerca de los eventos eruptivos mediante muestras de ceniza de un próximo evento eruptivo y la peligrosidad de los flujos piroclásticos.

El investigador de la Universidad de Colima, Juan Carlos Gavilanes Ruiz, encargado del proyecto, informó que el miércoles pasado colocaron una caja metálica de 25 kilogramos de peso a una distancia de 4.4 kilómetros del cráter del volcán.

Esta acción es parte de una investigación conjunta que realiza la Uiversidad de Colima, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de Bari, en Italia. 

La caja denominada La piccionaia II (pichonera), se colocó en la base del edificio del Volcán de Fuego, en el flanco suroeste, a dos mil metros de altitud.

Gavilanes Ruiz, especialista del Centro Universitario de Investigaciones en Ciencias del Ambiente (CUICA), explicó que este artefacto es un diseño de Roberto Sulpizio, investigador del Departamento Geomineralógico de la Universidad de Bari, y de la reconocida experta Lucia Capra, del Centro de Geociencias de la UNAM.

Ambos investigadores también participaron en la instalación de La piccionaia I, caja instalada desde hace un mes en La Barranca Montegrande, al sur del volcán de fuego, a 3.5 kilómetros del cráter y donde las condiciones del lugar permiten caminar sólo media hora hasta ese sitio.

Juan Carlos Gavilanes, quien además es miembro del Comité Técnico Científico Asesor del Volcán de Colima y un connotado alpinista, dirigió para esta misión a un grupo de siete personas, quienes realizaron un recorrido de 4.7 kilómetros a lo largo de la barranca La Lumbre y transportando los implementos necesarios para la colocación de La picionaia II.

Aún con los riesgos implícitos, el investigador del CUICA priorizó la instalación, ya que las posibilidades de recolección de muestras es más factible en esa zona suroeste.

“Se está formando un domo grande, muy grande, pero de manera muy lenta y pensamos que por donde empezará a desbordarse y a caer es hacia este lado”.

 

La caja servirá para recoger muestras de ceniza fina que acompaña al flujo piroclástico, durante un evento eruptivo.

 

Cuando se cae una gran sección de domo (se colapsa) y al descender todo ese material muy caliente, de hasta 900 grados centígrados, esas rocas al ‘rojo vivo’ se trituran y van asimilando material que ya hay sobre el camino (arena, ceniza, aire, humedad del ambiente, entre otros elementos)”, explicó.

 

“Se forma una nube eruptiva rasa que va descendiendo aproximadamente a 200 kilómetros por hora. Se canaliza por las barrancas pero fuera de ellas, conforme avanza el flujo piroclástico, lo acompaña esta nube de arena muy fina, tan fina como el talco, con una turbulencia tremenda de 80 a 150 kilómetros por hora, llegando incluso a denominarse como huracanes de ceniza, y con tan alta temperatura que derriba y carboniza la vegetación a su paso”.

 

La altura donde se colocó la caja, aproximadamente a cincuenta metros del fondo de la barranca de La Lumbre, se ven restos de la oleada piroclástica, como árboles carbonizados a 100 metros de la ubicación de la caja.

 

 

Debido a que se conoce poco acerca de las características de las nubes eruptivas y su asociación a los flujos piroclásticos, se pretende tomar muestras y enviar tanto a los laboratorios de la Universidad de Colima, la UNAM y la Universidad de Bari, para que conocer más de cómo se forman esas oleadas piroclásticas, conocer qué propiedades tienen, cuánto porcentaje del domo la formó y cuánto la asimiló, y probablemente qué temperatura tenía, además de otros datos.

 

La caja es de acero inoxidable, tiene un metro de longitud, una entrada y una salida, una charola en su interior y sujetada con cables de acero, se pretende que la nuve atraviese la caja y quede depositada la ceniza.

 

Participaron en la expedición los estudiantes de la licenciatura en ciencia ambiental y gestión de riesgos de la Universidad de Colima, Pablo Carbajal Saucedo, Manuel Agustín Trujillo Gutiérrez, Germán Gudiño Lizama y Hugo Rodríguez García, quien además es miembro de la Unidad Estatal de Protección Civil Colima; asimismo, Omar Alejandro Landín, elemento del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Colima y los estudiantes de intercambio Alexandra Maskell, de Australia y Daniel Frost, de Gran Bretaña.

 

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